La escasa moderación

Como el tema de las campañas ocupa prácticamente el debate y las opiniones que circulan por el espacio público, asumimos el reto de ofrecer algunas consideraciones al respecto, dado lo mucho que está en juego en este proceso electoral y que seguramente transformará el mapa de la representación política en el país. Esta quizás sea una buena noticia, pero el reto no es cambiar, sino lo que pueda venir después.

Concluido el primer debate y los posdebates, las campañas han desatado un febril activismo e incluso los tonos del discurso de los candidatos empieza a subir sus decibeles. Pienso que los debates sirven para muy poco, salvo para apreciar la presencia escénica y el desempeño de los candidatos en un ambiente que no está plenamente controlado por ellos. Por lo tanto, se trata de un ejercicio que acaso puede ser útil para juzgar el comportamiento de los contendientes frente a sus adversarios, que potencialmente puede mostrar los recursos con los que cuentan, pero a menudo terminan en una suerte de circo para un público que se asimila escaso de ideas con las que pueda sopesar las propuestas y ser crítico de las mismas. Con todo, es bueno que este tipo de encuentros continúen realizándose y, desde luego, puedan mejorarse en el futuro próximo.

Más aún, el debate no modificó sustancialmente las intenciones de voto de la ciudadanía. Las últimas mediciones publicadas por el periódico Reforma indican lo que ya todos sabemos, que el candidato de Morena sigue arriba en las preferencias, que acaso perdería un par de puntos luego del debate.

Mientras tanto, el más cercano perseguidor de AMLO, Ricardo Anaya, de la alianza Por México al Frente, igualmente no tuvo mayores cambios en las intenciones de voto, pero fue percibido como un astuto candidato que puede dar la pelea al puntero. Sin embargo, la distancia entre el primero y el segundo lugar todavía es grande; quizás por eso ahora están convocando al voto útil, muy al estilo de lo que ocurrió en las elecciones del año 2000; con la diferencia de que se trata de otros candidatos y una coyuntura muy distinta a la actual.

Para empezar, el PAN apenas y había iniciado algunas experiencias de gobierno en algunos estados de la república, particularmente en el norte del país. Tres años antes, el PRI había perdido el control de la Cámara de Diputados y Cuauhtémoc Cárdenas había ganado la jefatura de gobierno en el Distrito Federal. Seis años atrás, desde luego, estalló la guerra en Chiapas y el EZLN se convirtió en un actor político que incrementó la presión al régimen para continuar el ciclo de la democratización del país. Por lo tanto, se trataba de una inercia transformadora desde la sociedad que obligó a los actores políticos a continuar los cambios en el sistema político.

Así, la convocatoria al voto útil no sólo resulta prematura, sino incluso inviable. Más que un voto útil, se trata de un voto inútil dadas las condiciones en que se ha venido procesando las campañas. Aceptando sin conceder que esto se logre con el PRI ¿Anaya dejará el tono belicoso e incluso no meterá a la cárcel a Peña Nieto como ha prometido? Peor aún cuando se ha filtrado que existen reuniones entre dirigentes de Por México al Frente con un sector del empresariado, con el propósito de convencer al candidato del PRI para que decline en favor de Anaya. Como ha dicho el presidente del INE, Lorenzo Córdova, se han agotado los tiempos para que una medida de esa naturaleza pueda darse. Por otra parte, resultaría una suerte de suicidio político para el PRI, en tanto que la medida ahuyentaría a su propia base militante y abriría el riesgo de una extinción inexorable al disminuir su caudal de votos y, por lo tanto, sus espacios de poder medido en términos de posiciones en el Congreso. En el PRI pueden negociarse muchas cosas, pero sería contranatura poner en el centro de los acuerdos un armisticio.

Sin embargo, ya que el candidato del PRI, José Antonio Meade, no sólo se encuentra en un distante tercer lugar y, además, no logra transmitir emoción alguna que inspire a respaldarlo, ni la grisura fatal de su propia personalidad estimula a un público de electores que se ha cansado de las poses y lenguaje priista. Más complicado resulta para el candidato Meade cargar con el pesado fardo del regreso del PRI, con las grotescas muestras de corrupción que persiguen al mismo presidente y su círculo más cercano; de modo tal que tienen un enorme adversario que se materializa en el hartazgo ciudadano, de una opción política que después de 12 años ayunos de poder no cambió en modo alguno sino que, al contrario, elevó a la máxima potencia las prácticas que hacen de la corrupción el método que aceita la máquina de gobernar. Este mismos adversario es el que ahora espera gustoso repartir castigo mediante opciones o candidatos que a lo mejor no son de sus plena simpatía, pero que tiene más o menos claro lo que ya no desea en el gobierno.

De los candidatos “independientes” es poco lo que se puede decir, dado el escaso apoyo que tienen y que no parece que puedan alcanzar a mejorar de aquí a la elección. Por otra parte, no está demás insistir que están ahí justamente para restar votos o medrar pegándole a los punteros; como el Bronco, que puede lanzar provocaciones y propuestas descabelladas buscando la simpatía o el respaldo de algunos sectores de la sociedad.

Más recientemente, el sector empresarial ha empezado a desarrollar un mayor activismo político con declaraciones y mensajes en contra de uno de los candidatos. AMLO ha declarado que son un pequeño grupo que no representa a toda la iniciativa privada, sino aquellos que desean continuar el saqueo al país y continuar con el régimen de privilegios al amparo del poder público. El problema no es que los empresarios tengan posiciones políticas puesto que siempre las han tenido y actúan a fin de obtener beneficios del gobierno. El obstáculo mayor es la opacidad con la que se encubren sus ambiciones más genuinas. En un sano ejercicio de transparencia, deberían hacer público a qué candidatos apoyan y con cuanto dinero financian esas campañas. Por cierto, algunos de estos grupos empresariales han financiado a ciertas organizaciones de la sociedad civil que hacen un trabajo profesional por la rendición de cuentas y el combate a la corrupción.

Así las cosas, entre el hartazgo y las grandes expectativas de cambio que la ciudadanía alberga, todo parece indicar que el candidato con la mayor intensión de voto se enfila como ganador en la próxima contienda electoral del mes de julio. Contra mi voluntad, creo que nuestros problemas comenzarán el día dos y es más que probable que la frustración empiece a provocar nuestra impaciencia. Ojalá me equivoque porque los retos son enormes.

Un comentario en “La escasa moderación”

  1. Marco A. Dé Gante S.
    9 mayo, 2018 at 15:33 #

    Muy atinado en sus comentarios Señor Efrain. Comentarios imparciales, que nos indican de forma objetiva y veraz las cosas. También agradecer a Chiapasparalelo por permitir publicar, y nosotros hacernos llegar estas buenas notas. Gracias.

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