El cuestionado triunfo de Del Mazo y Chiapas

La campaña del PRI en el Estado de México, que culminó anoche con el ajustadísimo y cuestionado triunfo de Alfredo del Mazo, encareció demasiado el voto, al “ofertarse” en 12 mil 500 pesos, cuando en 2011 fue de poco menos de mil pesos.

Es decir, la campaña de Del Mazo costó 31 mil millones de pesos, mientras que la de Eruviel Ávila en 2012 fue de dos mil millones de pesos, según estimaciones de Raymundo Riva Palacio.

La disputa desleal por el voto mexiquense —en donde según datos del encuestador Ulises Beltrán difundidos anoche, el 14 por ciento de los electores (un millón y medio aproximadamente) recibió regalos del PRI— obliga a todos los partidos en nuestra entidad a contar con una abultada bolsa para repartir y movilizar a sus votantes. 

En 2012 el voto chiapaneco se cotizó también en mil pesos, con sus picos en las zonas indígenas, lo que llevó al PRI y al Verde a gastar más de mil millones de pesos. Para el 2018, de acuerdo a la marca olímpica impuesta este año, si el candidato del PRI desea ganar la gubernatura de Chiapas deberá contar con 9 mil millones de pesos, para allegarse de unos 700 mil votos.

Morena no requiere tan abultado presupuesto, pero deberá contar con dineros suficientes para inhibir la participación descarada del PRI, con entrega de tarjetas, despensas y hasta pantallas planas.

El  buen resultado de Morena en el Estado de México, con un crecimiento destacado de su candidata entre los votantes, es difícil que se repita en Chiapas, porque nuestra entidad tiene características muy diferentes al Estado de México.

Aquí el partido de Andrés Manuel López Obrador se enfrenta a la falta de comités locales y movilizadores del voto en la zona rural (51 por ciento del territorio estatal), la cual es determinante para ganar la elección a gobernador.

La zona urbana se mueve aparte, con personas menos atadas a programas sociales y más participativas en la defensa de casillas y de sufragios, pero en nuestra entidad los habitantes urbanos alcanzan el 49 por ciento, mientras que en el Estado de México es del 87 por ciento.

La pobreza es también un factor que juega en contra de Morena en Chiapas, con un 76.2 por ciento para Chiapas y un 49.6 por ciento para el Estado de México, porque es en ese estrato en donde más se aprovecha el PRI para reclutar a sus votantes a cambio de dinero en efectivo, programas sociales o electrodomésticos.

Pero Morena es el partido enigma y la esperanza para muchas personas, no solo para las elecciones presidenciales, sino para las locales. Por eso podría vencer estos obstáculos con un buen candidato o candidata, una campaña novedosa y, sobre todo, con un hartazgo creciente de los votantes en contra del PRI.

Debido a que la autoridad electoral se pone al servicio del Estado, las impugnaciones y solicitudes de nulidad solo sirven para debilitar a quienes protestan. Eso es lo más probable que suceda en el Estado de México, en donde el próximo gobernador, de confirmarse el triunfo de Alfredo del Mazo, ha sido electo por apenas el 20 por ciento del padrón estatal.

 

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