Florecitas de colores

Foto: María Gabriela López Suárez

Melissa se sentó en el borde de la cama para amarrarse las agujetas de sus tenis, como todas las tardes saldría a correr en un parque poco cercano a su casa. Esta vez iría sola, sus acompañantes Rubí y Danilo, vecinos de su colonia, estaban de viaje. Aunque sentía un poco de nervios de salir sola, se armó de valor, era el primero de quince días que lo haría, mientras la pareja de vecinos regresaba a la ciudad. Mientras terminaba de ajustarse las agujetas pensaba que le gustaría poder salir sin temor a que alguien le acosara o molestara en la calle, guardó en el bolsillo de su sudadera su spray con gas pimienta y se dispuso a salir.

Conocía muy bien la ruta para llegar al parque, mientras atravesaba el mercado que estaba en el camino, apresuró el paso, no sin antes darse tiempo para observar la cantidad de basura que había en el piso, aunque los botes para depositarla se encontraban colocados a un costado, como si la gente no los viera, o peor aún, como que no le dieran importancia a poner la basura en donde deberían.

Al llegar a una esquina, en el cruce de un semáforo, se detuvo mientras daba el rojo y se percató de la cantidad de basura que se puede generar a partir de lo que se consume, vio gente bebiendo refrescos, comiendo frituras, alimentos yaen platos y vasos desechables. Un dato que llamó su atención fue que una persona colocó una botella de plástico en uno de los botes para basura, eso le dio gusto, sin embargo, se dio cuenta que la persona lo puso en el bote de basura orgánica, sin que le diera mayor importancia a la confusión.

—¿Será que no sabe leer? Clarito dice orgánica e inorgánica —pensó.

Continuó su camino rumbo al parque, mientras lo hacía iba pensando en las diversas formas que se genera contaminación y el poco cuidado al medio ambiente, a la naturaleza, que cada día evidencia los daños que se le causan. Llegó a su destino. Hizo su rutina de calentamiento y comenzó a correr. Antes de que terminara su primera vuelta le llamaron la atención los cambios en las jardineras ubicadas en una parte del parque. Recordó qué había antes ahí, su mente que no solía fallar le trajo el dato: la imagen de un espacio abandonado, gris. Ahora lucía distinto, había muchas florecitas de colores que estaban habitando el lugar.

Melissa disminuyó el ritmo de su paso para acercarse a ver las flores, le dio mucho gusto que ese espacio que antes lucía triste, olvidado, ahora tuviera una parte de naturaleza viva. Se quedó observando si no había invasión de basura y su corazón se alegró al ver que no. Mientras regresaba a su ritmo se le ocurrió que podría proponer a Rubí y Danilo platicar con la gente vecina del parque, para que se organizaran y pudieran cuidar el parque de manera colectiva, no solo en el mantenimiento, en la naturaleza, sino también en la seguridad del lugar. Siguió corriendo, se había propuesto hacer dos vueltas más, la recompensa era linda, saludar nuevamente a las florecitas de colores.

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