Entre mangos y jocotes

Foto tomada de Freepikmangos

Cuando llega la temporada de calor se asocian varios elementos en el terruño,  no puede faltar el degustar las frutas propias de la estación, mangos y jocotes, que con las primeras lluvias se maduran más rápidamente.

Al ver las medidas de jocotes, maduros, rojitos y amarillentos, que están a la venta en los mercados, en comercios informales, en sus numerosas rejas o en botes, listos para ser llevados, no puedo dejar de rememorar mi infancia… quienes tenemos la fortuna de conocer los árboles que nos obsequian los jocotes sabemos lo que significa subir a ellos y poder cortar la fruta, de preferencia ya madura, dulce,  jugosa.

La región donde tuve el gusto de conocer la producción de esta fruta está cerca de Chiapa de Corzo, en la Ribera Las Flechas. Recuerdo la fiesta que me provocaba cuando invitaban a mi familia para ir a cortar jocotes, caminar y recorrer los terrenos, a mí me parecían inmensos. Era todo un tour atravesar el camino, entre los árboles llenos de jocotes  verdes y maduros. Ahí es cuando escuché por vez primera que se recomienda no comerlos terminando de cortarlos, sobre todo si están asoleados, por aquello que nos provoque malestar estomacal.

Los jocotes son una fruta que se puede degustar verde, si les gusta el sabor algo acidito, se le puede agregar un poco de sal, chile y ya está;  con esto también  se puede acompañar un rico pozol blanco. O bien, si prefieren la fruta sazona, es decir, ni totalmente madura ni verde, tiene un rico sabor, se puede acompañar con chile piquín; si en realidad les gusta el jocote maduro lo pueden saborear así, de manera natural. Para quienes no les gusta la fruta al natural, pueden cocerla con azúcar o panela, agregar tantita canela, dejar que  hierva, enfríe y servirlos como un rico postre.

Parte de mi infancia fue entre mangos y jocotes, en esta temporada además de disfrutar ir a los jocotales, me encantaba ir a la zona del bajío, ahí estaban los árboles llenos de mangos. Era caminar un buen tramo, pero era una aventura realmente agradable, entre llenarnos  los zapatos de tierra,  ir corriendo con mi hermano y caer una que otra vez en la bajada que se iba desgastando con el paso del tiempo, hasta que fue poco accesible transitar por esa ruta. Una vez estando en el bajío, la tarea era ponernos a recoger los mangos que yacían en el piso, listos para llevarse a casa, habían desde los que estaban muy maduros, hasta los que habían caído recientemente, también los que no me gustaban mucho porque los gusanos los tomaban como viviendas. Mis favoritos desde siempre han sido los mangos sazones y verdes. Después de hacer nuestra recolección de mangos, dejábamos el cargamento en espera, nos dirigíamos hacia dentro de la zona del bajío para ver la producción de hortalizas, recuerdo que había cilantro, era una zona húmeda, muy fresca.

El regreso era la parte alucinante, lo que era risas y juego al bajar era un poco de martirio al subir, con todo y las bolsas de mangos a cuestas, llegar al terreno normal era haber logrado la meta. Otro de los recuerdos más gratos era que en el trayecto pasábamos por la casa de un matrimonio, doña Zenaida y don Victorino, me encantaba verles. Su vivienda era pequeña, rústica, de adobes. Eran amables con nosotros y para mí desde la infancia fueron personajes, de los que no se olvidan…

¿Y a ustedes qué recuerdos les traen las frutas de temporada?

Sin comentarios aún.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Comparta su opinión. Su correo no será público y será protegido deacuerdo a nuestras políticas de privacidad.