El futbol femenil: los rostros del fuego

Para mis hermanas, que nunca practicaron futbol,

pero una de ellas ha sido una hincha irredenta.

Como aficionado a los deportes, no me sorprende que el mundial de futbol femenil no haya despertado mucho entusiasmo en nuestro país. Creo que para bien, la situación es algo distinta en otros lugares del orbe que alguna relevancia dieron al torneo mundialista.

En efecto, el futbol femenil escasamente atrae los reflectores de los medios de comunicación, pese a que la actual justa deportiva llevada a cabo en Francia apenas hace unos meses haya tenido ganancias económicas nada despreciables. Tampoco resulta extraño que escasamente despierte el interés de columnistas y articulistas deportivos (cosa que en cualquier otro país resultaría insólita), menos aún de quienes simplemente ejercen el oficio de arrastrar la pluma ocasionalmente. Por supuesto que esto no es solamente el resultado de la situación que se vive en los deportes a escala global, donde las grandes firmas y corporativos se apropian del juego; es también el resultado de lo que somos como sociedad.

Desde luego, existen algunos aspectos en que no son comparables el futbol que practican los hombres frente al que realizan las mujeres. La cantidad de dinero que se mueve en el primero es infinitamente superior al segundo. Se sabe, por ejemplo, que la FIFA invierte 18 veces más en el mundial varonil que en el femenil. Pero en los aspectos físicos y estratégicos no existe ya una gran diferencia; no se necesita ser un gran experto para ver que las mujeres practicantes de este deporte son genuinas atletas e igualmente se estudia la mejor manera de ganar en el juego.

Hasta hace poco tiempo, los grandes equipos de futbol empezaron a formar sus escuadras femeninas, pero las diferencias salariales son abismales. Mientras tanto, el Real Madrid ha sido de los últimos equipos grandes del futbol mundial que apenas este año decidió integrar su propia escuadra femenina. Otros equipos, como el Barcelona, por ejemplo, o varios de las escuadras nacionales (Tigres, América, Cruz Azul, Pachuca, entre otros) llevan algunos años promoviendo el futbol femenil en sus propias filas y es bueno reconocer ese hecho.

Cuando uno cambia la escala de observación y se concentra en lo que las filiales de los equipos, por ejemplo en México, uno puede percatarse que ya desde hace algunos años en el nivel infantil se juega en escuadras mixtas y las niñas, al menos las que he tenido la oportunidad de ver por los equipos en los que ha jugado Marcelo, se desempeñan bastante bien.

Pero hay elementos donde el futbol femenino resulta superior y pronto será igualmente un buen negocio. Espero que esto no demerite el espíritu del juego. Van algunas consideraciones con el propósito de medianamente subsanar nuestra inaceptable falta de atención en el futbol femenil.

En general, la mujeres demuestran mayor disciplina en el juego que los hombres. Pueden cometer errores como cualquiera, pero si de estrategia se trata se apegan estrictamente al libreto o al sistema de juego que sus entrenadores diseñan. No es que esto no existe en los equipos varoniles, pero es muy común ver a los entrenadores echar hasta espuma por la boca ante la indisciplina de los jugadores en el campo.

El futbol, como se sabe, es un deporte de contacto, de modo que son inevitables algunos golpes o roces entre los jugadores. He observado que cuando se trata del juego entre mujeres, no es que no ocurran entradas o jugadas fuertes, de hecho las hay a menudo, pero por lo regular se trata de acciones más leales de lo que con frecuencia sucede para el caso de los hombres. No solamente pueden ser más fuertes los contactos en el futbol varonil sino que reiteradamente se cometen muchas faltas con la intención no solamente de detener el juego; también se trata, en ocasiones, de lastimar al contrario.

En el futbol femenil no hay tanto teatro o falsedad para tratar de engañar al arbitro, detener el juego o alguna otra argucia a fin de sacar alguna ventaja frente al contrario. Por el contrario, en el futbol varonil no todos, pero es muy frecuente encontrar genuinos histriones que convierten el juego en una puesta en escena. Como no recordar en el pasado mundial las famosas caídas de Neymar, por ejemplo, cosa que se hizo viral a escala mundial. Cuando los niños practicaban este deporte y alguien les gritaba el nombre del jugador carioca todos se tiraban al suelo.

Si se trata de opiniones frente a temas como la política o la sexualidad, las mujeres son infinitamente más claras y directas. No es para nadie ninguna novedad que en la pasada justa mundialista femenil, los comentarios de una de las estrellas del futbol norteamericano en contra del presidente, Donald Trump. De igual forma, fueron las deportistas más abiertas en torno a la diversidad sexual y, sin tapujos, algunas de ellas declararon públicamente sus preferencias e incluso reconocieron las relaciones que mantienen con personas de su mismo sexo.

Por el contrario, el futbol varonil no está exento de estos temas, pero no es tan explícito, se oculta y, con relación a la sexualidad, normalmente existe un manto que cubre las preferencias de los futbolistas. Desde luego hay de todo, pero igualmente existen futbolistas gays, aunque muy difícilmente se acepta esto públicamente.

En cuanto a temas de interés social e incluso políticos, con frecuencia los futbolistas varones son bastante frívolos, aunque desde luego existen diferencias por países. En países de América del Sur, por ejemplo, futbolistas argentinos, brasileños o chilenos no solamente luchan por sus derechos en tanto trabajadores, sino que a menudo expresan sus opiniones de carácter político. Los europeos, en general, también están bastante avanzados en estos temas, aunque existen diferencias por países. En México estamos a años luz de esto y aunque hay algunos garbanzos de a libra, una golondrina no hace verano. Desde hace más de 20 o 30 años ha sido prácticamente imposible institucionalizar una asociación de futbolistas mexicanos que defienda los intereses de los jugadores cuando son pieza clave del espectáculo, pero son las corporaciones y los que controlan económicamente el ”negocio” quienes se quedan con la mayor parte de los beneficios.

Es cierto que existe una disparidad enorme entre lo que ganan los futbolistas varones frente a las mujeres. Pero también es verdad que entre los mismos futbolistas hombres existen grandes diferencias en torno a los ingresos. Mientras algunos deportistas no saben qué hacer con la brutal cantidad que significan sus salarios, otros pueden caer literalmente en la desgracia si acaso padecen alguna enfermedad o sufren algún accidente. Recuerdo de bote pronto el caso de Salvador Cabañas, quien fue víctima de un atentado que prácticamente lo retiró de las canchas y lo tuvo al borde de la muerte. Mientras era jugador del América le alcanzaba para sus frecuentes francachelas, pero una vez en desgracia no hubo los recursos suficientes, salvo para salvarle la vida, que le permitieran llevar una vida digna. Hoy en día no es ni la sombra de lo que fue, retornó a su natal Paraguay y vive en condiciones de pobreza que contrastan con sus épocas de gloria en el futbol mexicano.

La gran estrella del futbol inglés, George Best, aseguraba que su dinero lo había invertido en coches, mujeres y alcohol. Y otros grandes futbolistas y deportistas en general terminaron arruinados por sus excesos y frivolidad. Paul Gascoigne, otro gran jugador inglés, sucumbió a los efectos de la falta de control sobre el alcohol y su vida extrafutbolística resulta una oda fúnebre de su propia decadencia. Producto de riñas callejeras y literalmente ahogado en alcohol, Gascoigne puso en riesgo su integridad física cuando a finales de 2016 fue golpeado con tal saña que hasta con fractura de cráneo resultó.

No es infrecuente que en el futbol varonil las experiencias de éxito terminen en las más terribles y espantosas muestras de decadencia y ruina. Quizá la fragilidad emocional, las historias personales y los entornos más próximos ayuden a explicar semejantes desgracias.

No tengo información de que esto esté ocurriendo en el futbol femenil. Con otras palabras, no conozco ningún caso que haya terminado en tragedias de esta naturaleza. Ahí también encontramos diferencias.

Insisto en el punto de las diferencias de ingreso porque cada vez más se cierra la brecha en torno al futbol como espectáculo, en el que las mujeres pueden ofrecer un entorno emocionante y divertido comparable o superior al de los hombres. Desconozco si al interior mismo del futbol femenil ocurre semejante abismo como ocurre entre los hombres respecto a los salarios, pero no es difícil pensar que eso igualmente pueda pasar ahí, sobre todo cuando las firmas y corporativos se adueñan de ese deporte. Es probable que las diferencias no sean tan marcadas dado que aún no es un gran negocio, pero es muy probable que esto ocurra cuando los márgenes de ganancia se incrementen. Ojalá las mujeres vuelvan a darnos algunas lecciones más en la vida para, como diría Lennon, poder liberarnos. Que así sea.

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