Cuba y el colonialismo

Guerras de independencia de Cuba. Foto: Archivo del gobierno de Cuba

En el intercambio de observaciones que sostenemos mi amigo y colega Pedro Tomé en relación a los textos publicados en Encarte Crítico de Chiapas Paralelo, me hace una serie de comentarios que complementan mi anterior artículo acerca de la Isla Bella, Cuba, la Mayor de las Antillas. Partimos del planteamiento de que el colonialismo es el medio por el el que el capitalismo se difundió e implantó en el Planeta. Decía en mi inmediato anterior texto que Cuba fue la última posesión colonial española. A ello, Pedro Tomé agrega, con razón, que eso es verdad para lo que es hoy El Caribe y América Latina. En efecto, en 1898, España pierde a Cuba pero interviene en el reparto colonial de África y Asia en el que estaba enfrascada Europa en ese fin del siglo XIX. Marx había previsto que el colonialismo destruiría las economías políticas no capitalistas conforme el capitalismo se expandiera por el mundo creando una mundialización colonial de la Historia. Bien me dice Pedro Tomé: “….a medida que comenzaban las independencias americanas con respecto a la metrópoli española, comenzaba el reparto de África y Asia”. España logra quedarse en esa rebatinga colonial con la   Guinea Ecuatorial, la parte insular y lo que se conoce como el Sahara Español. Por supuesto, España perdió a Cuba y a Filipinas. Por cierto, Pedro Tomé menciona el texto de Julio Caro Baroja, Estudios Saharianos, publicado en 1955. El estatus colonial de Guinea Ecuatorial se extendió hasta 1968 y el del Sahara Español, actual Sahara Occidental, hasta 1975. Es decir, el colonialismo no sólo está a la vuelta del tiempo sino que sigue tan campante en varias partes del mundo, amén de la globalización capitalista en la actualidad. En un remate de su interesante comentario en relación a mi texto, Pedro Tomé escribe: “En fin, el afortunado fin de la colonización de América, fue seguido por la colonización de otros territorios que cubrían, quizá, la misma función económica”. En efecto, en todos los territorios coloniales dominó el extractivismo, el saqueo, de los recursos naturales de los territorios ocupados. Y en eso sigue consistiendo el neo extractivismo, en contextos diferentes al del colonialismo resultado de la primigenia expansión de la Europa Occidental por el mundo. Hoy, un hijo de ese colonialismo, los Estados Unidos, es la principal metrópoli colonial, detrás de los conflictos provocados por el saqueo de los recursos naturales del planeta. La actual guerra entre Rusia y Ucrania está en relación directa al interés por el control de recursos naturales como el gas, o bien sitios estratégicos, como los puertos. En la Europa actual, en la misma España, existe una situación de subordinación a los grandes capitales mundiales, como lo revela el manejo de la industria eléctrica y la sujeción del pueblo español a pagar tarifas infames. En la década de los años 1930, Rudolph Hilferding ya escribía que el capital financiero dominaría al mundo, como sucede en la actualidad. En El Caribe, la puerta de entrada del colonialismo europeo en el siglo XV, Cuba representa también la salida del colonialismo, aunque ello se lograra con un alto costo para el pueblo cubano. Bien escribía Nelson Mandela que no es fácil el camino hacia la libertad. Es más, en el propio Caribe continua la existencia de territorios coloniales como Puerto Rico (Estados Unidos), o La Martinica y la Isla Guadalupe (Francia), para mencionar sólo algunos. Esa condición colonial se esconde bajo términos como el de “Estado Libre Asociado” en el caso de Puerto Rico o el de “Protectorados” en los casos de los territorios franceses. Cuando ha existido un movimiento libertario con éxito, como el de la Isla de Granada, la intervención de los Estados Unidos se encarga de cortarlo de tajo.  La derecha de México en particular y de América Latina en general, insiste en denostar a Cuba, pero sin analizar el contexto internacional y la vigencia del colonialismo en El Caribe. Por ello, insisto en repetir que el destino del pueblo cubano, como en general el de los pueblos del mundo, sólo corresponde decidir a cada pueblo. Eso no significa renunciar al análisis ni al pensamiento crítico, sino precisamente a hacerlo con la profundidad que caracteriza a las Ciencias Sociales en Latinoamérica.   Pero está a la vista que el colonialismo, en sus variadas y complejas formas, es una realidad de nuestra contemporaneidad. Lo que no admite una potencia colonialista como los Estados Unidos, es el derecho de un pueblo a la libertad. En los propios Estados Unidos, las minorías raciales sufren un estatus colonial, como se demuestra en la vida cotidiana de esa nación. Más todavía, la enfermedad que azuela a la sociedad norteamericana, manejada por el miedo, se revela en forma trágica en los tiroteos en las escuelas o en lugares públicos, que parecen no tener fin. Con todos los problemas que afronta Cuba, la solución está en manos de los propios cubanos. Por esa razón, una manifestación contra el bloqueo ejercido por los Estados Unidos, es también un grito por una libertad muy precaria que se supone existe en América Latina, el continente de la desigualdad social y de la pobreza. La derecha mexicana sigue expresando su acuerdo con el bloqueo a Cuba y su desagrado por el homenaje oficial a la Revolución Cubana promovido por el Gobierno, en un acto de solidaridad latinoamericana. Igual protestan por la llegada de Boric a la Presidencia de Chile o de Petro en Colombia, y se enojan por la popularidad de Lula en Brasil y quisieran ver a la Argentina crucificada en manos de un depredador como Macri. Sigue siendo muy largo el camino para la conquista de sociedades justas, desterrando la desigualdad social y la pobreza. Pero peor sería aceptar la condición de subordinados, declinando el ejercicio de la dignidad que asiste a todo ser humano.

Ajijic, Ribera del Lago de Chapala. A 31 de julio, 2022.

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