PRI-Verde, de la coalición al divorcio impugnado

Para hacerse de la candidatura a gobernador, que hoy debe de formalizarse, Eduardo Ramírez Aguilar siguió un sinuoso camino que lo llevó a marchar, a sentarse con líderes de Morena y a recorrer Chiapas con tambores de protesta.

Por fin ayer, después de un amague de desembarco con las huestes de Andrés Manuel López Obrador bajo la guía de Julio Scherer Ibarra, el Partido Verde Ecologista de México solicitó separarse de la coalición que había acordado para la elección a gobernador en las próximas elecciones. A esa petición se sumaron Mover a Chiapas y Chiapas Unido.

El desánimo cundió pronto entre los seguidores de Roberto Albores Gleason, pero también una rendija de esperanza ante una causa que se ve perdida con anticipación. La apuesta es ante el Tribunal Electoral, en donde ya se ha apersonado Julián Nazar, para dar su última batalla por la alianza moribunda PRI-PVEM y por su candidato.

El argumento jurídico en que se basa la impugnación priista es que en la Ley de Elecciones y Participación Ciudadana del Estado de Chiapas se omitió la palabra gobernador en las candidaturas comunes. Ese error, se defienden los jurídicos del Verde, fue subsanado mediante la publicación de una fe de erratas publicada el 14 de junio de 2017.

Mientras se recorren los pasillos de los tribunales, toda una cargada integrada por presidentes municipales, diputadas, regidores, líderes vecinales, priistas renegados y operadores del voto se han desgajado en favor de Eduardo Ramírez, porque se da por hecho que Fernando Castellanos y Luis Armando Melgar están fuera de la convocatoria para convertirse en candidato a gobernador.

Escribí hace algún tiempo que a los gobernadores les gana el miedo en el último tramo de su administración y que en un escenario de presión terminan por sacrificar al aspirante de más confianza. Sucedió así con Pablo Salazar, quien dejó a un lado a Rubén Velázquez, pese a que ya estaba en campaña con un himno compuesto por Reyli Barba, y lo mismo hizo el gobernador del terror, Juan Sabines Guerrero, cuando banqueó a Seth Yassir Vázquez.

El mismo formato, el mismo error ortográfico, diferentes partidos.

Manuel Velasco Coello, aunque seguramente fue presa del titubeo, al final se inclinó por la persona que más certeza le brinda cuando sea parte del “territorio del no poder” y que más posibilidades tiene de enfrentar con éxito las próximas elecciones.

Esta nueva ecuación beneficia sin duda a José Antonio Meade, porque tendrá a dos personajes tratando de llevar votos a su alicaída candidatura. Se da por descontado que su principal proveedor será ERA por el número de sufragios que ha obtenido el Verde, Mover a Chiapas y Chiapas Unido.

A este proyecto podrían sumarse el PRD, PAN y MC, partidos bastantes mermados en la entidad. Aunque en la mercadotecnia política la coalición de muchos partidos es atractivo, en el caso de Ramírez Aguilar, de concretarse ese acuerdo, lo debilitaría en el entorno de Meade, en donde ya de facto es bombardeado por Aurelio Nuño.

Sin aliados, la suerte del PRI y de Albores Gleason están prácticamente echadas. En las elecciones de 2015, el PRI obtuvo 429 mil votos, mientras que el Verde sumó 701 mil; Mover a Chiapas, 181 mil, y Chiapas Unido, 212 mil. Es decir, un millón 94 mil sufragios para el Verde y sus aliados, unos 665 mil votos más que el PRI.

Por supuesto que en estas elecciones habrá otros actores, pero la noticia de este día es el divorcio entre el PRI y el Verde, con pocas opciones de reconciliación.

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