Destellos y naufragios de lo inefable

Como lo he mencionado en otras ocasiones, procuro leer a mis colegas de ChP porque me permiten ampliar mis horizontes en cuanto temas y vivencias, ayudan a despejar mi ignorancia y contribuyen a no olvidarme nunca de la patria chica. He leído los últimos apuntes de Sarelly Martínez sobre la realidad política chiapaneca, la penosa descomposición social que percibe y los desafíos que enfrentará Morena para continuar en el poder estatal. Aunque sus reflexiones nos dejan la incertidumbre o acaso la perfilada derrota del hoy partido oficial si no es capaz de procesar una candidatura que no divida y, más aún, contar con un candidato con la capacidad suficiente para articular la variopinta composición de Morena en la entidad; me parece que, a pesar de todo, el partido guinda no tendrá problemas para retener el poder por varias razones, apunto solamente dos: el grado de fragmentación política y la debilidad de la sociedad civil chiapaneca, y una oposición carente de liderazgos creíbles y con proyectos viables que contrasten con el actual régimen de la cuarta transformación. Al final, con el sólo hecho de pensarlo me cuesta trabajo digerirlo, pero precisamente por lo que él plantea, los sufragios todavía se venden al mejor postor lo cual, también, favorecerá a Morena.

En el improbable caso de que ocurriese un desastre electoral que pusiera a Morena fuera de las oficinas de la calle central, existen detalles adicionales que pueden operar en favor del régimen de la 4T estatal. Ningún actor político chiapaneco por sí mismo es capaz de imponerse por la vía electoral. Por lo tanto, se requiere una alianza de actores locales y regionales, así como los que operan desde el centro del país, de modo que pueda conquistarse el ansiado poder político en ese entidad sureña. La pregunta aquí es ¿Cuál es el actor político capaz de articular semejante complejidad de intereses?

Adicionalmente, debe tomarse en cuenta que, así como la ciudadanía (por las razones que sean) sucumbe al tráfico comercial del sufragio, esto se corresponde con los liderazgos políticos que ven en los partidos solamente instrumentos para saciar sus apetitos de poder. A esto es lo que se le ha llamado el chapulineo político. Visto así, los partidos políticos cumplen una función meramente instrumental. Lo que tenemos, entonces, es un sistema político frágil, con instituciones políticas débiles y merced de liderazgos incontrolables. Por lo tanto, quien o quienes sean capaces de imponerse tendrán un tramo del proceso político en sus manos y, en este sentido, Morena lleva ventaja por el control de las instituciones estatales y, nada más, pero nada menos, que la presidencia de la república, desde donde también se tienen intereses en Chiapas.

Todo esto a pesar del mal desempeño del actual gobernador, quien no solamente nos muestra reiteradamente el talante gris que imprime a su estilo de gobierno, sino que ha dado evidencias de sus limitadas capacidades para gobernar y, más preocupante aun, carente de ideas y propuestas propias.

El profesor Fábregas entrega algunas reflexiones a propósito de la estancia de un escritor americano de la generación Beat por la sofocante humedad que se desprende de la exuberante vegetación de Palenque; donde los pueblos aprendieron a vivir con las inclemencias de la temperatura y la proverbial naturaleza que nutre tanto la imaginación, como la vida misma hoy diezmada por la pobreza y la violencia.

La sugestiva historia de, Allen Ginsberg, no solamente nos conduce por los intrincados caminos de la selva chiapaneca sino, también, por la enigmática presencia de una gran conocedora de esos territorios. No sé si interprete bien, pero sospecho al menos un dejo de incredulidad en el profesor Fábregas sobre los conocimientos de aquella aparentemente bien dotada de sabiduría acerca de los mayas.

El creador aventurero narra, según Fábregas, sus peripecias por tierras mayas y ve frustrados sus anhelos de visitar San Cristóbal que implicaba no solamente un periplo de varios días, sino un financiamiento que en ese momento no podía darse el lujo de mal gastar dado lo exiguo de su presupuesto.

El profesor Fábregas cuenta estas historias a propósito de la publicación que reúne mucha de la correspondencia entre Jack Kerouac y Allen Ginsberg; Cartas escritas más o menos a mediados de la pasada centuria. Lo destacable parece ser ese encuentro con la “enigmática mujer” que despliega todas sus artes y con ello mantiene una suerte de encanto que el escritor no puede resistir.

Y a propósito de los misterios de la vida y los personajes que a menudo la colman, hace unos días accidentalmente me encontré con el libro de una escritora en circunstancias algo extrañas. Escasamente había tenido la oportunidad de transitar por las letras de Rosa Montero. No sé si por provocación, una de mis mujeres de la cual prefiero no acordarme y mantenerla en el anonimato, dejó uno de sus libros en el buró de mi habitación que no recuerdo ni su nombre. Leí algunas páginas y no pude soportar el feminismo militante y el tufo garciamarquiano de su literatura. Ahora sé que mi valoración fue injusta y desproporcionada. No quiero decir con esto que repela la prosa de García Márquez. Antes al contrario, es uno de los autores que a menudo frecuento por el placer que me produce su literatura y porque con frecuencia me atrapan regresiones infantiles mientras disfruto alguno pasajes memorables entre las habladurías de los pueblos y los indómitos tiempos aquellos de la campiña colombiana de exuberante naturaleza. Pero me cuesta trabajo adentrarme en paraísos artificiales por interpósita persona.

Más desconsiderado podría ser el hecho de ignorar que, en cierta medida, todos somos producto de nuestros referentes intelectuales y de todo tipo; de modo que puede resultar casi natural el hecho de reconocernos en quienes admiramos. No obstante, de ese modo irá esculpiéndose el tono y los ritmos de una prosa con denodado e infatigable esfuerzo. Nada es gratuito, ni obra de complices musas que nos hablan al oído mientras la página en blanco nos aterra, todo es producto del coraje que se imprima en lo que se hace.

He dicho que fue injusta y desproporcionada mi impresión inicial sobre una autora que realmente no conocía, y porque solamente es aceptable semejante impulso por la aversión que pueden causarnos olores y sabores, a veces agradables y en ocasiones no tanto. Y es verdad porque no podía imaginar mi reconciliación con sus letras, después de embestir de nuevo su prosa recuperando temas que me llegaban cerca y tocando el fondo de mi mismo. Alguna vez escuché por la radio a alguien que se refería a la literatura de Montero y me llamó la atención por el ímpetu que empleó en la descripción de uno de sus libros en que se ocupa del triste y a veces trágico final de nuestros seres queridos. Confieso que aun carezco del conocimiento apropiado como para siquiera intuir el tipo de conexiones que se me vinieron a la mente. Desde luego, las pérdidas más próximas son de suyo descontadas como parte de estos vínculos o acaso mágicos contactos que nos hacen engancharnos; literalmente atraparnos en la narrativa que combina la realidad y la ficción. Pero estoy seguro que otras ausencias, como las muertes, sin duda se agolpaban en mi cabeza. Y recordé amigos con rostros desencajados y tristes.

Montero comienza su narrativa como si se tratase de una charla de café entre amigos. Relata los sórdidos momentos a los que un escritor debe sobreponerse, pero a cada santo le llega siempre su festejo fúnebre y el pavor que produce la improductividad imaginativa o el desapego de aquello que alguna vez nos llegó a encantar, pudren el alma de la creación.

Una amiga me informa que hace mucho dejó de frecuentar esas letras. Hace ya un buen tiempo me gustaba su estilo, me confiesa no con estas palabras, y agrega que su obra, cual si fuera una marca o materia prima que circula en el mercado del arte, ahora es un producto de la mercadotécnia y circula en el comercio de la literatura masiva. Bueno, no lo dijo así, pero me he prestado ciertas licencias a las cuales creo no podría oponerse porque trato de ser fiel a su diagnóstico.

La ridícula idea de no volver a verte, es una de las obras de Rosa Montero en la que emprende una suerte de biografía novelada de la científica, Marie Curie, en dos ocasiones galardonada con el premio novel por méritos propios. Narra las circunstancias adversas en la vida de Marie Curie, las limitaciones económicas, las dificultades de ingresar a la educación formal en un mundo dominado por hombres, los amores de su vida y los hijos que llegó a tener, y todo el universo que rodea a un personaje tan intenso. Sobre esta trama, Montero entrevera sus propias experiencias e intenta extraer por contraste algunas lecciones a través de la vida de Marie Curie. Cuando no sabemos cómo actuar nuestra propia condición de género en un mundo que borra las diferencias y los papeles tradicionales, tenemos dificultades para encontrarnos a nosotros mismos y desempeñarnos con base en las diversidades que nos fundan. Por ello cree que tanto hombres como mujeres nos hallamos perdidos y cada quien debe hacerse cargo de su extravío para volver a encontrar los sentidos de la vida.

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