En la alegría, en la salud y en la enfermedad

Imagen: Okdiario

La tarde de ese miércoles sería inolvidable para Maricela, después de muchos meses de no ver a su amiga Leticia la saludó, no fue un saludo cualquiera, sino un abrazo de hermandad, por ese gesto que las unía desde más de una década. Leticia pasaba por un mal momento y sabía que Maricela estaba ahí para escucharla y apoyarla.

Para Maricela la amistad era uno de los regalos más valiosos en su vida, tenía pocas amistades pero eran como tesoros y parte de su familia del corazón, Leticia era una de ellas. Vinieron a su mente recuerdos de muchos años atrás donde Leticia le había acompañado en uno de los momentos más difíciles en su vida, por motivos de salud.

Se remontó a todo el apoyo que su amiga había brindado a ella y su familia, la recordó dándole ánimo, estando al pendiente de su mejora y aconsejándole para no darse por vencida.

En ese ejercicio de remembranzas Maricela trajo a su mente que esa amistad había surgido por el lazo espiritual con el que coincidieron y que permanecía a través de los años, los espacios y las distancias.  Llegaron las imágenes de las diversas experiencias compartidas, los lugares recorridos, los aprendizajes, los paseos, los intercambios profesionales aunque tenía perfiles diferentes, las salidas que fueron haciéndose cada vez más esporádicas por las agendas de ambas. Finalmente, siempre habían estado juntas, a través del tiempo y la distancia.

Leticia era una persona con fortaleza, valiente, reservada, con buen sentido del humor, una sonrisa contagiosa y gusto por la cocina. Maricela había aprendido a conocerla a través de los años y ahora que la veía sabía que esas características de fortaleza y valentía le ayudarían para superar ese trago amargo por el que pasaba y ahí estaba ella, para animarla a continuar caminando.

Maricela trajo a su mente frases que solía decirle su mamá sobre las verdaderas amistades, como siempre acertaba en esa sabiduría que es propia de las mamis y en este caso, lo confirmaba con Leticia.

Las amistades que son familia del corazón llegan para quedarse, una sabe que están ahí y que cuando se les requiera se hacen presentes, porque permanecen en la alegría, en la salud y en la enfermedad. Se sintió afortunada por poder estar para sus amistades y ser correspondida. Respiró profundo al tiempo que sus ojos se humedecieron…

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