Alianza PRI-PVEM, pugna de poder

Eduardo Ramírez durante su discurso en el Consejo Político del PVEM en San Cristóbal de las Casas.

La de los Verdes chiapanecos es una victoria parcial. Haber logrado con su “rebelión” que las dirigencias nacionales del Partido Revolucionario Institucional y del PVEM reconsideraran el acuerdo que ponía a la cabeza de la alianza un aspirante priista, no les garantiza que puedan imponer su candidato. Lo que sí es seguro, es que veremos una feroz disputa de poder por ese espacio que abre fuertes posibilidades de acceder al gobierno de Chiapas.

El primer round tendrá lugar cuando las dirigencias de las cinco fuerzas políticas que integran la coalición (PRI, PVEM, Partido Nueva Alianza, Mover a Chiapas y Chiapas Unido) intenten ponerse de acuerdo para determinar el método de selección del candidato que las abanderará en las elecciones del próximo 1 de julio. El Verde, por lo que ha dejado entrever el líder de los “dignos”, Eduardo Ramírez Aguilar, buscará a toda costa que el proceso de selección sea abierto a la ciudadanía, porque eso le permitiría manipular a su favor la clientela electoral que el gobierno ha creado a través del uso faccioso de los programas sociales. Es decir, Aguilar le apuesta a una minielección de Estado para poder resultar ungido como aspirante a suceder a su jefe Manuel Velasco Coello.

No podemos referirnos en este caso a la fuerza de la estructura partidista, porque en la realidad el PVEM es un apéndice del gobierno que carece de militancia auténtica; su voto “duro” no está en los comités municipales, sino en quienes llevan una playera o sombrilla con su logotipo o la imagen del “Güero”, en sectores de la burocracia que buscan conservar su empleo y quizá en esas organizaciones de temporada que se crean en épocas electorales para promover el voto.

Por el mismo mecanismo de selección se pronunciarían Mover a Chiapas y Chiapas Unido, cuya función de partidos “satélite” es orbitar en torno al partido gubernamental. Surgidos de la matriz velasquista, llegaron a la coalición para hacer bloque a favor de Ramírez Aguilar y, en ese sentido, su accionar estará determinado por los intereses del Verde-gobierno.

Luego de que le sabotearan la candidatura única de Roberto Albores Gleason para la coalición, el PRI se encuentra en el dilema de aceptar cambiar el método de selección. Con la fuerza de su estructura estatal, podría ser competitivo en una elección abierta, pero el riesgo de perder es alto por la segura intervención del gobierno a favor del aspirante del PVEM. Lo que más le convendría en estas circunstancias sería la fórmula de la encuesta, a través de la cual se neutralizaría el peso de la clientela electoral pro Verde, la cargada de los partidos comparsas, y se capitalizaría el posicionamiento en el estado del apellido Albores, así como la raigambre priísta de miles de chiapanecos.

Sin embargo, la salida a esta disputa por el poder en la coalición gobernante de Chiapas, se ve bastante complicada. Apunta más a la ruptura que a una prudente negociación. Los desencuentros entre el PRI-PVEM, abiertos y soterrados, están haciendo crisis en esta coyuntura crucial rumbo a los comicios de julio.

El dirigente estatal del PRI, Julián Nazar Morales, ya afirmó que no habrá ni consulta ni encuesta, que los tiempos legales ya vencieron para registrar ante el IEPC el método de elección interna y que el único precandidato de la coalición es Roberto Albores Gleason. Mientras tanto, el Verde-Gobierno a través de Eduardo Ramírez, sigue tensando la cuerda con manipuladas marchas “por la dignidad” que protestan contra la “imposición” del centro del país.

Bajo estas circunstancias, donde nadie quiere ceder en su postura, un desenlace posible es que la alianza gobernante en Chiapas se desintegre y cada partido vaya por su lado. Por pugnas y venganzas en las cúpulas partidistas a nivel nacional, de las que Velasco ha formado parte, los actores involucrados han quedado entrampados. Además de los intereses que se mueven en el contexto de la sucesión presidencial dentro del partido en el poder, en Chiapas el PRI se ve obligado a defender a su precandidato Albores, pues aceptar que la coalición la encabece un aspirante Verde, generaría un fuerte descontento de sus militantes, quienes desde hace años están convencidos que llevan mano en la designación del representante aliancista. Su lógica es que si ellos se disciplinaron hace seis años cuando les pusieron a Manuel Velasco, ahora el PVEM debe aceptar un aspirante priista.

En el Verde chiapaneco, ese argumento no funciona. El gobierno estatal y su partido cree que a ellos les corresponde el derecho de poner candidato porque están en el poder, y porque son muchos los compromisos que se han hecho con grupos que aspiran a seguir beneficiándose; además de que no hay mejor manera de protegerse que dejando en el gobierno a un integrante de la misma camarilla.

Sin embargo, lo paradójico de esta situación es que yendo solos, tanto el PRI como el PVEM tienen menos probabilidades de ganar la gubernatura, y también menor posibilidad de aportar votos al candidato de la alianza a nivel nacional. Lo riesgoso es que estas disputas partidistas deriven, sobre todo en los municipios, en enfrentamientos que descompongan el clima político-social.

Y mientras las pugnas persisten en la coalición PRI-Verde y la indefinición permea también en la alianza PAN-PRD y Movimiento Ciudadano, aquí el más beneficiado es el precandidato de Morena, PT y Encuentro Social, Rutilio Escandón, quien en la reciente gira de Andrés Manuel López Obrador por Chiapas recibió todo el respaldo del precandidato presidencial que sigue arriba en las encuestas. Con sus pleitos internos, el PRI y los Verdes podrían estar pavimentando el camino de su derrota.

 

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