Coahuila e Hidalgo: realineamiento electoral y el derrumbe de la derecha.

Apenas el pasado fin de semana se llevaron a cabo elecciones locales tanto en el Estado de Coahuila, como en el de Hidalgo. En el primer caso, la ciudadanía asistió a las urnas a fin de renovar el Congreso local que se compone de 25 diputados, 16 de ellos por elección directa y los 9 restantes por el principio de representación proporcional. En el Estado de Hidalgo, por su parte, las lecciones estuvieron dirigidas a la renovación de 84 alcaldías.

Como se sabe, ninguna de estas dos entidades del país ha experimentado la alternancia en el ejecutivo estatal, de modo que el PRI sigue siendo la principal fuerza política en ambas, con las consabidas prácticas  que se derivan de un sistema político estatal bajo el control del viejo régimen.

Dados los cambios que se han presentado a este respecto en el país y sobre todo el triunfo de AMLO en 2018, se podría albergar que el partido del presidente, Morena, tuviera un desempeño sobresaliente medido en términos de diputaciones y presidencias municipales ganadas.

Una primera lectura pareciera apuntar en la dirección de una derrota de Morena en los dos procesos electorales apenas verificados. Sin embargo, si se hace un ejercicio más minucioso de los datos y sobre todo, si se realizan algunas comparaciones quizá puedan establecerse algunos matices respecto a los resultados.

En el caso de Coahuila, por ejemplo, no hay duda que la operación política del gobierno estatal y el PRI se refleja en los triunfos que obtuvieron en todos los distritos electorales locales. Es decir, no perdieron en ninguno de ellos y, si se mantienen los datos, continuarán controlando el poder legislativo del Estado. Si bien esta es la lectura más evidente que ofrecen los resultados e incluso la noticia relevante y lo que ahora festeja el PRI, ya que estos resultados aparentemente los coloca en una escenario distinto a la amarga derrota sufrida apenas en 2018. Sin embargo, las cifras pueden ofrecer otras lecturas menos obvias, pero igual de interesantes y, en perspectiva, quizás más reveladoras.

Hay que apuntar, también, que el espectro político de Coahuila ofrece un mosaico muy variado de expresiones partidarias para la ciudadanía. Así, más allá de los partidos políticos ampliamente conocidos a nivel nacional, se suman alrededor de 8 organizaciones políticas que simplemente amplían el panorama, pero que resultan irrelevantes en términos de votos, salvo en distritos específicos. Esta es quizás la expresión un tanto más rupestre de cómo resulta un negocio atractivo y lucrativo literalmente colgándose del presupuesto público con que se financias están organizaciones políticas.

En efecto, comparando los resultados electorales de las elecciones a diputados de 2017 con las de 2020, es claro que el PRI continua siendo el partido hegemónico en Coahuila, pero su crecimiento podría en sufragios de una proceso electoral a otro no es significativo, puesto que solamente se incrementa en poco menos de 4 mil votos (3993).

Más interesante resulta el hecho cuando se comparan los resultados obtenidos por el resto de la fuerzas políticas en competencia por los votos de los coahuilenses. En el caso del PAN, se advierte que en las elecciones de 2017 obtuvo 366,325 votos para su causa; mientras que en las elecciones de la semana pasada apenas alcanzó una cifra de 86,612 sufragios. Esto significa una pérdida brutal de votos, puesto que entre una elección y otra el PAN perdió casi 280 mil sufragios (279,713).

El resto de los partidos políticos conocidos entre un proceso electoral y otro perdieron votos en mayor o menos medida. Por ejemplo, el PRD perdió 23,735 sufragios; el PT 5,725; el Verde 6,864 y el MC 2,763.

Visto de esta manera, si bien es una hecho que Morena no ganó ningún distrito, es un hecho que se ha convertido, ante la debacle del PAN, en la segunda fuerza electoral en este estado de la república. En efecto, mientras que en las elecciones de 2017 obtuvo para su causa 134,810 sufragios, ahora en las de 2020 se han contabilizado 170,854 votos para Morena, es decir, creció en más de 35 mil sufragios. Por lo tanto, se trata de la única fuerza política en Coahuila que creció significativamente su caudal de votos entre una elección y otra.

Ahora bien, por el lado de las elecciones municipales en Hidalgo el panorama es un tanto más diversificado y también ocurre una gran fragmentación política, dado que existe un número amplio organizaciones partidistas micro locales y hasta con nombres propios, posiblemente expresión de poderes locales o cacicazgos regionales. Sin embargo, pese a la autorización de las organizaciones políticas, la ciudadanía terminó optando por alguno de los partidos más conocidos o las alianzas que se forjaron entre ellos en las elecciones locales de este año.

De las 84 alcaldías en disputa, el PRI obtuvo en triunfo en 32 de ellas, es decir, ganó en casi el 40 % (38 por ciento) de los municipios existentes en Hidalgo; mientras que el 60% restante se repartió entre las diferentes fuerzas políticas que participaron en esta contienda electoral. Por su parte, el PAN, conquistó para su causa 5 presidencias. El PRD triunfó en 7 alcaldías. Tanto el PRD, como el PAN, compitieron en alianza en algunos municipios, pero solamente ganaron en 6 de ellos. Morena solamente consiguió 6 alcaldías, pero en alianza con el PT, el Verde y Encuentro Sociales consiguieron 5 municipios más. El Verde triunfó en 3, lo mismo que el MC. El PT obtuvo 4 triunfos, mientras que Nueva Alianza y Encuentro Social ganaron 5 alcaldías cada uno.

Sin embargo, cuatro años atrás, en las elecciones municipales de 2016, el PRI solamente obtuvo 21 alcaldías, mientras que el PAN ganó 18, el PRD en 15, Encuentro Social en 8, el Verde y Nueva Alianza se alzaron con la victoria en 6 municipios cada uno; el PT en 4, lo mismo que el MC en 4 y Morena solamente obtendría un triunfo.

Foto Francisco Velázquez

Visto así los números, tampoco se puede decir que haya sido un desastre para Morena, pues de solo una presidencia ganada en 2016 pasó a 6. Aunque debe destacarse que el PRI avanzó en la medida en que obtuvo 11 alcaldías más en las elecciones de este año que las que tenía en las elecciones previas. Donde realmente hubo retrocesos fue tanto en el PAN, como en el PRD. En efecto, mientras que el PAN ganó 18 municipios en 2016, en este año solamente obtuvo 5, es decir, un derrumbe de 13 alcaldía menos. En PRD se quedó con menos de la mitad de las alcaldías que tenía en 2016, pasó de 15 a solamente 7. No obstante que ambos partidos compitieron en alianza en algunos municipios, ni mediante ese mecanismo logran acercarse siquiera a lo que tenían en 2016.

En síntesis, se destaca que el PRI sigue siendo una maquinaria eficaz para ganar elecciones al menos en Coahuila y el Estado de Hidalgo, pero sus triunfos no son tan arrolladores como pudiera suponerse en una lectura inicial de los datos. Por otra parte, se destaca un realineamiento electoral a partir de un cambio en las preferencias electorales y una disputa por la segunda fuerza electoral en la que Morena se ha instalado como una opción política cada vez más votada por la ciudadanía. Sin embargo, es posible que el partido del presidente pudiera haberse posicionado mejor, pero ello obedece a las distintas alianzas que se forjaron al interior de ese partido, como en el caso de Tulancingo, en Hidalgo, donde pusieron como candidato a un miembro distinguido de la Sosa Nostra, una corrupta red de políticos ligada al ex rector de la Universidad Autónoma de Hidalgo, quien participó en el escándalo por el desvío de recursos desde la SEDESOL, mejor conocido como la Estafa Maestra. Varios de estos personajes ya han sido detenidos. No obstante, si Morena pretende convertirse en una opción viable debe evitar estas prácticas o aceptar que la ciudadanía ya no está dispuesta a otorgar cheques en blanco, ni mucho menos profesar una fe ciega que se traduzca en votos mientras decidan imponer candidatos impresentables.

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