Regreso a casa

 

© ¡Hmmm. Qué rico pozol! Mercado Cinco de Mayo. Tuxtla Gutiérrez (2010).

En memoria de las  personas fallecidas por el terremoto del 7 de septiembre, con mucho amor para quienes permanecemos.

Desde hace no sé cuántos años comencé a encontrarle un gusto especial ir a los mercados, disfruto mucho cuando lo hago. Llama particularmente mi atención el colorido entre frutas, verduras, legumbres y el orden en que les acomodan para su venta. Otro detalle que me agrada es la mescolanza de diversos productos que se pueden hallar y sobre todo, las maneras en cómo la gente se está comunicando constantemente, para mí es indudablemente uno de los lugares donde se realizan los encuentros interculturales en cada pueblo o ciudad.

Luego de una semana de lo acontecido por el terremoto del 7 de septiembre fui a uno de los mercados situados en el centro de ciudad coneja, como le llamo a Tuxtla Gutiérrez. Mi corazón se sintió muy motivado, al interior observé la dinámica de costumbre, gente vendiendo, comprando, mucho movimiento. Sin embargo, alcancé a percibir otro ambiente, uno con más vida. No sé si sólo fue mi percepción.

Comencé a observar a las personas comprando, al parecer todo en la normalidad. De pronto mi atención se fijó en una señora que vende verduras en sus canastos, acomodaba con mucho cuidado las tortillitas para hacer garnachas, las ponía en orden. Era con tal detalle que hacía esta acción -o quizá no había observado esto otras veces y sólo veía a la señora vendiendo sin observarla- que con la vista empecé a recorrer sus productos. Tenía verduras cortadas en cuadritos empacadas en sus bolsitas de plástico, nopalitos aún con espinas, muchas bolsitas con chayotes amarillos –me dijo mi mamá que son los chayotes secos, esos que luego suelen traer de San Fernando, municipio cercano a Tuxtla- y entre su vendimia en el canasto, en medio estaba una pequeña imagen de la Virgen de Guadalupe.

Me vino un vuelco en el corazón, recordé las charlas donde se hace alusión a lo que vivimos quienes estuvimos en algún rincón de Chiapas el día del terremoto y que como yo estamos aquí para contarlo… Por instantes olvidé las más de mil réplicas que se han suscitado, me quedé pensando  en la probabilidad de que cada historia de vida de las personas al interior y exterior del mercado, en las calles y en diversos lugares haya cambiado después del 7 de septiembre.

Evoqué lo que he leído, escuchado y visto en noticias sobre este terremoto, no sólo en Chiapas sino en Oaxaca, dos de las entidades más afectadas… Recordé un artículo del periódico El País, escrito a propósito de este sismo, donde el autor Jorge F. Hernández refiere que lo mejor de nuestro país crece y sale a flote en sucesos como éste. Me provoca una especie de sentimientos encontrados que la colaboración, la solidaridad de la gente, casi siempre aflore en estos casos y a la vez me da esperanza que aún tengamos ese sentido humanitario, de querer apoyar sin mayor interés que el de aportar para quienes lo necesitan. Ojalá hiciéramos más seguido esto.

Espero que la participación ciudadana que se está dando para recaudar víveres y ayuda venga desde el fondo de los corazones, que se hagan a un lado egos y otros intereses mezquinos, que este apoyo realmente llegue en tiempo y forma. Mucha gente lo necesita, gente que perdió no sólo a sus familiares, sino su patrimonio y está afectada más allá de lo material.

Mi salida  al mercado esta vez fue diferente, me agradó mucho más que las de costumbre, sigo viva y soy muy afortunada de poder caminar, sentirme acalorada, ir de regreso a casa y hallar a mi familia con bien… sin duda, una nueva oportunidad para vivir, que también tienen quienes lean estas líneas.

Un comentario en “Regreso a casa”

  1. Ana
    18 septiembre, 2017 at 6:10 #

    Los mercados son parte importante de las ciudades, es ahí donde aún se puede ver las costumbres y tradiciones de un lugar convivir con lo nuevo y moderno., una experiencia enriquecedora.

    Justamente, hace poco, me di cuenta que las personas que dan más son aquellas que tienen menos… estas personas son más solidarias que muchas que tienen todo. Esas personas, las empaticas, las que se conmueven, las que han sabido estar ahí, son las que levantan un país donde algún momento los excluyeron pero aún así «hacen el bien sin mirar a quien».

    Felicidades por la columna, feliz lunes :)

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