Juan Balboa o la pasión por el periodismo

Juan Balboa. Foto: Fabián Ontiveros

Miércoles 7 de diciembre, 2022. A las 22:30 el celular muestra la llamada de Eri Acuña quien, con voz entrecortada, al borde del llanto, me dice: “Estaba muy enfermito. Ya le dieron la bendición. Juan Balboa”. Eri Acuña no pudo pronunciar: se murió Juan Balboa. Recibí la noticia con sorpresa y no tardé en sentir mucho pesar. Juan Balboa, pionero del nuevo periodismo en Chiapas, había fallecido esa noche del miércoles 7 de diciembre. Los recuerdos se agolparon. En conversación con mi esposa, Conchita Santos, brotaban los momentos que compartimos con Juan Balboa. No lográbamos asimilar la infausta noticia. La última vez que vimos a Juan Balboa fue la noche en que me entregaron en el Ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez, la Medalla Joaquín Miguel Gutiérrez. En medio del barullo de los amigos y las personas todas que acudieron ese día, pude abrazar a Juan Balboa mientras mi esposa, con mejor suerte, conversó con él. Juan Balboa Cuesta fue nuestro amigo y colega, compañero en varias empresas culturales emprendidas en Chiapas.

Nació Juan Balboa Cuesta en Arriaga, la añeja Estación Xalisco, en la costa chiapaneca. Su pasión por el periodismo lo llevó a estudiar en la Escuela de Periodismo Carlos Septién en la Ciudad de México. Muy pronto destacó como un periodista ágil, sobre todo crítico, analista de la situación social a través del periodismo de investigación. Fue corresponsal en Chiapas de la Revista PROCESO de Julio Sherrer en los años de 1984 a 1991. Notimex, la Agencia Mexicana de Noticias, lo nombró corresponsal para El Caribe con sede en la Habana, cargo que desempeñó de 2009 a 2011. En la gran ciudad caribeña que es La Habana desarrollo un periodismo sagaz, informativo, puntual. Mi esposa lo visitó en aquellos días y recordaba conmigo la gira por la Habana que le brindó Juan Balboa, mientras le explicaba el significado de cada sitio visitado. Fue fundador de La Jornada en aquellos agitados días en que el Estado Nacional Mexicano le daba golpes al periodismo crítico del país. Recordé que escuché por vez primera el nombre de Juan Balboa de labios de mi colega antropólogo guatemalteco, Bolivar Hernández, vecinos en Coyoacán, quien me dijo: “Periodistas jóvenes de Chiapas fundarán una revista que se llamará Bonampak. Juan Balboa está al frente de ese proyecto.” En efecto, Juan Balboa fue el motor de un nuevo periodismo que asomaba en Chiapas al compás de su impulso: las revistas La Ceiba, Bonampak, Ambar, Páginas. Los reportajes de Juan Balboa en la Revista Proceso daban testimonio de una nueva pluma periodística que sacudía a un periodismo alérgico a la crítica, como el que se practicaba en Chiapas. Por cierto, que los textos de Juan Balboa publicados en Proceso merecen la pena de publicarse en una suerte de cuaderno periodístico que informaría del contexto del periodismo crítico en aquellos años tan difíciles de Chiapas justo en la década de los 1980. Fue Juan Balboa quien, en la célebre Reunión de Comitán en 1988, en el Día de la Libertad de Prensa ante un nutrido grupo de periodistas nacionales y de intelectuales como Carlos Montemayor o Carlos Monsiváis, dijo: “En Chiapas, se practica un periodismo de abarrotes”. Es una frase que recorrió al país y que dibujaba al periodismo imperante en aquellos años en Chiapas. Al momento de fundarse el CIESAS del Sureste en 1985 conocí a Juan Balboa con quien hicimos una amistad duradera. Recorrimos juntos la Fronteras Sur. En uno de esos recorridos llegamos a Ciudad Hidalgo y decidimos cruzar hacia Guatemala, al poblado de Tecún Umán, que en aquellos años de 1985-1988 era el centro de concentración de los inmigrantes no sólo centroamericanos sino de todas las partes del planeta, que deseaban llegar a la tierra que mana leche y miel, el supuesto paraíso estadounidense. Cruzamos a bordo de un carrito que iba tirado por un adolescente y nos sentimos como en un lugar de Asia, en fronteras remotas. Pero era la Frontera Sur de México con Centroamérica aquella que transitábamos en medio del bullicio de la gente, el calor húmedo del trópico latinoamericano y la desbordante vegetación que dominaba el paisaje. Tecún Umán era una suerte de hormiguero humano. Multitudes se arremolinaban en el centro del poblado, en las calles, buscando no tanto cómo pasar una frontera porosa, sino cómo asegurar la llegada a los Estados Unidos. Juan Balboa apuntaba todo en su libreta mientras conversábamos acerca de lo que veíamos. Recuerdo que en Tecún Umán compré un radio de transistores en el que escuché la voz del mundo, hasta que alguien me lo sustrajo. Ese viaje lo comentamos largo con Juan Balboa y a mí me sirvió de mucho para afinar mi mirada sobre la Frontera Sur. Así mismo, cuando en algún momento de 1985 celebramos una de las primeras reuniones del CIESAS del Sureste para discutir lo que sabíamos de la Frontera Sur, Juan Balboa me acompaño en el viaje desde Tuxtla Gutiérrez hasta Chetumal, la capital de Quintana Roo. Cruzamos la frontera hacia Belice y degustamos el “arroz con pollo” de la cocina Garífuna sin faltarnos el ron caribeño que entona el alma al ritmo del mar. Juan Balboa sabía reír. En medio de las injusticias sociales que veíamos, no faltó el humor chiapaneco aderezado con el ingenio de un periodista de aguda mirada como lo fue Juan Balboa. Ha sido Sarelly Martínez Mendoza quien menciona la importancia del trabajo de Juan Balboa en su libro Periodismo Contemporáneo en Chiapas (México, Fundación Manuel Buendía, 2006). Fue Juan Balboa quien me insistió en escribir en la página editorial de El Universal en un espacio que él mismo gestionó y que titulé Frontera Sur. Además, Juan Balboa fundó en Chiapas el periódico El Observador de la Frontera Sur, influido por aquellos viajes y conversaciones acerca de la importancia de la Frontera Sur de México y la necesidad de que la sociedad mexicana aquilatara su existencia. Pero quizá la empresa periodística más importante en la que participamos con Juan Balboa fue la fundación de la Revista Ambar. Esa noche del miércoles 7 de diciembre en curso, recordamos con mi esposa aquel momento en que reunidos con Juan Balboa, Becky Álvarez, Enrique García Cuéllar, Vietnika Batres, José Luis Ruiz Abreu, Elianne Cassorla, Leonel Durante y seguro varios nombres más que se nos escapan, se fundó la Revista con un nombre, que después de mucha discusión, propuso Conchita Santos: Ámbar porque es el corazón de Chiapas. El único número que conservo de esa Revista es el 0 que anuncia: “Ambar estará presente en ocho estados de la República: Guerrero, Veracruz, Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Quintana Roo, Yucatán y Campeche. Se agrega una leyenda: “Es una revista que no solo desnuda políticos en el sur y en sureste”.  Las oficinas de Ambar se localizaron en una casa rentada en la 2ª Poniente Sur no 160-3. Era el año de 1987. El número 0 apareció en el mes de octubre, en Tuxtla Gutiérrez, con un costo de 1,000.00 pesos, es decir, 10.00 pesos de hoy. En la portada una espléndida foto de José Ángel Rodríguez. La caricatura corrió a cargo del Maestro Enrique Alfaro, de gran calidad y aguda percepción. Otros nombres que apunta el número 0: Oscar Palacios, Candelaria Rodríguez, Leticia Hernández, Roberto Mancilla, Marta Alaminos, José Ángel Rodríguez, Amado Avendaño, José López Arévalo, Antonio Turok, para mencionar sólo algunos en espera de que pudiera publicarse otro Cuaderno Periodístico con la colección completa de Ambar en memoria de Juan Balboa.

En últimas fechas Juan Balboa escribía en la Página Multimedios Ambar y el Blog “Corré la voz, vos”. Fundó el Sindicato Independiente de Trabajadores de La Jornada (SITRAJOR) e impulsó la Unión de Periodistas Democráticos (UPD). En otras tareas importantes, Juan Balboa reorganizó la sede de NOTIMEX en Santiago de Chile justo a la caída de Pinochet y el ascenso del Presidente Salvador Allende. Le sobreviven su hija Camila y su nieto Alexander.

Adios a un gran periodista, amigo y colega, tribuno de la amistad y el compañerismo.

Ajijic. Ribera del Lago de Chalapala. A 11 de diciembre de 2022

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