Una farsa sobre el Premio Chiapas

El Premio Chiapas en Ciencias 2018, que entregue —mañana o pasado mañana, el lunes o el martes— el gobernador Manuel Velasco, será a un intelectual de mucho prestigio, autor de por lo menos media docena de obras fundamentales para conocer a nuestra patria chica.

El inminente galardonado, publicó a sus escasos 17 años Serenata diurna para conocer a los trasnochados del Barrio de Juy-Juy, obra que cosechó las críticas más elogiosas de los intelectuales chiapanecos. Enoch Cancino Casahonda, médico y poeta, escribió en sus obras completas (volumen 8, página 335), que había nacido el nuevo Rimbaud, y que su alumbramiento había tenido lugar en Chiapas, tierra con “alma de cruz y de montaña”.

A partir de entonces, recibió incluso el reconocimiento en trabajos menos sustanciosos o en malogrados ejercicios experimentales.

Eso sí, cuando escribió su obra filosófica Diez maneras escatológicas para conocer a un chiapaneco (y a un mexicano) no hubo suficiente espacio en la revista del Ateneo para hablar de la propuesta ensayística del poeta, convertido en uno de los pensadores más jóvenes de la república de las letras.

Su genial Opúsculo de un hombre del sur que mira al horizonte del norte fue comprendido por pocos, pero para no quedar como ignorantes, los reporteros de cultura, exaltaron el escrito. Juan Bañuelos, que había publicado una crítica profunda sobre Serenata diurna, en esta ocasión se quedó callado. 

Con La mujer al revés, exploró su vertiente más alegre, al entrecruzar ironía, chanza y desengaño. Eraclio Zepeda, en la introducción de esta obra, comparó el nuevo salto del escritor con el retorno a sus orígenes, a su alma risueña y a los rincones y tradiciones del Chiapas profundo. 

A los 30 años, este escritor, que era entonces más famoso que Sabines, que Rosario Castellanos y que todos los Espigos juntos, se tomó un sabático para repensar, dijo, su universo literario y sus ideas filosóficas. Ese año se convirtió en dos, luego en seis, hasta que en el treceavo año, editó una plaquette de seis poemas que tituló Deseos consumidos en una hamaca y que firmó con su alter ego Cipriano Méndez Tondopó, y que dedicó al estudiante de derecho Marco Antonio Besares Escobar.

Portada del libro extraviado del Premio Chiapas 2018.

La fuerza de aquellos poemas conmovieron a los creadores y ocuparon las mejores horas de reflexión de muchos sabios refugiados en viejos escritorios de universidades mexicanas. Se expusieron tesis absurdas sobre el enigmático autor. Algunos decían que era una mezcla perfecta entre Carlos Monsiváis y José Gorostiza, pero ya hacía mucho que al de la putilla del rubor helado se lo había llevado el diablo. 

Solo el joven Joaquín Vázquez Aguilar, y de eso dejó constancia En el pico de la garza más blanca, acertó al afirmar que había una línea de continuidad y de madurez constante entre Serenata diurna, Opúsculo de un hombre del sur y Deseos consumidos en una hamaca. Como el foro de Quincho no iba más allá de El Garabato, pocos lo escucharon  y mucho menos le hicieron caso sobre el descubrimiento de la autoría de ese texto. 

A los 49 años, publicó con su nombre pero en una editorial marginal, Infancia en el paraíso de Cahuaré, que si bien no es su su mejor obra, rompió los moldes conocidos y llegó al gran público. La primera edición, de apenas 500 ejemplares, pronto fue reeditada, y en ediciones siguientes los tirajes eran de mil, incluso de dos mil 500 ejemplares, en rústica y al precio módico de 20 centavos con el que se vendía en la Librería El Progreso.

Pasaron los años sin que el poeta, novelista, ensayista y filósofo chiapaneco moviera la pluma; decía que estaba fastidiado del mundo y de la política literaria, y que lo suyo era el quehacer creativo y callado, y que no lo importunaran con conferencias, presentaciones de libros o distinciones.

Sus amigos, sin embargo, lo convencieron para que participara en el Premio Chiapas 2018, que precipitadamente lanzó el gobierno, y como no hay en el estado quién iguale sus méritos, se da por descontado que será el próximo ganador. Además, cuando otros aspirantes, supieron de su inscripción, decidieron retirarse del proceso, porque más que este escritor merezca el Premio Chiapas, dicen, es el Premio Chiapas que merece a este gran escritor, algo que avala el  jurado designado para esa ocasión y que decidirá, según han dichos sus miembros, sin interferencias políticas de ningún tipo. ¡Veremos si cumplen su desgastada palabra!

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