Fernando Castellanos, de seguidor de Meade a porrista de AMLO
Fernando Castellanos Cal y Mayor, quien apareció con el acto de prestidigitación del Tribunal Electoral del Estado como el quinto candidato a la gubernatura de Chiapas, ha mutado en un vehemente seguidor de Andrés Manuel López Obrador.
En sus actos de campaña del fin de semana, tanto en La Concordia como en Villaflores, candidatos del Verde, Chiapas Unido y Mover a Chiapas, llamaron repetidamente a votar por Morena a la presidencia de la República, pero a la gubernatura por los partidos que proponen al presidente municipal con licencia.
La estrategia es bastante simple: vender la idea a AMLO de que Fernando Castellanos trabaja para su causa, que no es un problema sino un apoyo verdadero para su candidatura, y que en caso de que gane, porque puede lograrlo ante la insípida campaña de Rutilio Escandón, sería el triunfo de uno de los suyos.
De esa manera el gobernador también envía señales, a través de los partidos locales, de que se verdadera tarea es concretar el triunfo del Peje, en un claro deslinde de la fracasada campaña de José Antonio Meade.
La candidatura de Fernando Castellanos se vendió como un contrapeso para evitar el triunfo de Roberto Albores Gleason y para incrementar las posibilidades de éxito de Rutilio Escandón Cadenas. Pero el mandadero puede quedarse con la compra, y es algo que desde ya presienten los seguidores del candidato de Morena, quienes seguramente le reclamarán al gobernador y manifestarán su descontento a Julio Scherer y a Yeidckol Polevnsky.
El malestar puede generar también una impugnación de la candidatura de Castellanos, porque todas las evidencias demuestran que la separación de su cargo como presidente municipal de Tuxtla fue a destiempo, y que las consejeras del IEPC, que se merecen todo el reconocimiento por hacer respetar la ley, actuaron con imparcialidad.
El problema es que las decisiones de este órgano, por más atinadas que puedan ser, se enfrentan al Tribunal Electoral del Estado, una instancia que está al servicio del Verde y de los partidos locales, como lo demostró al validar la participación del quinto candidato a la gubernatura de Chiapas.
Roberto Albores Gleason aparece en este proceso electoral como un candidato opositor al régimen actual, pero para eso debe construir un discurso alternativo, eficaz y punzante. Parece que eso no está en su registro, pero un cambio de estrategia así sería bastante bien aceptado en las zonas urbanas, porque se vería como un factor verdadero de cambio.
José Antonio Aguilar Bodegas, aparte de ser el candidato que mejor conoce los problemas y mejor plantea las soluciones para Chiapas, trae un discurso que empata con el diagnóstico y las necesidades de los habitantes de la entidad. Su problema es la baja presencia de los partidos que lo proponen y su incapacidad para aprovechar los espacios que por ley goza en la radio y en la televisión.
El gran beneficiado de todo este enmarañado proceso electoral, con la sumisión del Tribunal y los golpeteos al árbitro electoral, es Manuel Velasco Coello quien se juega la sucesión con dos candidatos suyos, muy cercanos a sus afectos, como lo son Fernando Castellanos y Rutilio Escandón, quienes desarrollaron una mediocre tarea en la administración pública y en la procuración de justicia, pero que en estos tiempos en que se premia el vasallaje y no la capacidad, están a la cabeza para ganar la próxima elección a gobernador en Chiapas.
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