La complejidad del cambio social

A Sinar Corzo,

Asesinado en Chiapas por disidente.

Las sociedades actuales se caracterizan por la economía política, la desigualdad social y el Estado. La economía política dominante en el planeta es la propia del capitalismo, con sus variantes, pero como un modo de producción o formación económica de la sociedad, que existe a lo largo y a lo ancho del planeta. Desde las primeras décadas del siglo XX, un analista de la economía, Rudolf Hilferding (Ver: El capital financiero, 1910), comprobó que el dominio o control de la economía política del capitalismo la tiene el capital financiero. Además, el núcleo más poderoso de ese capital financiero, se localiza en los Estados Unidos y desde allí, preserva el control de la economía mundial. Por supuesto, que existen resistencias de intereses en otros países con economías fuertes y grupos financieros importantes. Para equilibrar esos intereses, y que no se destruyan entre sí, existe el Estado, como un órgano arbitral que busca mantener el equilibrio entre los mismos círculos dominantes y entre estos y otros sectores de la sociedad que pugnan por establecer sus derechos. En el terreno de la administración pública y la conducta de los círculos de poder económico hacia el resto de la sociedad, las variantes no son muchas: es el llamado liberalismo, la democracia, lo que impera en el mundo del capitalismo. Pero es una democracia controlada. Además, existen variantes ideológicas que oscilan desde un extremista como Bolsonaro y Trump, hasta una Melker, con un estilo diferente. Es una complejidad que debe entenderse a través de un hilo conductor que es el funcionamiento de las relaciones de trabajo, la subordinación de quienes producen la riqueza del planeta a quienes controlan las relaciones de trabajo. Es una complejidad con infinitas aristas y variantes, lo que la hace más difícil de aprehender.

Una característica es importante de aclarar: no es lo mismo cambiar las relaciones sociales en torno al trabajo que cambiar la manera de manejar los asuntos públicos, la esfera de lo público, que se controla desde el Estado. En ese sentido, existen sociedades capitalistas que, si bien conservan el núcleo de la economía política intacto, tienen ciertos controles que hacen menos notable la atadura del trabajo. Ejemplos: Islandia, Dinamarca, Holanda, Finlandia, Suecia o Noruega. Allí, los círculos financieros conservan cierta “decencia” en los manejos de los asuntos públicos: funciona la policía, la impunidad está controlada, existen derechos que se respetan generalmente como el tener vivienda digna, trabajo remunerado, educación de calidad, agilidad en el manejo de los asuntos públicos, etcéteras y más etcéteras. Son sociedades que han resuelto el equilibrio entre intereses dominantes y poseen Estados que, preservando el interés de los círculos financieros dominantes, garantizan los factores elementales para una vida social ordenada. Pero en países como el nuestro, que se forjaron en el contexto de la mundialización del capitalismo a través del colonialismo, las características del manejo de los asuntos públicos son distintas. Y lo son, porque el colonialismo forjó a estas sociedades en medio de la violencia, el servilismo, el racismo exacerbado, el irrespeto a las normas elementales de la convivencia y la impunidad generalizada. Digamos que los rasgos extremos de la desigualdad social que caracterizan a las economías y sociedades capitalistas, se localizan en aquellos países que se forjaron a través del colonialismo.

En el contexto descrito, el nuevo gobierno de México a lo más que puede aspirar es a “adecentar” la vida pública, pero no cambiará la economía política del país. Por cierto, será un logro notable si hay éxito en desterrar la impunidad, la terrible violencia que azota al país, la justicia inclinada hacia el lado de los círculos de poder, la corrupción a niveles inimaginados. Además, si se examina la escala de corrupción que publican diversos organismos, se verá cómo esta se concentra en países surgidos de un contexto de colonialismo. De ninguna manera deja de existir la corrupción en el ámbito capitalista avanzado, pero en los países que dominan la economía financiera del planeta, existe un control de la misma. En países como el nuestro, la corrupción se desboca y profundiza la desigualdad social, la hace cada vez más compleja. Las ciencias sociales explican estos contextos y por eso mismo, no son del agrado de los círculos de poder. Hacer ciencia social en países como los latinoamericanos o caribeños, implica aplicar un enfoque crítico, analítico, para desentrañar los núcleos de la desigualdad. Es una tarea compleja a la medida de la complejidad de la desigualdad social y del largo camino que queda para lograr el cambio en la naturaleza de la sociedad. Veremos en este período qué tramo caminamos y hasta dónde llegaremos.

Ajijic, Ribera del Lago de Chapala. A 6 de enero de 2019-

2 Comentarios en “La complejidad del cambio social”

  1. Efraín José Peraza Tamayo
    10 enero, 2019 at 12:24 #

    Ante una descripción tan objetiva de la realidad partiendo de un análisis centrado en la economía política, y viniendo de un académico cuyo perfil habla por sí mismo, lo mínimo que esperaríamos sería una propuesta objetivamente posible también. Y no tan solo un veremos……… Pero bueno, repito, a veces la academia se circunscribe tan solo en eso, análisis y estudios y más pero nada más, veremos, sí veremos, y/o también por qué no, actuemos, según la consciencia de cada quien en su espacio, «en sus geografías»en sus sociedades por un «otro mundo posible»

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  1. La complejidad del cambio social – Unidad Regional - 10 enero, 2019

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