Catalunya en España o una democracia bajo sospecha

Catalunya en España o una democracia bajo sospecha

Miguel Lisbona Guillén

Como catalán sigo con interés y preocupación lo que está ocurriendo en mi tierra de nacimiento. Entiendo que para muchas personas en México sea inconcebible pensar que una parte de su territorio se quiera independizar, pero hay que recordarles la muy distinta construcción de los Estados modernos en América y Europa, y para ello tenemos la historia, que normalmente no coincide con la que se enseña en las escuelas, y el caso español es paradigmático en ese sentido.

No es el espacio para hacer esa historia, demasiado extensa y compleja, solo recordaré que esta España solo ha tenido brevísimos periodos democráticos, nada parecido a casos como el inglés o el francés, por citar tal vez los más conocidos. Los regímenes totalitarios han prevalecido en ese país y cuando se creyó haber recuperado o logrado la democracia, en la transición política tras la muerte del dictador Francisco Franco, aparecen realidades que ponen en duda tal cambio político.

Suena contundente pero los hechos, en los últimos años, así parecen demostrarlo. Corrupción en las principales fuerzas políticas cuando ejercen el poder, terrorismo de Estado al cometerse crímenes en la lucha contra el terrorismo, dudosa separación de poderes por ser nombrados los representantes de órganos judiciales por los gobernantes en turno, y prensa al servicio del poder mediante subvenciones pagadas con publicidad.

En esta resumida realidad se produce la lucha de Catalunya (Cataluña) por lograr su separación de España debido a contar en su parlamento con una mayoría política favorable a la independencia. Es decir, los votantes catalanes construyeron un parlamento donde su ideario político reclama esa decisión, y es por ello la solicitud de celebrar un referéndum encaminado a decidir el futuro de ese territorio, tal como ha ocurrido en Escocia o el Quebec canadiense. Sin embargo, el gobierno español, en manos de un partido creado por los que fueron ministros en la dictadura franquista, el Partido Popular (PP), se ha negado con rotundidad al considerar que la Constitución del país no lo permite. La Carta Magna aprobada con la presión de los poderes fácticos de la Dictadura, se ha convertido en la bandera para impedir cualquier reforma, considerándose un texto sacrosanto, aunque para intereses partidistas sí se ha modificado mediante acuerdos entre los dos principales partidos políticos: PP y Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

No hay espacio suficiente  para comentar los agravios que han llevado a esta situación, pero lo que la está rodeando hoy lleva a sinsentidos tales como la frase escrita por el PP en el Twitter para criticar al Presidente del gobierno catalán, y que después fue borrado: “Puigdemont quiere hacer un referéndum en lugar de escuchar a los catalanes”. Lógicamente fue eliminado puesto que nada es más efectivo para escuchar a la ciudadanía que un referéndum, como lo hacen constantemente democracias tan consolidadas como la suiza.

Las cloacas de un Estado, que nunca o casi nunca ha sido democrático, han llegado al extremo de crear una operación con dinero público para ensuciar a políticos catalanes independentistas y que los interesados pueden seguir en Youtube con el nombre de “Operación Cataluña”. Situación ejemplificada, de manera surrealista, cuando el Presidente del gobierno de Catalunya, Carles Puigdemont, dirigió recientemente una carta a la presidenta del Congreso español y la contestación a la misma se la hizo el poder ejecutivo. Clara demostración de que la separación de poderes propuesta por Montesquieu es para los políticos criados en el autoritarismo, y empecinados en negar la diversidad cultural o de ideas, una pura entelequia y un simple discurso.

En definitiva, el día 1 de octubre de este año, y sin consentimiento del gobierno español, está previsto que se realice un referéndum en Catalunya. Lo que ocurrirá antes, ese día o los que le sigan es ahora impredecible, sin embargo lo evidente es que se está en un conflicto político que ya ha traspasado las fronteras del Estado español para instalarse en debates internacionales, como lo demuestra la reciente editorial del The New York Times que reclamaba la realización de tal votación (https://www.nytimes.com/2017/06/23/opinion/catalonias-challenge-to-spain.html).

Los argumentos a favor y en contra de que se lleve a cabo el referéndum pueden ser muchos, y seguramente será difícil ponerlos en sintonía hoy en día, pero para conocer la opinión real de los ciudadanos de Catalunya nada mejor que votar. Lo contrario será dar la espalda a sus pobladores y eso, creo, es la peor decisión.

 

 

 

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