Definición de libre

Foto: Ángeles Mariscal

Estudiábamos el quinto grado de primaria (lo de estudiábamos es una mera alegoría). El maestro, sobre un estrado, se paseaba de un lado a otro con una vara de membrillo, que usaba para darnos correctivos en los muslos cada vez que no sabíamos la lección. Estábamos en clase de Español, el maestro nos dictaba definiciones de palabras. Buscaba en su mente una palabra y la dictaba, luego nos quedaba viendo y preguntaba: “¿Alguien sabe el significado?”. Silencio. Entonces dejaba pasar medio minuto y dándose ligeros golpes con la vara dictaba el significado. Terminaba, volvía a buscar en su mente y dictaba una nueva palabra. Esa mañana dijo: “Libre”, cuando acabamos de copiar, detuvo su caminata y viéndonos preguntó “¿Alguien sabe el significado?”. Silencio. Estaba a punto de comenzar a dictar cuando Armando, el de la cuarta fila, el compañero que había llegado a Comitán desde la Ciudad de México, pero que era muy callado, casi tímido, levantó la mano. El maestro lo vio, sus cejas se arquearon como ramas de árbol, sonrió y dijo: “¡Por fin! A ver, Armandito (jamás empleaba diminutivos afectuosos con nuestros nombres), a ver, dinos qué significa la palabra libre”. Armando se paró, colocó sus manos sobre el pupitre y dijo: Libre significa que el taxi está disponible. Todos nos vimos sin entender. El maestro somató la vara sobre su muslo. Vimos que su rostro se transformaba, en un segundo pasó de la rigidez de la piedra a la esponja de la sonrisa. Dijo que sí, que Armando tenía razón y explicó que en la  Ciudad de México tal y tal cosa. Mientras lo fue explicando yo vi a Armando agrandarse, como si con cada palabra se fuera inflando orgullosamente como globo. Después de la explicación del maestro comprendimos que en la Ciudad de México los taxis circulaban por las calles y avenidas y cuando uno estaba disponible estaba ¡libre! El usuario levantaba el brazo y con el dedo índice parado hacía la señal de  que necesitaba un servicio. En el Comitán de ese tiempo, los taxis permanecían estacionados en un “sitio”, que estaba en una calle lateral del parque central,  quien (en contadas ocasiones) necesitaba el servicio de taxi se trasladaba hasta el parque y subía al auto.

Cuando el maestro terminó la explicación tocó la campana para salir al recreo y la definición de la palabra quedó en la mera descripción del taxi.

No sé si a todos los alumnos de entonces, de toda la república les pasó lo mismo que a nosotros. No creo, hubiese sido mucha coincidencia, pero sé que algo extraño pasó con la definición de  la palabra libre, porque veo ahora (muchos años después) que tenemos confusión con la palabra libre. Tal parece que sólo nos ha servido para detener a los taxis que están desocupados, porque seguimos siendo como aves en cautiverio, atrapados en jaulas masoquistas, sin posibilidad de vuelo, sin comprender bien a bien lo que significa ser libre.

¿Quién es libre en este país? Parece que los taxis están ocupados y cuando levantamos las manos para solicitar un viaje nos quedamos así, con la mano levantada.

Nunca aprendimos el concepto libertario de la palabra libre, parece que en la escuela es imposible hallar el concepto real, porque los maestros siempre tienen un código prohibitivo en la boca y en la acción. ¿Quién puede ser libre si la enseñanza se sustenta en un código restrictivo? Ya no hay varas de membrillo, pero hay cadenas de sometimiento.

 

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