Pablo Salazar, en el territorio del no poder

Llega solo. Maneja su coche. No tiene guaruras ni chofer. Mientras tomamos un café se acercan varias personas a saludarlo. Una señora le dice que extraña los tiempos de su gobierno. “Había orden; había gobierno”, explica. Él solo asiente y se acomoda los lentes. Ríe. Se ve contento, ahora en el “territorio del no poder”. 

Es el mismo Pablo Salazar Mendiguchía a quien conocí en sus tiempos de candidato al Senado de la República en 1994: dicharachero, ocurrente y vital.

Sobre el territorio del no poder habla: “El poder desgasta”, decía Javier López Moreno, quien ha sido un hombre de ideas brillantes y frases punzantes, “pero desgasta más el no poder”.

“La frase me gustó. En algún momento de mi persecución, parafraseando al ex gobernador, le dije a mi verdugo: ‘Nos vemos en el territorio del no poder’”.

—Y ¿se han visto?

—No, para nada.

El tema queda acotado: el territorio del no poder. A mí me interesa lo que siente un político cuando pierde el poder, cuando deja de tener la influencia desmesurada como gobernador en un estado sin contrapesos efectivos. 

“Antes de cumplir treinta años, tuve mi primera lección política cuando ejercí el cargo de subprocurador. El día de mi cumpleaños recibí un poco más de 200 telegramas de felicitaciones y cualquier cantidad de regalos. Me sentí muy importante. El problema fue que al año siguiente, cuando ya no ocupaba ese espacio, solo recibí muestras de afecto de mis verdaderos amigos y familia.

“A esa temprana edad, entendí que, seguramente, los centenares de telegramas y regalos siguieron llegando a aquella oficina. Me quedó claro que, en política, las zalamerías abundan y los reconocimientos son al cargo más no a las personas que lo ostentan. Entender y aprender esta lección a tiempo, me evitó muchas decepciones. Eso no me volvería a pasar”.

En medio de la plática, se acerca un muchacho. Lo saluda con efusividad. Lo abraza. Vuelve al recuerdo mientras come un pan coleto, y yo mi café negro.

“En una ocasión, conversando sobre este tema con mi amigo el doctor José Narro, me compartió la simpática confesión de un viejo político que pasó al retiro. El personaje le contaba que, como funcionario público, debajo de la cubierta de su escritorio tenía un timbre para llamar a cada uno de sus colaboradores. Cuando le preguntó qué era lo que más extrañaba en su nuevo espacio de no poder, sin titubeos, le respondió: ‘los timbres’”.

—¿Ya van a ordenar? —nos pregunta una señorita.

Pedimos una docena de sopes teopiscanecos con cuatro huevos estrellados. La mitad para cada uno. 

Dice que como gobernador, tomó la decisión de no pasar sus cumpleaños en Chiapas. Un día antes lo celebraba con su familia y después se marchaba. Le repugna, afirma, el fasto de la clase política con esos “espectáculos vomitivos de autocelebración”,  porque “la gente es utilizada y convertida en un trofeo con el que pretenden enmascarar una supuesta popularidad: ‘¿Cuántos llevó zutanito a su cumpleaños?’. ‘Cinco mil’. ‘¡Ah! Entonces, yo haré uno con diez mil’.

“El más ofensivo acto de este tipo que me tocó vivir durante mis primeros años de observación política, fue el protagonizado por Sabines, el viejo. Ni siquiera la bien ganada fama de borracho, parrandero y mujeriego, justificó ante mis ojos lo que estaba viendo. El 24 de junio, día de su cumpleaños, a todo lo largo de la Avenida Central y Quinta Norte de Tuxtla, en cada esquina, hieleras repletas de cervezas y marimbas para el pueblo, amenizando la borrachera colectiva. Una auténtica orgía de poder. 

“Ese hombre, a mi entender y de quienes tengo memoria, es quien más sufrió el territorio del no poder, al punto de intentar suicidarse”.

Con Pablo Salazar hay que interrumpir el desayuno de forma constante. Lo saludan, abraza, recuerda nombres de colaboradores y de viejos amigos, manda saludos…

(Fin de la primera de dos partes). 

2 Comentarios en “Pablo Salazar, en el territorio del no poder”

  1. LILIA
    13 septiembre, 2018 at 13:51 #

    Sin duda coincido con lo dicho por Baltazar, fue uno de los mejores gobernadores que ha tenido Chiapas, en ese periodo hubo rumbo y logros en bien del desarrollo de la entidad. Felicito a Sarelli Martínez por esta interesante entrevista a Pablo, un gran chiapaneco, estratega y político inteligente y visionario, siempre bien recordado por la mayoría de los ciudadanos a pesar de la constante e inexplicable campaña de difamación en su contra. Esperamos con entusiasmo la segunda parte!

  2. baltazar
    11 septiembre, 2018 at 7:11 #

    ´Sigo repitiendo a donde quiera que voy, que este Sr. fue el mejor gobernador del estado de Chiapas de los últimos 40 años, Tuvo mas virtudes que defectos, aunque como todo buen político sus excesos de poder y sus pifias gubernamentales le generaron el odio de una buena parte del sector de la población. Espero en la segunda parte del reportaje escuchar una verdadera auto critica, que es lo que mas les falta a los políticos. Yo como ciudadano común reconozco lo bueno de su gobierno,, el como funcionario publico debe reconocer sus errores. Saludos

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