La Generación Beat: Allen Ginsberg en Chiapas (1)

Foto: https://www.facebook.com/therealallenginsberg/photos/a.1797014307026361/3571062399621534/?type=3

En algún día del mes de diciembre de 1944 se reunió en un bar de Manhattan un grupo de intelectuales que conformarían uno de los movimientos literarios más importantes de los Estados Unidos. Sus nombres: Jack Kerouac, Allen Ginsberg, William S. Burroghs, Jhon Chellon Holmes. Buenos bebedores, aquel singular grupo congregado en el West End Bar (“El Bar del Lado Oeste”) encontraba su punto de unión más que en una ideología definida, en la sensibilidad artística y su convicción de que el arte debía jugar un papel central en las sociedades contemporáneas para desterrar el militarismo, el sexismo, el racismo e incluso el capitalismo.  A este grupo que al calor de los tragos se fraguó en un bar neoyorquino se le conoce como La Generación Beatnik, apelativo que ellos mismos se impusieron. Beat en inglés es abatido, derrotado, golpeado. Es, pues, la Generación Golpeada. Al grupo original se le unirían después personajes como Neal Cassady, Carolyn Cassady y Carl Salomon. Sacudieron no sólo a la literatura norteamericana sino a la sociedad de su momento. Su bibliografía es larga. Creo, sin embargo, que dos son las obras emblemáticas de este singular grupo que logró configurar un verdadero movimiento intelectual en los Estados Unidos: Jack Kerouac, On the Road publicado en 1957 y después en castellano, En el Camino, en 1986 por la Editorial Anagrama de Barcelona y Allen Ginsberg, Aullido publicado en 1956 y luego en Anagrama en 1985.

Precisamente Allen Ginsberg estuvo en Chiapas desde enero hasta abril de 1954. Ginsberg viajó vía La Habana (a la que injustamente calificó de “horrenda”) para llegar a México, visitar Uxmal, pasar por Campeche y llegar a Palenque, Chiapas. En la primera carta escrita desde Chiapas en el lapso que va del 18 al 25 de enero de 1954, lamenta no tener dinero para viajar a San Cristóbal. Esta sería la primera misiva de las cuatro que escribió a Neal Cassady, Jack Kerouac y Carolyn Cassady quienes se encontraban en San José, California. La extensa correspondencia entre Jack Kerouac y Allen Ginsberg conforma el voluminoso libro Cartas editado por Bill Morgan y  David Stanford en traducción de Antonio-Prometeo Moya, que publicó Anagrama, Barcelona, en 2012. Es un texto de gran importancia no sólo para conocer una época en la sociedad norteamericana sino para estudiar las trasformaciones que en el arte en general y en la literatura en particular provocó la Generación Beat.

En la primera carta que escribe desde Palenque, Chiapas, Allen Ginsberg confiesa que sólo tiene 34 dólares en el bolsillo, mismos que piensa usar para viajar al D.F. en donde confiaba en recibir dinero vía los giros telegráficos. Menciona que existe un tren para viajar a San Cristóbal pero se ha quedado con tan reducidos fondos, que ve difícil de llegar a esa ciudad. Además, el tren tiene fama de lento y recorrer los 150 kilómetros que separan a Palenque de San Cristóbal le significaría perder varios días. Describe a Palenque como un lugar paradisiaco situado en medio de una tupida selva, lluviosa, de suelos fangosos. Caminando por los alrededores del poblado a la orilla de la espesa selva, Ginsberg se encontró con una mujer que en espontánea conversación le comenta que era nativa de Palenque y que además había crecido en medio de la jungla. Justo en esos días en que se encuentra con Ginsberg, aquella mujer recién había regresado de los Estados Unidos en donde pasó seis años trabajando y ahorrando dólares. Dicha mujer resultó ser arqueóloga. En su carta, Ginsberg apunta que la familia de aquella misteriosa mujer había sido dueña “del yacimiento de Palenque” y por esa razón conocía el sitio como la palma de su mano. La arqueóloga era propietaria de una plantación de cacao en medio de la cual había cabañas. Justo dice Ginsberg que al iniciar su carta el 18 de enero de 1954, él ya tenía una semana viviendo en aquella plantación “que está en medio de la jungla” a un día de distancia a caballo de Palenque. Ginsberg describe una excursión por la selva con la arqueóloga en sendas cabalgaduras y admirado menciona el prodigio de la vegetación, los aullidos de los monos, los gritos de los loros y el ambiente húmedo de la jungla. Permanentemente se tropiezan con restos arqueológicos. Es, reconoce Ginsberg, la primera vez que cabalga. Se admira del conocimiento que acerca de los mayas despliega la arqueóloga a la que describe como “una mezcla de mística y médium”. La arqueóloga recorría esa selva a pie, cruzando la frontera con Guatemala y describiendo esas caminatas en libros cuyos títulos no proporciona Ginsberg. Sólo anota que su editor es Giroux. Tampoco nos dice el nombre de la arqueóloga de quien comenta que “trabaja para el gobierno mexicano” reconstruyendo el sitio arqueológico de Palenque. Con ingenuidad, afirma Ginsberg que aquella arqueóloga es la única persona en todo el mundo que sabía de la existencia de una tribu perdida en las entrañas de aquella selva del lado guatemalteco. Montado a caballo, uno puede imaginar a Ginsberg fascinado con la conversación de aquella mujer que le contaba quienes fueron los mayas, cuál su visión del mundo y la importancia de sus simbolismos, su concepción de la vida. Lamenta que no estuviese allí “Bill” a quien le hubiera encantado saber de aquel misterioso pueblo maya. Del relato de Ginsberg se desprende que la arqueóloga se iba de lenguas contándole al escritor Beat que ella vivió de niña con la tribu perdida de Guatemala recibiendo conocimientos que le permitían entender al mundo de los mayas. Ginsberg no oculta su atractivo por aquella mujer, aunque nada dice de relaciones íntimas, sólo que “es un gran placer” ser su huésped. Está contento el escritor porque al fin pudo sostener una “conversación ignu” aunque la arqueóloga no es “ignu”, es decir, no se “desnuda” al hablar. Cuando caminan por la selva, la arqueóloga porta fusil y machete, lo que Ginsberg admira. Además, aquel escritor de urbano linaje disfrutó bañándose en las pozas en medio de la selva ruidosa y húmeda. Describe el disfrute de su habitación abierta por los cuatro costados en medio de la plantación de cacao, en la que un “indio” mantiene viva una fogata por las noches además de preparar en ella café y comida. Duerme el escritor en una hamaca que “cuelga de pared a pared”. A través de una abertura de la habitación el escritor nacido en Newark, Nueva Jersey, disfruta de la visión de una “montaña inexplorada”, quizá un montículo arqueológico.

La carta de Ginsberg abunda en descripciones de los alrededores de la plantación de cacao y, entre otros aspectos, menciona que rodean a su habitación seis cabañas que albergan a los trabajadores empleados por la arqueóloga. Apunta: “Es una especie de régimen feudal en el que ella es la reina y nosotros los invitados reales”. En lo que nombra “séquito” de aquella arqueóloga-reina, se encuentra “un joven mexicano de Plan Punto 4 el cultivo del cacao, que es “chocolate”, agrega Ginsberg. Y también dice que en algún momento abandonará el lugar. Sabe que tendrá que cabalgar un par de horas para llegar al punto en donde se embarcará en un cayuco (“bote hecho con un tronco que se vacía”) para navegar “en algún río” hasta alcanzar un poblado por donde pase el tren. “Después por avión por 80 pesos a San Cristóbal, donde he decidido ir a pesar de todo. El avión es el medio más barato aparte de que ahorra cerca de 10 días de viaje por tierra.” Y termina comentando a sus amigos que leen la carta: “En San Cristóbal me reuniré con Franz Blum, que es un arqueólogo”. Así lo describe. (Franz Blom)….”no es persona grata en las Universidades estadounidenses: es un viejo borracho que se ha ido al trópico, todo el mundo dice que es el hombre más brillante de México y vivió en Nueva Orleans con Sherwood Anderson y con Faulkner hace años, antes de que viniera aquí y descubriera Palenque, etc. Ahora es la autoridad más destacada sobre los indios y los mayas, amigo de mi anfitriona, etc”

En un siguiente texto comentaré las cartas de Ginsberg que se suceden a esta primera. Nos quedan varias preguntas que al finalizar expondré al finalizar los comentarios.

Ajijic. Ribera del Lago de Chapala.  A 3 de julio de 2022

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