Conversación con los ángeles

Casa de citas/ 398

Conversación con los ángeles

Héctor Cortés Mandujano

Las Brisas

 

Los ángeles aseguran que es más fácil transformar una lechuza en una paloma

y un murciélago en un ave del paraíso

que transformar un espíritu infernal en un ángel del cielo

Emanuel Swedenborg

 

Borges menciona tan insistentemente a Emanuel Swedenborg (1668-1772), científico, filósofo y teólogo sueco, que cuando logré al fin conseguir en pdf su libro clave lo imprimí y lo leí de pe a pa: El Cielo y sus maravillas y el Infierno de cosas oídas y vistas, traducido por Jörgen Anderson.

Con sencillez dice Emanuel en el prólogo: “Me ha sido otorgado estar con los ángeles, y hablar con ellos como hombre con hombre y así como ver las cosas que hay en el cielo y también las que hay en el infierno, y esto por espacio de trece años, siéndome ahora permitido referirlas por oídas y vistas”.

Lo que escribe amplía, contradice o certifica lo dicho por la Biblia: “En el cielo hay como en el mundo cuatro puntos cardinales, oriente, mediodía, occidente y septentrión”.

Dice: “En el cielo entero no hay un solo ángel que haya sido creado ángel desde el principio, ni en el infierno diablo alguno que haya sido creado ángel de la luz y precipitado, sino que todos, tanto en el cielo como en el infierno, son del género humano; en el cielo los que han vivido en amor y fe celestial, en el infierno los que han vivido en amor y fe infernal”.

Swedenborg afirma: “Me ha sido permitido hablar con hombres que vivían hace mil setecientos años”, y aclara: “Los pobres no entran en el cielo a causa de su pobreza sino a causa de su vida, a todos les siguen sus vidas, al rico como al pobre; no hay en particular más misericordia para uno que para otro”.

Tiene el libro todas las respuestas: “Cuando un hombre pasa de esta vida a la otra, o de este mundo al otro, es como si pasara de un lugar a otro lugar y lleva consigo todo cuanto posee en sí mismo, de modo que no se puede decir que el hombre después de la muerte, que es la del cuerpo terrenal, ha perdido algo de lo suyo. […] Todo cuanto vio, oyó, leyó, aprendió y pensó, desde la primera infancia hasta el fin de la vida, lo retiene”.

 

***

 

Leo el número 47 de Tramoya, de abril.-junio de 1996, que es en realidad un libro de casi 200 páginas de únicamente teatro (ensayos, monólogos, obras) y me gusta el epígrafe de “Naturaleza muerta & Marlon Brando”, de Humberto Leyva (p. 6): “En Chihuahua los indios raramuris, si se ven por la calle en lugar de preguntar ¿Cómo estás?, se dicen: ¿Qué soñaste?

En “Mujeres alejándose en la playa”, de Ángela Galindo, dos personajes hablan sobre la fotografía (p. 32): “LUCÍA I: Es ridículo intentar detener el tiempo. Las fotos detienen un instante. Pero es la imagen de algo que ya no existe.

“SANTIAGO: Precisamente por eso son maravillosas, son lo único que queda de la vida.

“LUCÍA I: Es que no es de la vida. Son cadáveres frescos, eso sí. Pero es algo sin vida.”

En “La censura: una fiesta para compartir”, ponencia de Ángel Norzagaray, da varios ejemplos de versos de doble interpretación, divertidos, sicalípticos (p. 86): “Mi caballo se cansó/ ónde cortaré una vara/ como anoche no cenó/ cada rato se me para” y, también, en la misma página: “Los patos en la laguna/ huyen de la tempestad/ si sientes que te lastimo/ te sacaré la mitad”.

 

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Aunque ya descontaron uno (Plutón, que es también uno de los sinónimos del Hades y, por extensión, del Diablo), tradicionalmente, los de mi generación, aprendimos que había nueve planetas en el sistema planetario solar. Algunas palabras, derivadas de los nombres de los planetas, significan ahora, sin embargo, cosas distintas.

Mercurial, aunque se deriva de mercurio, es también una planta y un sistema de control de versiones multiplataforma, para desarrolladores de software.

Venusiano sí se refiere a posibles pobladores de Venus, pero hay quienes confunden el “gentilicio” y escriben venusino, que se refiere a quienes nacieron en Venusia, antigua ciudad de Italia.

Terrenal se usa como antónimo de espiritual.

Marciano se refería sólo a los habitantes de Marte, pero ahora, por extensión, a todos los extraterrestres.

Jupiteriano, como adjetivo (arrogante, altivo, dominador), fue derivado de los signos zodiacales (los planetas, se supone, atraviesan cada signo).

Saturnino es sinónimo de triste.

Urano y Neptuno, me parece, sólo hacen referencias a los dioses y a los planetas.

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

 

 

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