Los retos de ser mujer en Chiapas

«¿Te cansas de oírlo? Nosotras de vivirlo». Marcha de Mujeres. Foto: Isabel Mateos

Para Rosío, en la soledad de los temas compartidos

Gracias a la participación activa de las mujeres y el respaldo de sus aliados en el enorme reto de modificar las instituciones de este país, es que se han venido presentando cambios en los últimos años. Pero la adversidad siempre ha estado presente y, con todo, se han aprobado leyes en beneficio de la sociedad en su conjunto, porque todo aquello que favorece los derechos de grupos largamente excluidos termina por beneficiarnos a todos sus integrantes. Pero no es sino hasta los últimos años que esta inercia de cambios a escala global han permitido que las demandas femeninas se traduzcan el leyes e instituciones de protección. De manera rápida se puede mencionar a la ley para una vida libre de violencia que, a su vez, permitió la creación de los institutos de las mujeres o las reformas por el derecho a decidir; la ley por la equidad entre hombres y mujeres, entre muchas más que podrían sumarse a esta muy sobria lista. Políticamente hablando, está la ley de cuotas que inicialmente permitió abrir espacios a las mujeres para desempeñarse en cargos públicos y, desde hace apenas unos 8 años, se agrega la ley que reglamenta la paridad total o sustantiva, la cual ha permitido el ingreso de las mujeres a cargos de representación política.

El hecho de que las mujeres se incorporen a puestos públicos, desde una modesta agencia municipal, hasta funciones tan relevantes como en las secretarías de Estado del gobierno federal y ni se diga como ejecutivas de algunos gobiernos estatales, permite no solamente una renovación necesaria sino, además, responde a las demandas de inclusión y no discriminación, así como por la equidad que siempre se ha negado. Pero esto no ha sido una concesión graciosa, ni está libre de presiones muy diversas; en particular, las resistencias de quienes han controlado prácticamente todos los espacios de representación política y de gobierno que, con frecuencia, resultan ser hombres.

No es nada para enorgullecerse, pero Chiapas nos ha brindado piezas magistrales de marrullerías políticas y retablos penosos de tradicionalismo. Una turba manipulada de ciudadanos indígenas de la zona de Oxchuc en 2021, es inoculada con los resentimientos y los odios de un dirigente perdedor en una contienda política, mientras se incendia la pradera echando por tierra uno de los primeros experimentos de democracia directa basada en las costumbres de los pueblos originarios. El análisis de las circunstancias hace pensar que la elección por métodos de consulta amplia y directa a través de los sistemas normativos internos, puede resultar inmanejable en función de la escala de participación de quienes están facultados para elegir a sus representantes. Con otras palabras, la experiencia demuestra, aunque nos cueste trabajo aceptarlo, que esos mecanismos son viables si se trata de comunidades o pueblos relativamente pequeños; pero cuando se refiere a  localidades con un mayor grado de complejidad y un alto número de ciudadanos, la situación se vuelve muy compleja y riesgosa.

Una exalcaldesa por el municipio de Chenalho es literalmente obligada a renunciar al cargo por el que había sido elegida en los comicios de 2015, después de que fuese extorsionada por el síndico, quien pretendía hacer uso del presupuesto del ayuntamiento como si fuese patrimonio propio. Al negarse, le estalló en la cara un grave conflicto a la expresidenta municipal. La pugna escaló a tal grado que una “comisión” de ciudadanos del municipio se trasladó hasta Tuxtla Gutiérrez y se apoderó prácticamente del Congreso, reteniendo en sus instalaciones al presidente de ese organismo junto con otros funcionarios. Todavía resulta inaudito y muy complicado de entender cómo es posible que un grupo de personas pueda tener la fuerza suficiente para poner en semejante condición a uno de los poderes de ese Estado. La “negociación política” provocó la caída de una alcaldesa democráticamente electa y un periodo de inestabilidad local a menudo con violencia.

Estos son apenas botones de muestra de los enormes desafíos de las mujeres en su inexorable camino en pos de cargos públicos con base en el legítimo derecho que tienen a gobernarnos. Pero los ejemplos llueven como torrenciales resultan las precipitaciones pluviales de aquella región. El caso de las renuncias en cascada de mujeres que han ganado cargos públicos en procesos electorales recientes, mejor conocidas como “Juanitas” o “Manuelitas”, no hacen más que demostrar los enormes desafíos que todavía hay que vencer para que las mujeres puedan gobernar “sin que arda Troya”.

Pero la decidida participación de las mujeres es imparable y no la detendrá nadie. Son siglos de discriminación y exclusión. El gran aporte del movimiento de mujeres actual no solamente se encuentra en los derechos que habían sido largamente postergados e incluso ignorados, sino que permitirá un gran avance para la democracia a escala global. Pero falta algo de tiempo para que se nos haga costumbre que una mujer nos gobierne y pueda hacerlo razonablemente bien o muchísimo mejor que un hombre. Es verdad que muchas llegan sin la experiencia necesaria para desempeñarse bien en sus funciones, pero si no se incorporan a las tareas de gobierno y a los asuntos públicos en general ¿Cómo podemos exigirles la experiencias que en la práctica les negamos? El movimiento femenino actual será un gran aporte para la democracia porque se cierne una nueva ola de derechos sociales y políticos. Y mientras más mujeres se incorporen a la vida pública, de la cual han estado excluídas sempiternamente, más posibilidades de participación habrá, como mayor será el peso que adquiera la sociedad en su conjunto. Este fenómeno es muy relevante porque no solamente cuestiona las viejas costumbres de la vida privada sino que, además, está avanzando significativamente en el camino correcto de la equidad en la esfera pública.

Con todo, este gran avance para la democracia motivado por una mayor presencia de las mujeres en cargos públicos nos sorprende en condiciones no ideales, sino muy reales que desafían cualquier análisis. En efecto, la incorporación de las mujeres en los espacios públicos de decisión ocurren en el más funesto de los escenarios, cuando las instituciones de seguridad resultan incapaces de brindar la más mínima seguridad a sus ciudadanos, convirtiendo a las mujeres en uno de los grupos extremadamente vulnerables. El investigador Pascal Picq, ha dicho que los homínidos, en general, son particularmente violentos con las hembras como no hay otra especie en el mundo. Sin embargo, existen muy pocos ejemplos de parientes cercanos, como los bonobos, que no son violentos con sus compañeras de viaje.

Pero el enemigo penetra por todos los resquicios y rincones por donde tiene oportunidad de medrar para infundir miedo con su poder destructor. Los datos duros de fuentes oficiales parecen darle la razón al profesor Picq. Entre 2016 y 2021, las mujeres en Chiapas mayores de 15 años estuvieron en peligro de recibir o ser víctimas de algún tipo de violencia en algún momento de su vida. De acuerdo con el INEGI en su encuesta nacional sobre dinámica de las relaciones en los hogares, entre 2006 y 2021, casi 5 de cada 10 chiapanecas estaban en riesgo de sufrir algún tipo de violencia en su vida. Únicamente en 2011 se muestra un ligero cambio en esta dinámica, pues en ese año casi 4 de cada 10 chiapanecas mayores de 15 años se halllaban bajo ese peligro latente. Es verdad que estos promedios están por debajo de la situación nacional que, en estos casos, presenta la escandalosa cifra en 2021 de 7 de cada 10 mujeres mayores de 15 años expuestas a sufrir algún tipo de violencia a lo largo de sus vidas.

Ahora bien ¿Qué tipo de violencia es la que más afecta a las chiapanecas? Los datos indican que 3 de cada 10 chiapanecas a menudo pueden sufrir violencia psicológica, lo que significa que están más expuestas a tratos degradantes, humillantes o descalificadores, es decir, suelen dañar su autoestima. En ese orden, le sigue la violencia sexual donde casi 3 de cada 10 mujeres se encuentran en riesgo de este tipo de agresiones. Le sigue la violencia física al promediar 2 de cada 10 y, finalmente, la violencia patrimonial y económica que afecta a 1.5 mujeres de 10.

¿Quiénes son las personas que violentan con mayor frecuencia a las mujeres chiapanecas? A diferencia de lo que pueda pensarse, no es la pareja la que a menudo las agrede, sino que se trata de una persona distinta, lo cual no significa que no sea un familiar. Así, 2 de cada 10 mujeres chiapanecas es agredida por una persona distinta a su pareja sentimental o compañero de ruta. De acuerdo con estas cifras, aproximadamente el 10% de las parejas son las que ejercen algún tipo de violencia sobre sus compañeras o esposas. Cabe aclarar que los promedios a nivel nacional son ligeramente más altos.

Por último, pero esto no significa que el tema se haya agotado el tema, apuntamos un elemento que resulta revelador de estas condiciones de inseguridad y de violencia. La pregunta, en este sentido, es la siguiente: ¿En qué espacios ocurren con más frecuencia actos violentos que terminan por afectar a las mujeres? La encuesta señala que, para el caso de Chiapas, las mujeres tienen más probabilidades de ser violentadas en el ambiente escolar, toda vez que 2 de cada 10 pueden ser agredidas en ese espacio. En segundo lugar, está la vida comunitaria, pues el 13.6% de las chiapanecas suele estar expuesta en algún momento a vivir una agresión. Le siguen tanto el ambiente laboral, como el de la pareja, donde 1 de cada 10 mujeres eventualmente podría sufrir violencia en algún momento de su vida. Finalmente, únicamente 6.5% pueden ser agredidas en el entorno familiar. Desde luego, los promedios a nivel nacional son todavía más preocupantes porque en varios de estos espacios doblan la media de lo que ocurre en Chiapas, salvo en el caso de la violencia en las escuelas donde el promedio de la entidad está un punto porcentual arriba que el nacional.

No obstante todas estas situaciones adversas, es notable que cada vez más mujeres se han venido incorporando a cargos públicos de relevancia para hacer avanzar una agenda en favor de la equidad, de manera que se puedan revertir algunas de nuestras costumbres profundamente arraigadas. En este sentido, la paridad sustantiva que se ha alcanzado en las últimas dos legislaturas y la participación cada vez más importante de las mujeres a fin de gobernar sus pueblos y comunidades, pueden ser el inicio de un nuevo ciclo de reformas por la democratización del sistema político desde los espacios locales porque es ahí donde los conflictos estallan con mayor virulencia y constituyen el entorno de mayor fragilidad ciudadana. Reconstruir y fortalecer todo el sistema de justicia del país es una tarea inmediata e impostergable para beneficio de todos; las mujeres ya han empezado.

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