Reloj no marques las horas

 

«Entre los más gratos placeres en la vida: escribir desde el co-razón»

María Gabriela López Suárez 

La escritura y la lectura son dos actividades que no sólo se complementan sino que, desde mi perspectiva, son fundamentales en la vida de cada persona por todo lo que implican. En esta ocasión les comparto una creación que es resultado de uno de los ejercicios realizados en el Taller de escritura Entonces, escribo que facilita mi estimada Damaris Disner, un  interesante espacio colectivo para la reflexión, al que asistí el año pasado. Después del taller releí el texto, le hice algunas modificaciones y hoy se los presento.

En esta incesante búsqueda de oportunidades laborales Aurora se enteró de una convocatoria para una vacante laboral.  Le despertó mucho interés, por su mente pasaron un mar de ideas de lo que tendría que hacer para poder participar; era mitad de semana cuando ella descargó el formato de la citada convocatoria, el plazo vencía el viernes.

Con todo y las prisas, Aurora se dio el chance de disfrutar asistir al programa de radio del cual ella es conductora. Sin embargo, antes de ir al programa dio una lectura general de todos los requisitos que pedían para participar, era mucho, mucho, Aurora pensó:

-¡Vaya qué gente! Casi piden las perlas de la Virgen.

Luego quedó en shock por algunos segundos. No pudo evitar que vinieran a su mente imágenes de colegas que, normalmente, no cubren ese mar de documentos. Sintió tristeza, algo de molestia, bueno, se dio la oportunidad de hacer el drama algunos minutos, mientras la lluvia decoraba la tarde de ese día.

Después de asistir al programa de radio, aún con las prisas tuvo una grata velada con su pareja en un lugar que añoraba conocer desde hace varios meses, Marrakech.

Llegó el sagrado viernes y ella no terminaba de organizar todos los documentos para integrarlos en la plataforma. El tiempo iba pasando más rápido que de costumbre, el plazo de cierre se acercaba, las 9 de la noche.

Aurora hizo una especie de malabares para buscar información en sus archivos, ordenar, digitalizar, convertir en formatos, rastrear datos en su disco duro externo y luego comenzó a subir datos a la plataforma. Vivió momentos de angustia, de pronto la señal de internet se fue, casi quedó en shock pero continuó avanzando en otras cosas.

Se dio a la tarea de redactar tres cartas o cuatro, las más breves y concisas en su vida, Aurora mantenía la esperanza que de último momento – casi por arte de magia- dieran un plazo de más tiempo en la dichosa plataforma.

Estaba por adjuntar un archivo más, uno de los tantos que le faltaban y ¡oh sorpresa! Eran las 9:00 de la noche y la plataforma se cerró, tal cual marcaba en la convocatoria. Los ojos de Aurora se resistían a creerlo, se llenaron de agua, estupefacta al frente del monitor de su computadora, el tiempo había vencido y ella no había ingresado.

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