La rebelión de Xochitepec y la guerra del Mixtón: los primeros intentos de resistencia organizada frente a los castellanos en el siglo XVI

La primera guerra organizada en contra de la invasión militar acaecida en el siglo XVI en lo que actualmente es México, la hicieron los pueblos chichimecas en el contexto de la unidad administrativa que tuvo por nombre la Nueva Galicia, constituida en Audiencia al igual que la Nueva España. Nuño de Guzmán logró ese primer objetivo al erigirse como el conquistador de lo que es actualmente el Occidente de México, es decir, los estados de Jalisco, Zacatecas, Michoacáln, Nayarit, con Compostela como capital. Nuño, enemigo de Hernán Cortés, buscó obtener su propio “territorio político” con relación directa con la Corona de España, y logra establecer la segunda Audiencia en lo que actualmente es México. Ya se había fundado Guadalajara y Nuño de Guzmán se veía así mismo como alguien con la posibilidad de restar poder a Hernán Cortés. He sostenido que desde este momento se entabló el contrapunto entre la Nueva Galicia y la Nueva España, raíz del anti centralismo que es tan notable en Jalisco. Es más, los delirios de grandeza de Nuño de Guzmán lo llevaron a bautizar al territorio bajo su control con el pomposo nombre de Conquista del Espíritu Santo de la Mayor España para contraponerlo al de Nueva España. Por supuesto, la Corona se dio cuenta de los alcances de Nuño de Guzmán y poniendo el grito en el cielo le ordenó cambiar el nombre de aquel territorio y bautizarlo como La Nueva Galicia. Los pueblos chichimecas por su lado, no dejaron de amagar a los castellanos. Si bien el nacimiento de la Nueva Galicia data de 1531, esa fecha también es la del inicio de los esfuerzos de Tenamaxtle para consolidar una alianza entre los grupos chichimecas más poderosos, los cazcanes y zacatecos, y en general, los grupos que se movían en las Sierras de Tepic, Suchipila y Nochistlán, mismos que bajaban hacia el valle de Teocaltiche, siendo el centro de estos movimientos el lugar en donde se sitúa la actual ciudad de Tlaltenango, Zcatecas. En 1538, hubo un primer ensayo militar de esta alianza Chichimeca en ciernes, levantándose en armas los grupos asentados en Xochitepec. Durante uno de los encuentros murió quien fungía como Gobernador de la Nueva Galicia, Diego Pérez de la Torre. Los resultados de la rebelión de Xochitepec animaron a los Chichimecas que lograron la alianza en el contexto del conflicto. Fueron 10 años de combates aislados, de 1530 a 1540, hasta que Tenamaxtle logró unificar el mando militar y estratégico. Era una guerra planeada para expulsar a los invasores tal como lo dice un documento que cito a continuación: “Y si los cristianos no le quieren oir ni procurar sus consejos, el Tecorili irá a Guadalajara, Xalisco, Michoacan, Mexico, Guatemala, y a donquiera que los haya y los juntara a todos haciendo que la tierra se vuelva sobre ellos. Y hecho esto desaparecerá dejándonos felices con vuestros antepasados” (El documento completo se lee en: Vicente Casarruvias, Rebeliones Indígenas en la Nueva España, SEP, México, 1956). El plan de guerra de la alianza Chichimeca se iniciaba con el establecimiento de dos lugares para hacerse fuertes: Nochistlán y el Cerro del Mixtón. Desde estos lugares partirían los guerreros hacia Guadalajara y una vez tomada la ciudad, avanzarían en territorio purépecha y de aquí hasta la Gran Tenochtitlán. Así, Tenamaxtle y sus aliados concibieron a la llamada Guerra del Mixtón como una rebelión para expulsar a los españoles. Los Chichimecas comenzaron las hostilidades en Xalpa, lugar en donde apedrearon al encomendero Diego de Proaño. Prosiguieron hacia Tlaltenango en donde corrieron a pedradas a los encomenderos Bartolomé de Mendoza y Gonzalo de Varela. La respuesta española llegó: el alcalde de Guadalajara Toribio de Bolaños partió con una breve tropa para escarmentar a los insurrectos. Logró una victoria e hizo prisionero a uno de los más importantes jefes Chichimecas, Tenquital, jefe militar de Tlaltenango. Pero poco le duró el gusto: los guerreros Chichimecas le cayeron encima mientras se retiraba hacia Guadalajara, mataron a Alonso López y dejaron muy maltratado a Don Toribio además de rescatar a Tenquital. Además, los Chichimecas avanzaron haciéndose fuertes en Tepectixtaque (“Muchos Cerros”). Los españoles, despreciando a la rebelión, organizaron una batida de 14 soldados que al mando del capitán Miguel de Ibarra salió de Guadalajara, con sólo un arcabuz y una ballesta, además de las espadas y caballos portados por la tropa. Cuando Ibarra observó a lo que se enfrentaba huyó despavorido para dar la alarma en Guadalajara. Los ejércitos Chichimecas se movieron con rapidez. Toda la región de Suchipila (“En donde hay flores”) quedó bajo su control. Los guerreros de Tenamaxtle y la alianza avanzaron hacia Guadalajara, cumpliendo su plan militar. Mientras tanto, Don Antonio de Mendoza, advertido de las proporciones de la rebelión, llegaba al poblado de Purificación en donde se enteró que el núcleo Chichimeca más importante estaba estacionado en el Cerro del Mixtón. Llegado a Guadalajara el Virrey de la Nueva España se reunió con los vecinos para examinar la situación y allí, en asamblea popular, decidió ofrecer la paz a los sublevados. Se formó lo que hoy llamaríamos una “Comisión de Paz” con el capitán Miguel de Ibarra y con el fraile Martín de Jesús acompañados del escribano, es decir, del notario, Juan de León quienes, acuerpados con unos pocos soldados, se dirigieron al Mixtón. Los líderes Chichimecas escucharon las razones y ofrecimientos a cambio de rendirse.

Antonio de Mendoza

Rechazaron todo y exigieron que los españoles regresaran por el mar de donde habían salido. El Virrey Don Antonio de Mendoza respondió enviando a Cristóbal de Oñate, un experimentado militar, a combatir a los empeñolados del Mixtón. Los Chichimecas con un mejor conocimiento del terreno y con tácticas de cacería, desbarataron al  ejército de Oñate que regreso “con la cola entre las patas” a Guadalajara. Los Chichimecas saludaron con gran griterío su victoria y envalentonados, extendieron la rebelión. Cundió la alarma entre los españoles. La Nueva España envío entonces a dos de sus capitanes más hábiles para la guerra: el Adelantado Don Pedro de Alvarado y el Capitán Luis de Castilla quienes llegaron el 12 de junio de 1541 a Guadalajara. Pero con todo y todo, el plan militar de Pedro de Alvarado fracasó y sólo encontró  la muerte precisamente entre Acacico y Temacapulín que, por cierto, han logrado que no se construya la cortina de una presa a la altura que les significaba la inundación de esos poblados. Curiosa convergencia. Los Chichimecas avanzaron animados por sus triunfos. Sabían a quién habían derrotado. Así llegaron hasta Tequila en donde mataron a Fray Juan de Esperanza, para dirigirse hacia Ameca en donde mataron a Fray Antonio de Cuéllar. El 29 de julio de 1541, un inmenso ejército Chichimeca se presentó frente a Guadalajara, animándose con gran griterío y blandiendo sus temibles arcos y flechas. Cristóbal de Oñate había refugiado a los vecinos en una suerte de fortaleza improvisada mientras Juan de Alvarado y Miguel de Ludena salían al combate con los soldados que quedaban. Fueron derrotados. Los Chichimecas, creyendo que ya no había más obstáculos, se lanzaron contra la ciudad. No contaron con que los vecinos resistirían al mando de una mujer de extraordinario valor, Beatriz Hernández, quien al grito de “El Rey es mi Gallo” y blandiendo la espada, se lanzó contra los guerreros flecheros. El empuje de Beatriz Hernández y la artillería causaron bajas muy importantes entre los Chichimecas  que optaron por la retirada. Pero el encuentro asustó a los españoles que pidieron al propio Virrey Antonio de Mendoza, acudir con un ejército capaz de derrotar a los alzados del Mixtón. Don Antonio respondió y salió de la Ciudad de México, acudiendo con un ejército de 600 españoles acompañados de una numerosa tropa de tlaxcaltecas, chalcas, tezcocanos y cholultecas. Es este el ejército de la Nueva España que finalmente derrotó a los Chichimecas. A finales de septiembre de 1541, los guerreros Chichimecas fueron dispersados y perseguidos sin cuartel. Tenamaxtle junto a otros líderes permanecieron escondidos, hasta que un grupo de frailes, curiosamente usado argumentos muy parecidos a los que siglos después se usaron con Emiliano Zapata y con César Augusto Sandino, accedió a salir a pactar la paz. Fue hecho prisionero y llevado a España en donde murió en la Ciudad de Valladolid, no sin antes haber entablado un diálogo con Fray Bartolomé de las Casas. Sin embargo, los Chichimecas continuaron una suerte de guerra de guerrillas que, según varios historiadores, se prolongó 200 años.

Esta historia debería contarse en las aulas del país y no sólo los sucesos acaecidos en lo que hoy es el centro de México. Los prejuicios en contra de los Chichimecas se han continuado y se ha tratado de ocultar su papel en lo que ha sido el proceso de formación de la nación. No todo se reduce a la Gran Tenochtitlán. La Historia, ahora sí, de cómo se forjó México, es mucho más compleja que la sola historia de una Ciudad, así sea esta la Capital del país. Durante todo el período colonial hubo rebeliones de los pueblos originarios como la de Cancuc en Chiapas en el siglo XVIII y tantas más en lo que es hoy el Norte de México. Debemos pensar con objetividad la historia de lo que hoy es nuestro país, diverso, plurilinguístico, variopinto, complejo.

Ajijic. Ribera del Lago de Chapala. A 29 de agosto, 2021.

 

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