La esquina de don José

Pintura de Vincent Van Gogh

Cada semana suelo estar al pendiente los días en que pasa el camión de la basura, el toque de campana regularmente es después de las 7 de la mañana, es importante tirar la basura una vez que la campana haya sonado, para evitar que ésta sea regada.

En la esquina donde suelo dejar la basura sucede algo muy particular, las bolsas con basura se encuentran organizadas, sí, aunque les parezca raro. Las bolsas grandes están en la parte inferior, debidamente colocadas, en la parte superior las bolsas son más pequeñas y también se colocan ahí algunas cajas. Es muy raro hallar bolsas despedazadas o con la basura derramada. Esto no es acto de magia, es el resultado del esfuerzo que semana tras semana realiza una persona, don José.

En cada lugar donde vivimos, barrio, colonia, fraccionamiento, hay personajes que se distinguen, don José es uno de ellos. Es un señor alto, de tez morena clara, cabello encanecido, complexión delgada, mirada sincera y ágil caminar, aunque es una persona mayor, de aproximadamente 70 años. En algunas ocasiones porta una gorra, normalmente va ataviado con su camisola, de cuadros o de color verde olivo.

Cuando me mudé al barrio donde vivo creí era el velador de la cuadra, después me percaté que no. Don José es tímido, al menos así lo percibo. Suele responder los saludos, es reservado. Por las mañanas, previo al toque de la campana pasa en algunas casas a recoger las bolsas con basura, para luego hacer la organización de éstas en la esquina.

En ocasiones me ha tocado que me diga:

-Las bolsas pequeñas van arriba.

Haciendo alusión a que hay un orden de lo que ya colocó, para que yo siga ese orden. No niego que las primeras ocasiones que me dijo eso pensé:

-¿Para qué ordenar en esta esquina las bolsas con basura? De todas formas, cuando pasa el camión, quienes la recolectan las revuelven.

Sin embargo, una mañana me quedó muy claro que para don José esta actividad de ordenar la basura en su esquina, tiene mucho significado, la realiza con dedicación y esmero. Sucede que esa mañana salí a dejar basura, con esa actitud tan despabilada en una mañana fría, de las que aún hay en San Cristóbal de Las Casas. Saludé a don José que estaba concentrado colocando basura en una bolsa. Dejé mi bolsa y en un instante fugaz, la bolsa que don José tenía en las manos se desfondó y toda la basura cayó al piso. Entró en desesperación, dijo algunas expresiones de las que se suelen usar cuando una persona se enoja, pateó el piso. Me ofrecí ayudarle a levantar la basura y colocarla en otra bolsa que había, me lo permitió y ya quedó arreglado.

No pude evitar sentir un nudo en la garganta, para don José lo que había sucedido era importante, todavía tenía más que organizar, el camión de la basura estaba por llegar. Ahí comprendí que esa esquina donde semanalmente se organiza la basura que llevamos no es producto del azar, sino del trabajo que con dedicación y responsabilidad realiza don José, sin esperar el reconocimiento a su labor, ésa que para él – y ahora también para mí- es importante.

Puede ser que para algunas personas esa esquina no tiene significado, sólo llegan a dejar basura y ya; quizá haya personas que no se percaten del orden que hay en las bolsas y cajas que abundan ahí. Para mí es la esquina de don José, quien pone su madrugar, tiempo, entusiasmo e interés, cada mañana antes que pase el camión recolector de la basura.

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