Rossana Reguillo, Cuando morir no es suficiente

Rossana Reguillo recoge en su libro más reciente, Necromáquina, cinco trabajos sobre las violencias en México, analizadas desde el horrorismo como categoría de investigación.

Aunque son textos publicados en diferentes publicaciones, el libro está surcido a partir del estudio de las violencias. Por esa razón está el ensayo, la crónica, la investigación y, sobre todo, el compromiso de la investigación situada: “Es un esfuerzo, dice su autora, por analizar y narrar los malestares, los horrores y los síntomas de un tiempo de colapso en el paradigma civilizatorio de la modernidad. Buscar relatar el tránsito del biopoder (el poder de hacer vivir), a su devenir necropoder, un dispositivo de muerte que avanza engullendo territorio, cuerpos y futuros”.

Para Reguillo, como le comentó en alguna ocasión Monsiváis, todos somos matables, cuerpos desechables, “vidas no lloradas”.

El asunto es que no se trata solo que seamos cuerpos desechables y matables, sino que nuestros cuerpos destrozados deben causar horror, violencias que expresan desmesura, que dejan atrás la violencia utilitaria, para pasar a la violencia expresiva: “La narcomáquina remite a un cálculo racional de riesgo y ganancia. La necromáquina es la disolución absoluta de la vida en un estado de urgencia constante”. Así hay un “aumento de la violencia expresiva en detrimento de la violencia utilitaria. Es decir, se trata de violencias que no parecen perseguir un ‘fin instrumental’, sino constituirse como un lenguaje que busca afirmar, exhibir los símbolos de su poder total”.

No se trata de matar por matar. Se trata de que los cuerpos inermes sigan expresando horror, sigan infundiendo terror, sigan amedrentando.

Necromaquina; Rossana Reguillo

Fue un texto de Michael Löwy, que llevó a Reguillo a pensar en la necromáquina: “El dispositivo no existe ahí para ejecutar al hombre, sino que éste está precisamente ahí por el dispositivo, para proveer un cuerpo sobre el cual pueda escribir su obra maestra estética, su registro ilustrado sangriento lleno de florilegios y adornos. El propio oficial no es más que un criado de la Máquina”.

La narcomáquina, agrega, ha incrementado su acción expresiva, “es decir, el ejercicio de aquellas violencias cuyo sentido parece centrado en la exhibición de un poder total e incuestionable, que apela a las más brutales y, al mismo tiempo, sofisticadas formas de violencia sobre el cuerpo ya despojado de su humanidad (los decapitados, los colgados en los puestos, los cuerpos desmembrados y tirados en la calle), en detrimento de la violencia utilitaria, cuyos fines son legibles o aprehensibles para la experiencias (te mato para robarte, te aniquilo porque  tu presencia estorba mis planes, etcétera, muerte del otro es suficiente”.

Es un libro con muchas voces. Es también encuentro y bifurcación de caminos, de búsqueda de soluciones en un México que se baña de sangre, aunque no esté en guerra. En las guerras, y lo vemos en Ucrania, la muerte es utilitaria, se mata para inutilizar, no para exhibir, para causar horror.

 

Fuente: Reguillo, Rossana (2021). Necromáquina. Cuando morir no es suficiente. NED Ediciones.

 

 

 

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