Juan Carlos Cal y Mayor, las palabras de un promotor de la cultura
Cuando Juan Carlos Cal y Mayor era titular de Coneculta Chiapas me acerqué para solicitarle que esa dependencia publicara mi libro sobre Santiago Serrano. Por esas fechas, había yo escrito un texto en la revista Nexos, bastante crítico sobre Manuel Velasco Coello, así que mis esperanzas no eran muchas.
Le dije, conociendo esos posibles resquemores, que entendería perfectamente si Coneculta decidía no publicar mi libro, para no enfadar al gobernador:
La respuesta de Juan Carlos fue puntual y sorpresiva para mí: “Lo vamos a publicar, porque yo de estas cosas no le pregunto al gobernador”.
Pocos meses después, mi libro Santiago Serrano, el periódico y el verso, fue publicado por Coneculta en Ediciones de la Noche, en un trabajo muy cuidado de diseñadores y diversos colaboradores de esa dependencia.
Manuel Velasco Coello creo que no se enteró jamás de que Coneculta me había publicado un libro, y Juan Carlos Cal y Mayor concluyó su gestión con el mayor logro para una entidad cultural en la edición de textos.
Hay otros logros que tuvo como secretario de Turismo y titular de Coneculta, que enlisto de manera incompleta aquí, como la realización de festivales, la creación de conciertos sinfónicos, la recuperación del Teatro de la Ciudad, del Teatro Francisco I. Madero –con la gestión determinante de Zoé Robledo–, de la Casa Belisario Domínguez, del Teatro Zebadúa, del Centro Cultural del Carmen, del Teatro Junchavín, de la Casa Rosario Castellanos, de la Casa Rodulfo Figueroa, etcétera, etcétera.
Es decir, en el rostro moderno de Chiapas, en donde se ha recuperado parte de nuestra identidad histórica, está la mano de Juan Carlos Cal y Mayor.
La actividad cultural realmente fue intensa, solo comparable con dos momentos esplendorosos de la historia de Chiapas: la del Ateneo, con su revista memorable, y la que impulsó Andrés Fábregas Puig en el Instituto Chiapaneco de Cultura en los noventa.
Me referiré ahora al aspecto editorial, porque me tocó ser beneficiario de esa política de apoyo a los investigadores y narradores.
El catálogo abarca más de 300 títulos, los cuales están disponibles en Publicaciones Coneculta (https://www.conecultachiapas.gob.mx/publications) para la consulta de los interesados sobre el tema de Chiapas.
Sin duda, la gestión de Juan Carlos Cal y Mayor impuso récord en el número de ediciones. Podemos decir que publicó un libro por semana, lo cual es difícil de igualar por cualquier administración. Lo acompañó, en ese exitoso proyecto, Marco Antonio Orozco Zuarth, otro hábil promotor de la cultura chiapaneca.
En esa cantidad de títulos, hay libros realmente destacados, como Entre el invento y el origen de Roberto López Moreno; Iniciamiento de Óscar Oliva; Cuentos y relatos de Eraclio Zepeda, con más de cinco mil ejemplares; Chiapas, en miradas extranjeras de José Iturriaga; Bosquejos histórico de Tuxtla, con más de tres mil ejemplares, que ganó el primer lugar nacional de crónica, y por supuesto, Camino de plata, de Gilda Rincón, que fue seleccionado por la Secretaría de Cultura, para ser material de lectura para los quinto grados de primaria de todo el país. Se editaron 90 mil ejemplares.
Hoy, pese a que Coneculta cuenta con el mismo presupuesto, la actividad editorial se ha reducido, así como los diferentes encuentros y festivales culturales, patrocinados por esta dependencia estatal.
Hace unos días le pregunté a Juan Carlos Cal y Mayor si se acordaba de lo que me contestó cuando le propuse la edición de mi libro sobre Chanti, pero me dio una respuesta titubeante. Supe que aquellas palabras que retratan su talante, fue un episodio más en su vida, y que dejó en mí una huella profunda, por su lealtad de amigos y su congruente, honesto y resuelto ejercicio como servidor público.
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