Molinari y Comitán

Casa de citas/ 379

Molinari y Comitán

Héctor Cortés Mandujano

 

Mi amigo Álex Molinari me regaló dos de sus novelas recientes: El día que Cortázar llegó a Chiapas y La tarde que conocí el cine (Editorial Fray Bartolomé de las casas, 2015), quizá la novela más lineal de cuantas le conozco.

El narrador, como suele suceder en las novelas de Molinari, se llama Alejandro, vive en Comitán, tiene más o menos su edad y hace más o menos lo mismo que él (da clases, lee, ve cine) y tiene alguna de sus manías: nunca come fuera de su casa, por ejemplo. Hay referencias literarias (menciona a Julio Cortázar como su autor favorito) y al cine, por supuesto (inventa un director, Ruphert Stelzchner, y una de sus películas: Dios en el hueco), en donde aparece el ídolo máximo de su niñez, El Santo.

La niñez es el asunto más explorado en la novela y apenas hay un atisbo a lo que suele ocurrir en las otras novelas de Alejandro, la metaficción, cuando un lector le pide que cuente algo que ha dejado pendiente: el brutal asesinato de Pepe. Y la ficción, que suele irrumpir en sus historias, aquí apenas se vislumbra en la idea de que el patio de la casa de la abuela es la entrada a otra dimensión.

 

***

Ilustración: HCM

En Imagen de John Keats, ese largo ensayo, Cortázar menciona y cita varias veces al poeta argentino (Ricardo) Molinari; otro Molinari (Alejandro), éste de Chiapas, de Comitán, llama a una de sus novelas El día que Cortázar llegó a Chiapas (Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar, 2016).

El Julio Cortázar que llega a Comitán, sin embargo, no es el escritor argentino, sino un artista plástico mexicano que busca a una misteriosa joven llamada Helena. Caralampio Guillén Alcocer, El Jaibo, El Olvidado, quien cuenta la historia en una larga entrevista, está lleno de peculiaridades: es un conocedor a detalle del cine mexicano y ha llamado a su café Los Olvidados, en obvio homenaje a la película de Buñuel, pero también a un apodo que heredó de su padre; además, nunca ha salido de su casa, salvo un rato cuando niño y muchos años después, con su sobrino, cuando viajó a París y a Buenos Aires en busca del Julio Cortázar mexicano y también para acercarse al evanescente mundo literario del otro Cortázar, en especial a su cuento “El otro cielo”.

En esta novela, como en otras de Alejandro Molinari (Yo también me llamo Vincent e Historia triste de un cuentahistorias), la literatura, la lectura y los libros son un personaje y hacen que los humanos cambien sus existencias. Cortázar y Helena terminan siendo unos seres muy pedestres, enredados en historias delincuenciales, pero El Jaibo cambia su vida cuando descubre que los libros, lo que se supone son historias ficticias, pueden transformar nuestra realidad cuando creamos un pasadizo secreto que nos hace cruzar de Buenos Aires a París o, en su caso, de Comitán a los territorios del sueño cumplido.

La novela, en la metaliteratura de Molinari, está llena de guiños al cine y a las artes plásticas. De ella comparto estas citas.

Habla don Caralampio, El Jaibo, y describe a Cortázar (p. 14): “Él es un hombre serio, como si siempre bordara y tuviera que elegir los hilos que están en su cabeza”, y a uno de los emblemáticos actores mexicanos (p. 16): “Pedro Armendáriz es soberbio como un guajolote arriba del techo de un gallinero”.

Caralampio es bajito y Cortázar, altísimo. Lo describe el comiteco (p. 21): “De esas gentes que para verla hay que mirar hacia arriba, como si ellos fueran orquídeas sobre árboles y nosotros fuéramos simples margaritas a ras del campo”.

Sigue don Caralampio (p. 37): “Cuando la gente supo que no salía de casa para nada dijeron que mi papá me había olvidado; todo mundo soltaba la carcajada como se suelta el perro en la noche”.

La hermana de Julio, según Caralampio, tenía una voz (p. 56) “seca, como de pumpo con hoyo”.

Alejandro Molinari hace, en literatura, desde hace años, un trabajo permanente que da frutos cada vez más maduros, más ricos, más jugosos. Que así siga.

            Contactos: hectorcortesm@gmail.com

 

 

 

Un comentario en “Molinari y Comitán”

  1. Alejandro Molinari Torres
    30 mayo, 2018 at 8:06 #

    Gracias, admirado Héctor, por ser un lector atento de mis novelillas. Abrazo, siempre.

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