Sagrada como Satanás

Casa de citas/ 444

Sagrada como Satanás

Héctor Cortés Mandujano

 

August Strindberg, nacido y muerto en Estocolmo, Suecia (1849-1912), es uno de los dramaturgos básicos del teatro universal. Leo su Teatro de cámara (Alianza Editorial, 2000), que contiene cuatro obras: “La tormenta”, “La casa incendiada”, “La sonata de los espectros” y “El pelícano”. De ellas, las siguientes citas.

Dicen que la gente que habla mal de ti es aquella a quien ayudaste. Eso asienta también Strindberg en “La casa incendiada”, a través de uno de sus personajes (p. 89): “Como una vez lo saqué de un apuro, después, naturalmente, comenzó a odiarme”.

Como lo avisa el título, una casa se incendia. Cuenta Matilde (p. 102): “¿Sabes que nuestras palomas habían hecho su nido en el tejado? Cuando comenzó el incendio se pusieron a volar en torno a la casa, pero cuando se hundió el tejado, se lanzaron de cabeza a las llamas… No podían separarse de la vieja casa”.

Dice el Viejo en “La sonata de los espectros” (p. 139): “El otro día leí que los diferentes idiomas surgieron entre los pueblos primitivos de la necesidad de cada tribu de ocultar sus secretos a las otras”.

En “El pelícano” la madre pregun

ta al yerno que acaba de casarse con su hija (p. 165): “¿No sois felices?”, y él contesta: “¿Felices? Si me explicas lo que es eso…”.

La madre de esta obra es terrible. El hijo la critica y su hermana intenta acallarlo con un lugar común (p. 179): “La madre es sagrada”; el hijo responde: “¡Como el mismísimo Satanás!”.

 

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Foto: Mario Robles

Leo detenidamente las casi 700 páginas y hago los ejercicios que propone Metagenealogía (Grijalvo, 2011), de Alejandro Jodorowsky y Marianne Costa.

Según Jodorowsky, nuestra vida la constituyen por lo menos 14 personas, aparte de nosotros: dos padres, cuatro abuelos y ocho bisabuelos. Su genética es directa. También influyen, por supuesto, los hermanos, las tías y tíos, y todos los que nos ronden en la infancia sin que podamos echarlos (como lo podemos hacer después) de nuestra presencia.

La cifra se multiplica con facilidad (p. 80): “En treinta generaciones nuestros antepasados son 1.073.741.824, es decir, más de mil millones”.

El libro ejemplifica, cuenta muchos casos (p. 184): “La mujer ideal puede caer del cielo: la famosa cantante de tangos Libertad Lamarque, en un momento de soledad depresiva, se lanzó por la ventana de un cuarto piso y cayó sobre un hombre que, por primera vez, caminaba por esa calle. A ella no le pasó nada, pero a él le rompió varias costillas. Sintiéndose culpable lo acompañó al hospital y luego lo visitó hasta que pudo restablecerse. Se enamoraron y se casaron…”

Sus juicios no siempre son los que aconseja la cursilería popular (p. 201): “Una mujer que se queda encinta contra la voluntad de su compañero, no le hace padre, sino que por el contrario le priva de la paternidad”.

Es lapidario (p. 241): “Cuando alguien se dispone a dar vida a un niño, le inscribe en la condición humana, lo cual quiere decir que se le da como destino morir”.

Dice (p. 564): “Las enfermedades y dolores que nos aquejan tienen un sello personal. No existe la gripe, sino mi gripe, tu gripe o su gripe, cada una con manifestaciones y consecuencias distintas”.

Cita a muchos en su extenso y nutriente libro (p. 619): “El ocultista Gurdjieff cree que nacemos tan sólo como una semilla de alma, a la que tenemos que hacer crecer o pagar las consecuencias. ‘Los que viven como puercos, mueren como perros’ ”.

En el epílogo nos aconseja (p. 685): “El ego opone una constante resistencia, defendiendo las huellas del pasado. Si queremos realizarnos espiritualmente debemos luchar contra él toda la vida, hasta nuestra muerte. […] No hay una perfecta realización individual, sino una constante lucha contra los límites personales”.

 

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Me gustó mucho la estructura del ensayo Los escritos de Carlos Fuentes (Fondo de Cultura Económica, 1998), de Raymond Leslie Williams (por cierto, el traductor del libro es Marco Antonio Pulido Rull, hermano de mi querido amigo Luis Daniel Pulido).

Tiene como centro Terra Nostra. Por eso el antes y el después tienen que ver con cómo Fuentes llegó a esa novela total (es tan grande, tan voluminosa, que el ocurrente Monsiváis dijo que iba a pedir una beca para leerla); por eso, el primer capítulo se llama “Una biografía intelectual: el viaje hacia El Escorial y Terra Nostra”; el segundo “Hacia una relectura de Terra Nostra” y el tercero “”Releyendo a Fuentes”, que se refiere (p. 13) “a otras obras de Fuentes y la relación que guardan con Terra Nostra”.

En el primer capítulo, Fuentes dice de Thomas Mann (p. 45): “Siempre le estaré agradecido por enseñarme, de manera silenciosa, que, en literatura, uno sólo sabe lo que uno se imagina”.

A Leslie le parece que hay una fuerte influencia de Paz en Fuentes. Cita incluso a González Echeverría, quien opina que Terra Nostra es (p. 99) “una repetición de los temas que puso en el tapete Octavio Paz en El laberinto de la soledad”. Y si Terra Nostra es el culmen de lo escrito por Fuentes antes (en especial Las buenas conciencias, La región más transparente, La muerte de Artemio Cruz y Cambio de piel, que de algún modo revisan los conceptos de mexicanidad) las ideas de Paz aparecen en todo como una presencia constante (p. 100): “Fuentes estaba indiscutiblemente marcado por El laberinto de la soledad tal como lo estuvieron numerosos escritores de su generación”, y más (p. 148): “La región más transparente fue la primera respuesta novelada que hizo Fuentes al ensayo de Paz”.

[Paz estaba muy claro de su influencia en Fuentes. Dice en “Genealogía de un libro: Libertad bajo palabra”, entrevista con Antonhy Stanton (Miscelánea III, Entrevistas, Obras completas, FCE, 2003), que (p. 116): “Los textos de Arenas movedizas (de su libro ¿Águila o sol?) también tuvieron cierta influencia en el primer libro de Fuentes”; “¿Los días enmascarados?”, dice Stanton, y Paz contesta: “Sí. Asimismo, en algunos momentos de sus otros libros”. En el mismo libro dice en la entrevista con Silvia Cherem S., “Soy otro, soy muchos…”, p. 374: “Ayudé con entusiasmo a Carlos Fuentes: yo le sugerí el título de su primer libro”.]

Me gustó mucho una cita que Leslie Williams hace de Constancia y otras novelas para vírgenes, de Fuentes (p. 160): “La solución del enigma es otro enigma”.

En uno de los apéndices, Leslie entrevista a Fuentes y éste dice al final (p. 203): “La literatura está hecha de comunicación, descubre lo que relaciona a todas las cosas entre sí. Complementa nuestras ausencias, nuestras necesidades. Se sostiene sobre el mundo, pero le añade algo nuevo”.

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

 

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