Tlatelolco 1968

Hace 51 años ocurrió la masacre de Tlatelolco. Fue en la tarde del 2 de octubre. Los estudiantes habían decidido efectuar un mitin para declarar una suerte de tregua y reorganizar al movimiento estudiantil. Escogieron para ello la Plaza de Tlatelolco, rodeada de edificios multifamiliares, con la convicción de que ante tal concentración de personas, el ejército nacional mexicano no se atrevería a disparar. Las expectativas no se cumplieron. El ejército disparó y es probable que nunca sabremos el número de muertos. Es más, aún no sabemos exactamente cómo sucedió pero lo que si sabemos, sobre lo que existe certeza, es que sucedió. Es importante recordar este triste y grave episodio de la vida de México. Lo es más ante opiniones que niegan el suceso o que lo minimizan. Un solo muerto por balas disparadas por el ejército nacional, es suficiente para preocuparse. Tlatelolco, 2 de octubre de 1968, sucedió.

Una versión muy socorrida que el gobierno de México en aquellos días difundió, afirmaba que el movimiento estudiantil estaba organizado para desprestigiar a México como organizador de los Juegos Olímpicos de 1968. Se decía en folletos, en la prensa escrita, en la radio y en la televisión, que el movimiento estudiantil había sido infiltrado por agentes comunistas, llegados desde el extranjero. Nunca presentó el Gobierno alguna prueba o evidencia de ello. No podría hacerlo porque tal nunca sucedió. Desde los Pinos o desde el Palacio Nacional o la Secretaría de Gobernación, se fabricaban versiones, a cual más alejadas de lo que sucedía. Vistas a la distancia, esas versiones buscaron siempre justificar la represión. Así lo indica el informe presidencial del 1 de septiembre de 1968, un mes antes de la masacre del 2 de octubre, ocasión en que el Presidente de la República afirmó haber salvado a la Patria de una confabulación perversa de corte internacional. Los estudiantes habían sido fácilmente manipulados y lanzados en contra de su propio país, mismo que quedaría totalmente desprestigiado, si las Olimpiadas se suspendían. Eso no fue así; eso nunca sucedió. Lo que si sucedió fue la invasión a Ciudad Universitaria por el ejército y la golpiza a estudiantes, muchos de los cuales terminaron en prisión. Lo que si sucedió fue el lanzamiento de un proyectil de bazuca disparado contra la puerta de la Preparatoria Número 1, que mató a varios estudiantes. Lo que si sucedió fue la masacre del 2 de octubre en la Plaza de Tlatelolco.

Memoria del 68: huellas indelebles

Es conveniente rememorar estos sucesos. No es nada agradable hacerlo, pero la memoria histórica de México necesita recordar lo que sucede cuando un gobierno pierde la perspectiva y abandona su deber que es atender y resolver necesidades y problemas de la población. Así, hoy seguimos esperando que se esclarezca la verdad de qué pasó con los estudiantes de la normal de Ayotzinapa. El ya basta, el nunca más, que se repite cada 2 de octubre en las calles de la Ciudad de México, no se ha hecho realidad. La represión ha sido continua, aunque hoy aparece la esperanza de que, efectivamente, nunca más. Pero necesitamos el juicio sobre Tlatelolco, la memoria de esa tarde infausta porque Ayotzinapa recuerda al país que si sucedió de nuevo y que no puede quedar en las sombras la desaparición de 43 jóvenes. No se trata de avivar venganzas sino de hacer justicia y dejar atrás la vergonzosa utilización del estado de derecho como carta de negociación.

El gobierno de México que provocó y reprimió al movimiento estudiantil de 1968, usó la calumnia y la difamación a través de todos los medios con los que contaba. No dudo de que aún existen opiniones que sostienen las versiones oficiales de aquellos días. Por ello, la tarde de Tlatelolco no debe olvidarse. La masacre sucedió y no tiene justificación alguna. En aquella fecha, muchos jóvenes murieron y dejaron su sangre regada en la Plaza de Tlatelolco. Es un hecho.

La puerta de la esperanza está entreabierta. Deseamos que el próximo 2020 sea promisorio para la paz y la justicia en el país. Que no se olvide Tlatelolco; que se aclare Ayotzinapa; que el país transite por caminos de prosperidad y que la desigualdad social se diluya.  Los cambios y transformaciones sociales se inician con las utopías.

Ajijic. Ribera del Lago de Chapala. A 19 de diciembre, 2019.

 

 

 

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