La ignorancia y la fama

Casa de citas/ 554

La ignorancia y la fama

Héctor Cortés Mandujano

En la selección Los cuentos de ‘El Cuento’ (UNAM, 1981), Edmundo Valadés, director de aquella célebre revista, incluye “Tu más profunda piel”, un cuento erótico de Julio Cortázar que llama de varias maneras a los participantes del ejercicio sexual (p. 18): “Jinete o potro, arquero o gacela, hipógrafos afrontados, delfines en mitad del salto”.

En “Olaf oye a Rachmaninoff”, de Cary Kerner, Olaf conoce al pianista y anota (p. 26): “De veras que me sorprendí al verlo. Me pareció que un hombre tan fuerte podía hacer lo menos una docena de cosas más útiles que tocar el piano”.

Me gusta mucho cuando la gente dice mal un refrán (mi mujer lo hace seguido y yo me río tanto que ya no sé si lo hace por error o nomás por hacerme reír) y me hallo un ejemplo en “Traducción fidedigna de un manuscrito encontrado en un zafacón”, de Pedro Bovi-Guerra. En lugar “de tripas, corazón”, la protagonista dice (p. 94) “se me hizo de tripas la razón”. [En el programa de radio Nadie sabe nada, el humorista español Andreu Buenafuente sustituyó sólo una palabra en el refrán “miel sobre hojuelas” y lo volvió otra cosa. Dijo, sonriente, “miel sobre ojete”.]

En “Cómo llegué a director de un periódico de agricultura”, de Mark Twain, el protagonista se indigna cuando le reclaman que haya escrito un artículo sobre el tema, si nada sabe de agricultura y dice (p. 161): “Hace catorce años que ejerzo el periodismo, ¡catorce años!, ¿sabe usted?, y nunca he visto que sea necesario saber algo de algo para escribir en un periódico”, y sube de nivel (p. 162): “¿Y es usted el que pretende enseñarme el oficio de periodista? ¿A mí, que le conozco desde la alfa a la omega, y que sé por experiencia que cuanto más ignorante es un hombre más probabilidades tiene de alcanzar fama y dinero?”.

 

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La cuestión no es ¿pueden hablar?, sino ¿pueden sufrir?

Jeremy Bentham,

citado por Miquel Capó i Martí

 

El cerebro de los animales. Neurociencia y bioética (Emse Adapp y Editorial Salvat, 2019), de Miquel Capó i Martí es un ensayo que no decepciona. Es ameno y documentado. Es bueno hasta en los epígrafes, aquí uno de James Alfred Wight (p. 7): “Si tener alma significa ser capaz de sentir amor, lealtad y gratitud, los animales son mejores que muchos humanos”.

Hace un recuadro de los sentidos y dice que ya no funcionan los esquemas escolares que nos enseñaron. Los cinco sentidos son: 1). El sentido del tacto, 2). el sentido vibratorio, que (p. 18) “se define como ‘sentido auditivo’, porque no todos los animales tienen el oído como órgano especializado, 3). El sentido térmico, que “estuvo antiguamente asimilado al tacto”, 4). Los sentidos químicos, que están constituidos por (p. 19) “órganos olfativos”, “órganos del gusto” e incluso “el sentido de lo húmedo” del caracol o de las abejas, y 5). El sentido de la vista.

Otro epígrafe, éste de George Bernard Shaw (p. 45): “Cuando un hombre quiere matar un tigre, se llama deporte; cuando un tigre quiere matar a un hombre, se llama ferocidad”.

En la lista de los animales más inteligentes están el cerdo (p. 60) “con una capacidad de inteligencia similar a un niño de tres años”; el chimpancé que es “la especie animal más cercana al ser humano”; el cuervo que tiene “conciencia de sí mismo y de los demás”.

[Para determinar si un animal tiene conciencia de sí mismo se hace la llamada “prueba del espejo” que consiste en marcar (p. 65) “el cuerpo del animal con un tipo de pintura sin olor en una zona de difícil acceso” y ver si reacciona ante ella cuando la ve en el espejo.]

Están los delfines que (p. 60) “se ayudan entre ellos si están heridos o enfermos”; los elefantes que “poseen el cerebro más grande sobre tierra firme y una capacidad de socialización asombrosa”; los loros, capaces “de diferenciar y reconocer diferentes rostros humanos”; el pulpo, que (p. 61) “es la especie de invertebrado más inteligente del mundo” y las ratas, que “sueñan de una manera parecida a las personas”.

Capó i Martí dice que las abejas no mueren necesariamente de sed o de hambre si están solas (p. 129): “Una avispa solitaria, que es también un himenóptero, vive gran cantidad de días sin absorber nada. La causa de la muerte se debe a su aislamiento respecto de sus congéneres”.

Ha crecido el vocabulario para hablar de los animales que son incluidos en la lógica de los humanos. El “improntado” o “troquelado” es aquel al que (p. 137) “se le interviene con el objeto de que el mismo se crea, parcial o totalmente, como parte de otra especie, en general la humana”; por eso, por ejemplo, animales feroces pueden participar en películas [la impronta es “el comportamiento de aprendizaje irreversible por el cual un individuo animal toma conciencia sobre cuál es la especie de la que forma parte”].

Y hay los animales neoténicos (p. 139): “La neotenia se caracteriza por la conservación de rasgos juveniles por parte del animal adulto”. El perro bóxer, por ejemplo, ha sido modificado para estar siempre dispuesto “al juego y a la colaboración con su amo”.

 

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En La marca del editor, de Roberto Calasso (que leí en uno de mis lectores electrónicos), Calasso dice: “Los escritores, en principio, son productores de cadáveres, que en ciertos casos pueden ser sometidos a experimentos galvánicos gracias a la intervención de agentes externos: los lectores”.

Y también: “El texto –cualquier texto– es un pretexto. Lo que cuenta es el link, la conexión”.

Ante la avalancha de la edición que busca sólo vender, dice Calasso: “No querría que se tuviera la impresión de que hoy en día la edición, en el sentido en que he intentado describirla –es decir, la edición en la que el editor se divierte solo si consigue publicar buenos libros–, sea una causa perdida. Es, simplemente, una causa difícil”.

Otra de las ideas que me llamó la atención de este gran escritor y editor italiano (Florencia, 1941) es la que se refiere a los textos en internet, incluso en las bibliotecas virtuales que homologan todo, sin discriminación. No hay portadas ni diferenciación en fuentes ni nada más que textos puestos uno tras otro que parecen buscar, dice Calasso, terminar con la individualidad de los libros y hacer un libro único.

Es un aprendizaje leer a este hombre florentino que, me enteré de sopetón y a destiempo, murió hace no mucho.

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

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