El largo peregrinaje para cambiar placas de coches

Una semana después de pagar en el banco los derechos de refrendo del coche y de la motocicleta maltrecha que tengo, fui a la delegación de Hacienda, ubicada en la Calle Central Norte de Tuxtla Gutiérrez, a recoger tarjetas de circulación, calcomanías y placas.

Llevé, como me lo habían solicitado en años anteriores, credencial de elector y, por si acaso, acta de nacimiento y comprobante de domicilio.

Llegué a las diez de la mañana, con la revista Hola! México bajo el brazo para soportar la espera, que supondría horriblemente larga. Pero no. Una señora, que cuidaba con celo la puerta, dijo que no había tarjetas de circulación y que regresara otro día.

Eso sí, muy amable, me entregó los “requisitos para el cambio de placas 2017”, con la recomendación de que el mejor lugar para este trámite era la delegación de Hacienda de Plaza Galerías, en donde no llegaba nadie y había hasta aire acondicionado gratuito. 

Esperé dos días, y me dirigí a Plaza Galerías con las placas viejas de mi coche y de mi moto. Ahí, después de estar una hora en la fila, un empleado de Hacienda se acercó a revisar mis papeles. “Le falta”, me dijo, “su comprobante de pago en línea y la tenencia anterior o la factura”.

De nada sirvió que le mostrara la lista de requisitos que me habían dado en Hacienda del centro, y que se concretaban a juego de placas, identificación oficial y comprobante de domicilio. “Eso fue la semana pasada”, me explicó. “Esta semana los requisitos aumentaron. Y si quiere usted reclamar a alguien, reclámele a los diputados, porque ellos aprobaron los cambios”.

Amable, y casi en confianza me recomendó, como si fuera su amigo de muchos años: “Si quiere salir pronto de estos trámites, vaya a Hacienda de Plaza Mirador. Ahí no llega nadie. Ya verá”.

Al día siguiente, decidí dedicarme a los trámites hacendarios; me dirigí, por sugerencia de ese amable empleado, al Mirador. En el trayecto, unos agentes de tránsito me detuvieron, porque vieron que mi coche no llevaba placas. Pero me dejaron ir, sin infracción —y dicen que no hay tránsitos honrados—, cuando vieron las placas en el asiento y el montón de papeles que llevaba para recoger tarjetas de circulación y calcomanías.

Llegué a la diminuta oficina de Hacienda de Plaza Mirador y observé dos filas. Pregunté cuál era la fila para tramitar la tarjeta de circulación y me mandaron a la izquierda, la más pequeña. Había seis personas delante de mí, así que calculé que cuando mucho tardaría hora y media en salir, pensando en que cada una tardara 15 minutos.

A las dos horas, alcancé la tierra prometida. Saqué mi bonche de papeles, acta de nacimiento, pasaporte, resultados de VDRL, tipo de sangre y hasta perfil coprológico, no vaya a ser, pensé, que los diputados hayan cambiado otra vez los requisitos. No llevé constancia de estudios, porque ya sé que aunque no sepamos leer ni descifrar las señales de circulación, eso a los diputados, al secretario de Hacienda y al director de tránsito, no les importa.

Amabilísima, la señora, al ver la identificación de un servidor, facturas, análisis de laboratorio y formatos requisitados, se compadeció de mí: “Aquí no es el lugar para la obtención de placas ni de tarjetas de circulación; aquí es solo para altas y bajas de vehículos. Debe formarse en la otra fila” —y me devolvió con lástima mi carpeta ambulante.

Eran tres días perdidos y no estaba dispuesto a perder dos más, así que al día siguiente a las ocho de la mañana estaba ya en la fila correcta y con los documentos solicitados. 

Dos horas después me atendió la empleada encargada de estos menesteres, quien me informó que no había placas para motocicletas, que no les había llegado en todo el año: “Venga usted en junio, quizá para entonces, tenga usted suerte y se lleve su placa”, me sugirió con una voz apenas audible.

Inmediatamente después me dijo que había otro problema: que desde febrero se habían agotado las tarjetas de circulación para coches; que me entregaría un permiso por 15 días, pero en el entendido de que la tarjeta no llegaría sino hasta mayo. Eso sí, me entregó una placas nuevas para coches con el logo de Chiapas nos une.

No sé todavía, cuándo iré de nueva cuenta a Hacienda para ver si ya hay tarjetas de circulación para coches y placas para motos. Perderé un día más, siempre y cuando los diputados no modifiquen otra vez los requisitos de emplacamiento. Ya veremos.

Un comentario en “El largo peregrinaje para cambiar placas de coches”

  1. Camote para el Gobierno
    11 abril, 2017 at 21:44 #

    Es increible todo lo que una persona tiene que pasar para esos tramites cuando en otros estados es mucho mas facil, es una estupida perdida de tiempo, pidiendo permisos en el trabajo y al maldito gobierno eso no le importa, claro como ellos estan ganando sueldos enormes o robando! pero los pendejos del pueblo si tenemos que pasar penurias por sus estupidas desiciones, gracias autoridades, de verdad que no sirven para nada bueno, ojala se pudran en el infierno!

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