México después de 1968 (2 de 3)

Desde la izquierda, el post 68 fue el escenario para la desaparición del Partido Comunista Mexicano, la aparición del Partido de la Revolución Democrática (PRD) liderado por la figura señera de Cuauhtémoc Cárdenas, partido que actualmente está en completa decadencia, además de las importantes reformas electorales ideadas por Jesús Reyes Heroles, uno de los intelectuales orgánicos más destacados del régimen político mexicano. Así mismo, la prensa nacional, aquella “prensa vendida”, vio que se abrían espacios antes impensados, como el periódico “La Jornada” o el “Excélsior” de Julio Sherrer García, que después, fundaría la revista Proceso, decana del periodismo crítico en México. Se percibe que hubo una intensa discusión al interior de los círculos de poder en México, para evitar otro movimiento como el de 1968, acrecentando y refinando el arte de la simulación y concediendo en aspectos que dejaban intocados los intereses básicos del poder y de la economía política capitalista.

Otro aspecto importante del México posterior a 1968, fue la consolidación del feminismo. Si volvemos la mirada hacia la composición del liderazgo del Consejo Nacional de Huelga en 1968, encontraremos que son escasas las figuras femeninas. De hecho, sólo dos mujeres destacaron: Roberta Avendaño, la “Tita” e Ignacia Rodríguez, “La Nacha” (que recién ha publicado un conmovedor libro: Cartas de Libertad, Ediciones Quinto Sol, 2018), en un órgano de dirección compuesto por 225 delegados de escuelas y universidades en huelga. Pero el 68 desató la participación de las mujeres en la vida política del país y avanzó también el feminismo que actualmente tiene figuras importantes en México. Así que la apertura de la prensa mexicana y la consolidación del feminismo, son dos resultados destacados del movimiento estudiantil de 1968. Por cierto, el México actual es, junto con Siria, el país en donde se asesina a más periodistas en el mundo.

El México después de 1968 vio llegar otra novedad: la eliminación del permiso para salir a las calles a manifestar. Antes del movimiento estudiantil, era obligatorio pedir permiso a las autoridades para manifestarse, contraviniendo la Constitución Política Mexicana que garantiza el derecho de expresión. Toda manifestación que no era autorizada, se reprimía y encarcelaba a los líderes, que pasaban a ser reos de los artículos 145 y 145 Bis del Código Penal Federal, tipificados bajo el delito de “disolución social”. Dichos artículos se añadieron en los tiempos de la segunda guerra mundial, para castigar a quienes apoyaban a los nazis de Adolfo Hitler. Al terminar la guerra, se dejaron en el Código Penal para aplicarlo a los disidentes, y negar que en el país hubiera “presos políticos”. A los estudiantes del 68 se les aplicaron los susodichos artículos del Código Penal con el propósito de mantenerlos encarcelados un buen número de años. Fue el Presidente Echeverría, dentro de su estrategia de “reconciliación”, quien excarceló a los dirigentes presos además de permitir el retorno de aquellos que se habían exilado en Chile.

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