La historia también juega

Imposible no hablar del tema. El domingo pasado quedé en shock por los dos eventos futbolísticos que sucedieron entre el juego de la UNAM-Cruz Azul. La remontada Puma, porque sí fue eso, de un marcador adverso de 0 a 4 goles, haber empatado, y con eso ser suficiente para pasar a la otra ronda de acuerdo a las bizarras reglas de la liga de futbol mexicano, es parte de una hazaña, querámoslo o no.

Y la otra, ese “obscuro objeto del deseo” que significa el equipo del Cruz Azul.

En esto último, no es necesario ahondar en lo dicho y en lo conocido. Yo mismo he escrito sobre esa indescifrable carencia de “espíritu” ¿deportivo? ¿competitivo? ¿identitario? No se sabe, pero lo cierto es que ese síndromedebería ser tema de análisis internacional. No creo que haya un caso así, tan drástico, tan dramáticamente obvio, en el que un equipo (uno de los más importantes del futbol nacional) no pueda deshacerse de una historia que constantemente le campea cuando trata de triunfar. Porque se trata de eso, ¿o no? Cuando el Cruz Azul quiere ganar, su propia historia lo confunde, lo aturde a tal grado que no acierta a saber quién es. No puede hacerlo… O no quiere.

¿Por qué no querrá? Esa es la gran incógnita que debería ser tratada en sesudos debates, y no nada más futbolísticos, sino de índole psicológico, épico, cultural y económico (Billy Álvarez no era “el” problema, y todos habíamos pensado que sí). Todo lo que posmodernamente pueda dar de sí en el análisis de cómo un equipo que antaño fue considerado clave y trabuco y potencia en idea y revolución sobre futbol, como el Azul de los 70.

No puedes ganar 4-0 y perder por la misma cantidad de goles en una semifinal. Simplemente no se puede.

La otra idea son los Pumas y su propia historia. También negaremos los lugares comunes, pero si en algo debe caracterizarse otro equipo grande de México, es en que hay formas de ganar y de perder. El futbol es un deporte en el que ganas o pierdes, no hay de otra. Pero en las maneras de hacerlo, en eso radica totalmente la diferencia.

Es cierto que a la UNAM, en los primeros 15 minutos del primer juego, casi se le fue la temporada en su primaria y elemental desidia aunada a un racional esquema de ver un juego de semifinal. Y no es así. No con los Pumas. La historia de los universitarios, que también jugó el domingo, es absolutamente visceral, en el sentido de la pertenencia a un club que pondera, no sólo una forma de hacer futbol, sino un proyecto social y cultural para ver un país. No exagero. Lo hemos dicho en otras ocasiones, pero los Pumas de la UNAM no son únicamente un equipo de futbol. Formanparte de un proyecto de nación.

Por eso había que morirse en la cancha. Apostarle a todo, así se hace la “garra” en el futbol. Equipo grande, pierdes o ganas, a lo grande. Hay que decirlo, no jugó ni espectacular ni fuera de lo común, simplemente lo que todo mundo vio: con wuevos. No más, no menos.

Insisto en la idea de que mis mejores amigos son azules, por eso, como los ejércitos de la antigüedad, honrar a los enemigos es hacerlos grandes en la derrota. No minimizarlosni sentir compasión por ellos. Tan sólo declararlos dignos de una batalla, en donde uno sale perdedor. Comprensiblemente, también ayuda que la historia de cada club juega a favor del viento en que se mece su propia identidad.

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