Borges, 4

Casa de citas/ 618

Borges

(Cuarta de siete partes)

Héctor Cortés Mandujano

 

1962

Borges fue a dar conferencias a EUA y cuenta de una charla con gente religiosa, a quienes comentó (p. 758): “Para John Donne, Cristo era suicida”.

Así como dice de Robert Graves, a veces los datos que da Borges parecen una invención (p. 761): “Jazz originalmente (hacia 1870) significaba el acto sexual, o el verbo copular, he jazzed her, después, movimiento agitado; finalmente, la música”.

Borges (p. 770): “A quienes sostenían que el divorcio amenazaba los hogares, Shaw replicó: ‘Al contrario, los multiplica. La gente se divorcia para formar nuevos hogares’ ”.

Se encuentra Borges con una muchacha, que lo trata mal, y concluye (p. 793): “ ‘Inmediatamente me enamoré’. Alguna vez dijo: ‘¿Te das cuenta? Ignorante, bruta, despótica, sucia. ¿Cómo no quererla?’. Recuerda también a una mucama de casa, that Consuelo, que al ver un paquete de la Antología de la literatura fantástica que nos mandaba la editorial, exclamó: ‘Así cualquiera escribe libros. Todos son iguales’ ”.

No le gustan los poetas del Siglo de oro español (Góngora, Lope, Quevedo) y opina (pp. 797-798): “Después de leer muchos sonetos de Lope uno se dice: ‘Qué extraño desvarío’. Son una musiquita. Después de los primeros versos uno podría escribir: etcétera. Total, a nadie le importa el significado”.

En mitad del voluminoso libro, justo entre las páginas 800 y 801 hay un encarte de fotografías. Una de las fotos es de dos páginas de una libreta donde Borges y Bioy Casares anotaban sus juicios acerca de los poemas que iban leyendo para el Concurso La Nación de 1963. Apunto algunos: “Perplejidad sintáctica, […] Inepto y escolar, […] Autóctono y prescindible, […] Malo, malazo, […] Ilustrado y pésimo, […] Enérgico y tosco, […] Enfático y agrícola”.

Bioy cuenta que desayunó con Michel Butor, escritor francés (1926-2016), quien dijo (p. 821): “Todas las personas de algún modo vinculadas al gobierno son horribles, llevan algo podrido en el alma”.

 

1963

Habla del Piers Plowman, de Langland (p. 866): “Hay una idea muy linda, que no vi en ninguna otra parte: que Dios se hizo hombre no sólo para lavar los pecados del mundo, sino para conocer el dolor. Hacerse hombre fue como una aventura de la divinidad”.

Borges y Bioy hacen acerbas críticas a quien se les pusiera enfrente. Aquí Borges descalifica a Pablo Neruda, a Federico García Lorca y a Octavio Paz (p. 894): “Neruda cambia de estilo y de tono en un poema, sin darse cuenta. Es un bruto. […] Es un discípulo de Lorca, mucho peor que Lorca”. Dice Bioy (p. 895): “Leemos poemas de Neruda y de Paz. Los de Paz, no libres de fealdades y estupideces, parecen mejores”. Dice Borges de James Joyce (p. 908): “El Ulysses carece de todas las virtudes que requiere una novela”.

Apuntó Borges en una libreta que iba a dar una conferencia, pero no recordó dónde. Se vistió y estuvo listo esperando a quién fuera para ir adónde lo llevaran y hablar del tema que le pidieran. No llegaron y le dice a Bioy (p. 934): “Estoy con un sentimiento de culpa; por haber fallado a esos muchachos, seguramente inteligentes, generosos y nobles, además de irreales”.

La sirvienta de María Kodama (en ese tiempo era una de las discípulas de Borges) le dice que la ha robado y le enumera los objetos sustraídos. Kodama la disculpa. Horas más tarde se entera de que la muchacha se ha suicidado. Su novio psicoanalista le dice que ella es la culpable (p. 938): “Vos sos la culpable de esa muerte. La mujer te confesó lo que había hecho, porque quería que te enojaras. Con tu bondad la avergonzaste. Con tu bondad la has matado”.

El padre de Borges creía que los artistas no debían tener las vidas comunes de los demás. Dice su célebre hijo sobre su papá, su mamá y su hermana Norah (p. 948): “Norah tenía sentimientos maternales y vocación de pintora. Padre, muy seriamente, cuando estábamos en Suiza, le propuso a Madre que para satisfacer los sentimientos maternales de Norah, sin un marido que la distrajera de la pintura, teníamos que buscar un campesino joven, de pocas luces y evidente salud, que le hiciera un chico y desapareciera. Madre se negó”.

Ilustración: Juan Ángel Esteban Cruz

Borges perdió la vista completamente a los cincuenta años. Le leía su madre. Comenta que algunos libros que él quería, a su madre no le gustaban. Se los leía de todos modos, pero sin ganas, haciéndole ver su punto de vista. Dice Bioy (p. 951): “Asombrado ante ciertas preferencias de Borges, a quien no gustaban mis últimos libros, ni los de Silvina ni los de Peyrou, ¿cómo no recurrí a la evidente corrección óptica? La madre es quien lee. Primero no gustan los libros a la señora; después Borges no encuentra en ellos vivas pruebas de que su madre esté equivocada y por cierto (tal vez quiso escribir por último) adopta sus opiniones”.

No está de acuerdo Borges en que paguen mejor a los escritores (p. 953): “Necesita la gente alimentos, ropas, muebles; no más poemas. Buenas remuneraciones estimulan la mala literatura. Yo prefiero la idea de los judíos, de que la gente tenga un oficio –carpintero, herrero, lo que sea– y si usted tiene algo que decir, escriba”.

Se enamora Borges de una mujer y dice a Bioy (p. 959): “Estoy triste con todo el cuerpo. Lo siento en las rodillas, en la espalda”; eso me hace recodar el único poema de amor que recuerdo de Borges, “El amenazado”, que en sus últimos versos dice: “Ya los ejércitos me cercan, las hordas./ (Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)/ El nombre de una mujer me delata./ Me duele una mujer en todo el cuerpo”.

En este año, Borges ya es una celebridad y viaja constantemente. Va a Colombia y allá, ante un comentario, declara (p. 979): “En España nunca hablaron bien el español. Y desde hace dos siglos, ¿para qué les sirve? Para hablarlo de cualquier modo y para escribirlo peor. ¿Qué mérito puede haber en el modo de hablar de una gente incapaz de escribir un buen libro?”.

Se enamora otra de vez y es rechazado. Dice (p. 983): “Nunca me había sentido más lastimado en toda mi vida. De modo que me decidí a ir al dentista”.

Dice Bioy (p. 989): “Come en casa Borges. Propongo ideas para cuentos: ‘Un traductor del propio idioma. Traduce el Quijote. Borges: ‘Traduce Los crepúsculos del jardín por Las tardes de la granja”. Bioy le da consejos sobre cómo comportarse con su nueva novia. Le dice que no le haga mucho caso (p. 991) “que no se interese demasiado en el otro: es su enemigo”.

La madre opina de la novia (pp. 998-999): “Distinguida no es, basta verla. Su casa parece la casa de la modista.”; advierte lo que debe saber si se quiere casar con Borges: “Una mujer que se case con él tiene que ser muy abnegada. Ocuparse de todo: de vestirlo, de lavarlo. La gente no sabe hasta qué punto es ciego”.

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

 

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