Naturaleza extraña de Alain Basail Rodríguez

Naturaleza extraña, de Alain Basail Rodríguez, es un libro sobre incertidumbres, desastres, irresponsabilidades y complicidades, pero también sobre esperanzas, quizás esperanzas desesperadas, como afirma Ulrich Beck.

Editado por la Unicach y por Juan Pablos Editor (2017), el libro, que lleva como subtítulo “Desastres, riesgos y conocimiento público en Chiapas” es una provocación inteligente a políticos, ciudadanas, periodistas y medios de difusión.

No hay lugar en el mundo que pueda sustraerse al riesgo, pero muchos lo sufren con mayor intensidad por falta de políticas adecuadas. Vivimos, por su puesto, en una geografía del riesgo, la mayoría creados, incrementados por nosotros, por nuestras políticas públicas y por nuestras mismas necesidades de encontrar un espacio para habitar, cultivar y convivir. El autor cita a Virginia Acosta para quien los desastres son “procesos resultantes de condiciones críticas preexistentes en las cuales la vulnerabilidad acumulada y la construcción social del riesgo ocupan lugares determinantes en su asociación con una determinada amenaza natural”.

Los desastres, entonces, están predeterminados por el riesgo natural y la vulnerabilidad, y de eso trata Naturaleza extraña, un libro que debiera ser lectura obligada para nuestros políticos o por lo menos debieran invitar a su autor para que les explique los resultados de su trabajo y de las soluciones planteadas.

Sospecho que no les gustará mucho lo que propone Alain, quien aboga, más allá de un “compromiso estético con la normalidad”, un “compromiso político ético”, un alegato que permea todo el texto.

Los riesgos naturales han estado presentes en nuestro estado, con Mitch, Stan, Roxana, Javier, los deslaves de Juan de Grijalva y el más reciente terremoto de 8.2, el autor nos urge a tomar medidas, que no son sencillas, pero que son prudentes para evitar los desastres.

Obra de Manuel Velázquez, pintor chiapaneco.

Así, los desastres los naturalizamos, los vemos como inevitables, y en ese coro de voces están los políticos, los periodistas, y las mismas ciudadanas que sufren las consecuencias de los embates naturales, con sus frases de resignación, con el “aquí nos tocó vivir” o “aquí nos tocó sufrir”.

Chiapas, con la mayor pobreza en el país y con el último lugar en desarrollo humano (0.72 por ciento), comparable a Uzbelistán y Argelia, es más vulnerable a los riesgos. Además, si se suma la rapiña de los políticos, aumenta la vulnerabilidad y en consecuencia los desastres y la imposibilidad de reponerse pronto a sus consecuencias. La vulnerabilidad, la pobreza y los riesgos van de la mano, y se acentúan “en términosde origen étnico y género”.

En esas esperanzadas desesperadas que esboza Naturaleza extraña, está la urgencia de contar con especialistas en periodismo ambiental, profesionales que no vean el desastre como una consecuencia inevitable, sino como un entrelazamiento histórico de riesgos y vulnerabilidades. A ellos les tocaría intervenir “para comunicar el riesgo, y prevenir, controlar y manejar las catástrofes”.

Alain urge a una integración transversal del riesgo en los procesos de planificación del sarrollo. “Los desastres, dice, son un problema del desarrollo tanto por sus causalidades, como por sus consecuencias. Los desastres son un problema del desarrollo tanto por sus causalidades, como por sus consecuencias. Enfrentarlos de manera sistemática y coherente debe ser un objetivo explícito de las políticas de desarrollo e implícito en cada programa, proyecto o acción concreta. Por ello, la gobernabilidad, en tanto ejercicio de autoridad, tiene el imperativo de conseguir la reducción de riesgos de desastres a través, por ejemplo, del cumplimiento de los códigos de construcción, la regulación de los usos de la tierra, la vigilancia de los riegos ambientales y de la vulnerabilidad humana, y el cumplimiento de las normas de seguridad”.

Es necesario trazar una cartografías de riesgos en Chiapas, desde posibles erupciones, inundaciones, terremotos, deslaves, incendios, hasta los provocados por accidentes en presas hidroeléctricas y otras obras construidas por el hombre,  a que nos enfrentamos en este día a día de incertidumbres. El memorioso y querido Andrés Aubry contribuyó mucho en el registro histórico de desastres que ha padecido la entidad, y que prosigue Alain Basail Rodríguez.

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