Andrés Fábregas Roca: de miliciano a maestro

Revisando y leyendo el FLORILEGIUM de Oscar Oliva, me encontré con el minipoema titulado «Miliciano herido de muerte en la Guerra Civil Española” (Iniciamiento. Poesía Reunida, volumen II, CONACULTA/CONECULTA-UNACH/UNICACH, Tuxtla Gutiérrez, página 340.), que a la letra dice:

Miliciano herido de muerte en la Guerra Civil Española.

Para Andrés Fábregas Roca.

Fotografía de Robert Capa

Se le van abriendo los huesos. Está todo manchado de cielo, todo

cegado de España. Sólo en él cabe la muerte. Su mano derecha va

soltando el fusil. Está a punto de caer sobre su propia sombra. Se

le están partiendo de esperanza los huesos. El día claro, seco.

Momento único. Irrepetible.

Estoy junto al miliciano como lo estuvo el fotógrafo.

En verdad, difícilmente se encontrará otra descripción poética tan realista y bella de esa fotografía de Robert Capa. El poema de Oscar Oliva, uno de los “Espigos Amotinados”, está dedicado al Maestro Andrés Fábregas Roca, que había merecido también aquel bello soneto de Rosario Castellanos titulado “Soneto del Emigrado”. El fotógrafo húngaro Endre Ernö Friedmann, mejor conocido por el sobrenombre de Robert Capa que le impuso su pareja, la también fotógrafa Gerda Taro, es quien consolida el periodismo de guerra, particularmente en el campo de la fotografía. Robert Capa tomó miles de fotografías de la llamada Guerra Civil Española, la Segunda Guerra Mundial, la Liberación de Paris, la Guerra de Indochina que desmembró al imperialismo de Francia, pasando por la Guerra Árabe-Israelí. Hizo excelentes fotografías de León Trosky contra la voluntad de este importante personaje, mientras estuvo en Paris. Pero la fotografía que lo lanzó a la fama en todo el mundo es la que tituló “Muerte de un Miliciano” realizada durante la llamada Guerra Civil Española. La foto la logró Robert Capa el 5 de septiembre de 1936 durante un combate en el pueblo de Espejo, en Andalucía, España. La foto, como bien lo describe el poema de Oscar Oliva, muestra al miliciano Federico Borrell García cayendo en batalla pero sosteniendo el fusil entre sus manos. El impacto de la bala enemiga lo recibe el miliciano de frente, mostrando la foto el gesto del combatiente que va cayendo de espaldas. La tragedia del pueblo español, desatada por el general traidor y fascista Francisco Franco, quedó testimoniada para siempre en esa foto publicada por la Revista Life en 1937. En el buscador de GOOGLE podrá el lector interesado encontrar una excelente muestra de las fotos de Robert Capa.

Oscar Oliva, quien junto con Eraclio Zepeda, Juan Bañuelos, Jaime Labastida y Jaime Augusto Shelly formaron el grupo “La Espiga Amotinada” que innovó el campo poético de México, tuvo una estrecha relación con el Maestro Andrés Fábregas Roca. Llegado a Tuxtla Gutiérrez en 1940, gracias a la labor de Gilberto Bosques y la apertura solidaria hacia los republicanos españoles que tuvo el General Lázaro Cárdenas del Río, el joven Andrés Fábregas Roca inició su vida de emigrado y refugiado político en Chiapas. Después de un breve espacio de tiempo en el que vivió en la Ciudad de México y posteriormente en Guadalajara, se casó en la ciudad de Puebla con Carmen Puig Palacios, tuxtleca, hija de otro inmigrante catalán, Antonio Puig y Pascual, que residía en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Trasladado de nuevo a la capital chiapaneca, Andrés Fábregas Roca, que había estudiado hasta el cuarto año de medicina en Barcelona, Cataluña, su tierra natal, se fue convirtiendo en un notable maestro, después de haber sido miliciano en la Guerra Civil Española al lado de los defensores de la República. En su natal Barcelona, “ciudad junto a la mar, historiadora”, que dijo Rosario Castellanos, Andrés Fábregas Roca abrazó los ideales de la izquierda republicana e incluso fue parte de quienes fundaron el Partido Proletario Catalán que después pasó a ser parte del Partido Socialista de Cataluña, que reunió a la izquierda catalana defensora del gobierno republicano legítimamente electo en las urnas. No me queda duda alguna de que Oscar Oliva escuchó, junto con sus compañeros de La Espiga Amotinada, a Andrés Fábregas Roca, conversar sobre la guerra de España y los destinos de la izquierda europea. El entonces joven catalán se fue convirtiendo en una suerte de mentor de aquel grupo de poetas mexicanos que irrumpieron en los escenarios literarios del país con una voz airada, llena de enojo, esperanzados en cambiar a México. Ya desde las aulas del legendario Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas que Andrés Fábregas Roca ayudó a fundar, el ahora Maestro Fábregas, explicaba las grandes corrientes filosóficas que transitaban por el siglo XX así como los lineamientos básicos de una ética social a la que introducía a los jóvenes chiapanecos. También revelaba los fundamentos de la psicología e iniciaba a los jóvenes en la lectura y comprensión de la filosofía. En la desaparecida Escuela de Enseñanzas Especiales Número 19, la añorada “Prevo”, Andrés Fábregas Roca dictó la cátedra de biología para los jóvenes de secundaria e incluso escribió el libro de texto para ellos. Fundó la Escuela de Enfermería y estuvo en el grupo fundador de la Universidad Autónoma de Chiapas. Dictó la materia de física en el Instituto Tecnológico de Tuxtla Gutiérrez, del que se convirtió en profesor de tiempo completo a solo meses antes de su muerte.

Andrés Fábregas Roca no perteneció al ejército regular sino que fue miliciano. Llegó a obtener el grado de Capitán en el Estado Mayor del Coronel Joaquín Pérez Salas y en esa calidad, comandó al escuadrón de ametralladoras-“Los Leones”- de dicho Estado Mayor. Participó en la victoria republicana en la batalla de Pozoblanco que dirigió el Coronel Pérez Salas y fue parte de la milicia que combatió en el denominado Frente de Córdoba. Por supuesto, peleó en las calles de su entrañable Barcelona y en las trincheras horadadas en los campos de Cataluña.  Andrés Fábregas Roca, el miliciano republicano, conversó esta y muchas historias más con los jóvenes de La Espiga Amotinada en medio de las lecturas de poemas y discusiones sobre las corrientes literarias de aquellos momentos. Seguramente conversaron acerca de Robert Capa y de aquella foto que le dio la vuelta al mundo. La pluma y el talento de Oscar Oliva descubrió el linaje: aquel hilo entre España y México del que habla Pedro Garfias, y lo escribió en el bello poema “Miliciano herido de muerte en la guerra civil española”. “Estoy junto al miliciano como lo estuvo el fotógrafo” termina el poema Oscar Oliva. Uno puede imaginarse que la guerra del pueblo español estuvo presente en las mesas poéticas de La Espiga Amotinada y Andrés Fábregas Roca, en la capital de Chiapas: Tuxtla Gutiérrez. Que hilo tan fino une los destinos. Y que maravilla que la poesía eternice los momentos en que los pueblos hablan de sus luchas y de su largo camino hacia la Libertad.

Ajijic. Ribera del Lago de Chapala. A 24 de agosto de 2020.

 

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