Bordar para la vida

Foto: María Gabriela López Suárez

El sonido del ventilador se convirtió en parte del paisaje sonoro de la mañana de ese domingo. La aplicación del clima en el celular indicaba 37 grados. Para Norma esa temperatura indicaba que el calor había llegado para quedarse todo el verano. Fue al refrigerador, sacó unos cubos de hielo y lo agregó a la jarra de limonada que acababa de preparar. Se sirvió un poco de la bebida en un vaso, degustó el agua fresca y se dirigió a la canasta donde tenía su bordado para avanzar en la costura.

Se acomodó en el rincón más fresco de la sala y comenzó a bordar. Sus manos, su corazón y su mirada se concentraron, el colorido de los hilos se fue entretejiendo para dar paso al trazo de una diversidad de formas enmarcadas con la creatividad y el entusiasmo.

Mientras daba un sorbo a su limonada recordó la manera en cómo comenzó a bordar, primero fue una actividad que formaba parte de sus tareas escolares en la infancia. Para ese entonces el bordado era algo que hacía más por obligación que por gusto. Luego, vinieron a su mente las imágenes de cuando su mamá Elisa y su tía Carmina la ayudaban a terminar sus bordados. Era una labor titánica unoy Norma se sentía acompañada.

Años después, Norma tuvo interés por retomar el bordado, primero lo hizo de manera independiente, se percató que bordar le generaba concentración y era una manera de volver la mirada a ella, a conectar con lo que le gustaba. Posteriormente, Roxana, una de sus amigas la invitó a un taller de bordado. Norma no dudó en inscribirse. La facilitadora era la maestra Rosario, quien había descubierto en el bordado una enseñanza para la vida.

El taller de bordado se convirtió en un oasis para Norma y sus compañeras, la confianza y empatía que se generaron, aunado a la paciencia y motivación de la maestra Rosario, fueron los elementos clave para continuar en tan noble y bella labor.

Norma halló muchos aprendizajes en la tarea de bordar, conectar con su infancia y con su corazón, despertar la inspiración, afrontar los retos al bordar, incentivar la creatividad, confiar en la intuición y sobre todo, aprender a ser más paciente. Para Norma bordar no era una actividad simple, era una hermosa experiencia de aprendizaje, justo para adquirir herramientas que podría aplicar en su vida cotidiana.

El sonido del ventilador hizo que Norma volviera la mirada a su bordado, su rostro dibujó una sonrisa. Desde el corazón agradecía a Roxana, a la maestra Rosario, a sus compañeras y a ella, la oportunidad de  bordar que significaba no solo un hermoso arte sino una oportunidad de bordar para la vida.

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