Crónica de la intervención, I

Casa de citas/ 491

Crónica de la intervención

(Primera de dos partes)

Héctor Cortés Mandujano

 

Hasta el intento de burlarse y parodiar lo más nobles estilos literarios son,

para el autor,

los inevitables alimentos de la imaginación creadora

Juan García Ponce,

en Crónica de la intervención

 

Supongo que cuando se publicó por primera vez, en 1982, provocó algún escándalo. Me refiero a la extensa novela, de más de mil páginas, Crónica de la intervención (Conaculta, 1992), de Juan García Ponce, pues, aunque es una novela de ideas, de meditaciones, de pensamientos sobre la vida –por citar un concepto tan laxo, tan amplio, donde cabe todo–, su punto de partida es el sexo. Y no el convencional, sino los tríos, el sexo anal, el incesto, el gag bang (una mujer con varios hombres) donde participa un sacerdote…

De hecho, la novela (mi edición dividió en dos el libro, aquí me refiero al tomo I) inicia por todo lo alto. Su primera línea dice (p. 11): “Quiero que me cojan todo el día y toda la noche”. Lo dice Mariana, quien con Anselmo llega a visitar a Esteban. Los tres se desnudan y poseen a la mujer. Anselmo por delante, Esteban por detrás. Anselmo se irá a Japón y Mariana quedará en la memoria de Esteban, quien comenzará a buscarla por todas partes.

Esteban es fotógrafo y para cumplir la petición de una tía, la acompaña a tomar fotografías a los hijos de unos familiares que nunca ha visto. Allí conoce a María Inés y podría jurar que es Mariana. Le toma fotos a ella y las compara con las que tomó a Mariana desnuda. Son la misma. La novela se detiene en muchas páginas sobre esta confusión.

Evodio Martínez, chofer de María Inés, es novio de Mercedes, pero ella tiene miedo de la penetración y sólo se ven desnudos para que él se masturbe o ella le ayude a alcanzar el placer; incluso (p. 408) “recibía sus eyaculaciones en la boca, pero no lo dejaba poseerla”. Son, así, novios, una pareja bien avenida. Pero Evodio hace trío con las sirvientas de María Inés –Matilde y Zenaida– con quienes pasa varias noches donde los tres son sólo un cuerpo en busca del orgasmo. Después Evodio hace trío con Zenaida y el hermano de ésta, Ramiro, quien también es su amante. Pero Evodio sueña con poseer a María Inés, su patrona.

[Por cierto, el capítulo donde muere Zenaida en el río (después de que los dos hombres la han poseído) es en sí mismo un magnífico cuento, que podría publicarse sin problemas como un texto unitario.]

En una carta desde Japón, Anselmo escribe a Esteban (p. 101): “Los cuerpos están hechos de silencio, como las cosas: son cosas. Está prohibido, ellos prohíben, meditar en sus actos. Hay que dejarlos solos. No examinarlos, no interpretarlos. Renunciar, por tanto, al lenguaje”.

 

Ilustración: HCM

Al final de la carta, cuando le cuenta del oriente, le dice, para hacer el símil de lo otro y lo nuestro (p. 109): “También hay poblados solitarios en Chiapas ante un mar inmutable. Pero por poco tiempo”.

María Inés va, porque su marido José Ignacio se le lo pide, al psiquiatra. Ante él dice (p. 160): “Toda relación entre dos personas, cualquiera sea la forma que toma, es sexual. En el origen hay siempre una atracción o una repulsión, que no son opuestas, que no se diferencian en nada y están determinadas por el sexo”. Y más adelante (p. 169): “No quiero quedarme en nada. La fijeza es la muerte. No hay que ser una sola imagen sino muchas”.

La novela, al margen de las tramas que unen a personajes de distintas categorías sociales, económicas y académicas, usa, para contar, una variedad de géneros: el epistolar, la transcripción, el diario, la primera, segunda y tercera persona, y entre otras una muy explícita que asume el rol de novela. No es el narrador el que cuenta, sino directamente la novela, y es ella quien, dice, tiene que tomar la decisión de lo que harán los personajes o que ocultará o que mostrará para que la historia se vuelva más interesante, más confusa o más clara. Todo un mosaico de posibilidades narrativas. Cuando narra una fiesta, por ejemplo, dice (p. 212): “La narración advierte y reconoce sus limitaciones. A pesar de su ubicuidad no puede estar presente siempre en todas partes”.

No sólo Esteban confunde las identidades de Mariana y María Inés. Fray Alberto participa en el gag bang donde cuatro hombres y dos mujeres tienen sexo con una mujer con los ojos vendados. La poseen de todas las maneras y él no sabe si ha penetrado a la María Inés, tan formal, madre de los niños que ha bautizado y esposa de su amigo José Ignacio o una sosias improbable y desconocida (Mariana, por supuesto). Escribe el fraile en su diario (p. 301): “No hizo ningún movimiento mientras la besaba. Empecé a penetrarla por el ano. Ella se quejó débilmente. ‘Es más fácil de lado’, susurró su voz ronca. Adoptó esa posición y yo volví a entrar”.

Uno de los escritores admirados por García Ponce es Robert Musil y en esta novela lo cita varias veces. Éste cita es compartible (p. 485): “La expresión visible de ciertos estados superiores no deja de parecerse a la estupidez”.

En otra carta desde Japón, cuando Esteban ya descubrió que Mariana y María Inés no son la misma persona y consigue al fin volverse amante de la primera, Anselmo dice (p. 508): “La vida está hecha de nada, de breves y relampagueantes instantes en los que se encierra el desprecio y el reconocimiento de una fugaz beatitud, pero esos instantes, esa nada, son todo”.

En el último capítulo (XVII. Recapitulación y nuevos avances), la novela vuelve a hablar de sí misma (p. 512): “En este capítulo, el novelista (¿Pero quién es el novelista? Alguien organiza una cierta trama y va trazando su desarrollo […])”.

En el Comité Organizador del Festival Mundial de la Juventud trabajan muchos de los personajes de la novela y dice el narrador, la narración, que el Comité (p. 513) “en la novela aparece como un efectivo pretexto para reunir en sus locales a tantos de los personajes”.

Y más (p. 533): “¡Tenemos que conceder que las posibilidades para complicarse de la intriga en esta novela no conoce límites! ¿Insistirá el autor en su pretensión de que en esto se parece a la vida? No nos lo repite directamente; pero si vamos a seguir la lectura tenemos que suponerlo”.

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

 

 

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