Los movimientos de inmigrantes: motor del cambio social en Estados Unidos

En varios artículos de opinión publicados en la prensa norteamericana, se dice que el “trumpismo llegó para quedarse”, refiriéndose a las convicciones explicitadas de Donald Trump: racismo, supremacía blanca, actitud imperialista, desprecio hacia las minorías de inmigrantes, fascismo rampante en una palabra. Varios de esos artículos contienen la afirmación de que le costará mucho al pueblo norteamericano deshacerse de semejantes convicciones, apreciadas como “valores culturales” del “american way of life” (el modo americano de vivir). Sin embargo, una mirada, así sea breve, a la historia de los Estados Unidos, nos lleva a concluir que el llamado “trumpismo” está vigente, no desde la llegada de Donald Trump al poder, sino en los orígenes mismos de ese país. Sin explorar más los orígenes de los Estados Unidos, situémonos en el momento en que llegan a las costas hoy norteamericanas, los llamados “peregrinos”. A finales del siglo XVI, en Inglaterra, se configuró un grupo religioso, fanáticos, que decidieron emigrar primero a Leiden en Holanda y no contentos con el ambiente de ese país, finalmente decidieron trasladarse al llamado “Nuevo Mundo”, iniciando su viaje en el puerto inglés de Plymouth a bordo de un barco nombrado Mayflower.

Foto: El Debate

Arribaron a un punto de la costa norteamericana llamado Cabo Cod el 9 de noviembre de 1620. Concibieron a la tierra a la que llegaron como “vacía”, es decir, no conceptuaron como personas a los cientos de miles de población indígena y aún, a pequeñas colonias como la llamada Jamestown, que ya eran habitantes de estas tierras bastante antes de la llegada de los “peregrinos”. La concepción de la “tierra vacía” llevó a la noción de la frontera como un frente de expansión, lo que intelectualizó en el siglo 19 el historiador Frederick Jackson Turner, en un famoso texto titulado “La frontera en la Historia Norteamericana”. Imbuidos de su fanatismo, los peregrinos desconocieron el Mandamiento Bíblico de “no matarás”, y se dedicaron a masacrar a las poblaciones indígenas, conducidos por líderes supremacistas blancos, antecesores de organizaciones delincuenciales y criminales como la Jhon Birch Society o el famoso Ku Klux Klan, agrupación que es responsable de innumerables crímenes de lesa humanidad. A partir de la llamada “conquista del oeste” tan cara al cine de Hollywood (“bosque sagrado”), los grupos fanáticos se extendieron, masacrando a las poblaciones locales, practicando el desollar a los derrotados y pagando por cada “cabellera” que se presentaba ante las autoridades locales. De manera que cuando un policía blanco mata a un hombre negro en los Estados Unidos actual, los supremacistas blancos que tienen el control del país, lo ven como parte de una «gloriosa tradición” que consiste en matar personas que a sus ojos, no son seres humanos. En ese ambiente violento, que el cine ha llevado a la pantalla, se impuso el culto a las armas estrechamente ligado al miedo. La sociedad norteamericana blanca, la del “american way of life”, siempre ha necesitado inventar a un enemigo para justificar las masacres. Viven con miedo y a través del miedo, personajes como Donald Trump, los manipulan. En los Estados Unidos se suele invocar a los “padres fundadores” como agentes civilizadores y creadores del país. Pero no hay que olvidar que estos “padres fundadores” eran dueños de grandes plantaciones, esclavistas, germen de un empresariado imperialista que actualmente controla los nervios del poder en Norteamérica. Son estos padres fundadores los que inventaron el más perverso de los sistemas electorales actuales, concebido para que los sectores segregados de la población, no tuvieran la capacidad de hacer efectivo su voto. Por esa razón, en los Estados Unidos, el que gana hasta con millones de diferencia en el voto popular, pierde ante el llamado “Colegio Electoral” cuyos miembros pueden votar por quién les dé la gana. Fue lo que pasó a Hilary Clinton al “perder” ante Donald Trump con 2 millones de votos populares de ventaja. En la guerra de secesión del 12 de abril de 1861 al 13 de mayo de 1865, lo que estuvo en juego no era suprimir la esclavitud por un acto humanista, sino liberar a factores que llevarían a los Estados Unidos a convertirse en la potencia capitalista más poderosa del planeta. La esclavitud era un obstáculo para crear un mercado de trabajo y controlar al trabajo social a través del salario, y pagado en medidas de tiempo,  segregando a la población trabajadora y asegurando el control político y económico de la supremacía blanca. Ello se embonó perfectamente con el sistema electoral, que simula el respeto al voto popular, pero que lo suprime en la práctica del Colegio Electoral. Los Estados Unidos han sido construidos por los inmigrantes. En la actualidad, es una nación que no se explica sin el trabajo de los inmigrantes, los llamados latinos, asiáticos, y otras “minorías” entre las que está la población de ascendencia africana, que viene desde los tiempos de la esclavitud. El cine ha logrado mostrar estas características de la sociedad norteamericana, a través de películas como Mississippi en llamas con un elenco estelar encabezado por Gene Hackman. La película describe a un tipo de fanatismo que no solo está presente en los Estados Unidos y que recuerda el terrible episodio sucedido en Puebla, México, narrado a través de la película Canoa, dirigida por Felipe Cazals. En la larga tradición cinéfila de películas del Oeste, recordemos a Shane el desconocido, con Aland Ladd y Jack Palance, dirigidos por George Stevens y basada en la novela de Jack Schaefer publicada en 1949. Y en este género del Oeste, están por supuesto, las películas del llamado Espagueti Western, del cine italo-norteamericano. Así que el llamado “Trumpismo” no llegó para quedarse: existe desde los orígenes de los Estados Unidos, un país que necesita derrotar a ese pasado y asumirse como lo que es: una Nación Plural, de enorme diversidad cultural, con una historia en la que los inmigrantes son protagonistas.

Ajijic, Rivera del Lago de Chapala, 15 de noviembre, 2020.

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