En defensa de la libertad de expresión de Diego Ramos Rojas

A Diego Noel Ramos Rojas lo conocí en las aulas de la Universidad Autónoma de Chiapas cuando cursaba la Licenciatura en Comunicación. Destacaba, entre sus compañeros, por su responsabilidad, madurez y compromiso.

            Cuando me buscó para dirigirle la tesis de licenciatura, acepté con gusto. Realizó, desde luego, una extraordinaria investigación sobre una revista ya extinguida, llamada Ferronales, que era editada por Ferrocarriles Nacionales de México.

            Diego Noel se interesó por esa revista porque la había conocido de niño, cuando su abuelo, que era ferrocarrilero, la compartía con su familia. Empezó la investigación con los ejemplares que se habían conservado en el archivo de su casa, pero eran insuficientes, por lo que debió acudir a las oficinas de Ferrocarriles en la Ciudad de México para consultar la colección completa que abarcaba 61 años, de 1930 a 1991.

            Me percaté entonces que tenía vocación y disposición para la investigación. Por eso lo invité a participar en un encuentro de la Red de Historiadores de la Prensa y el Periodismo en Iberoamérica, en donde se reúnen desde hace muchos años distinguidos investigadores para discutir asuntos relacionados con la historia del periodismo.

            Siguió con su formación académica. Estudió la maestría en el ITESO y el doctorado en la Universidad de Guadalajara, donde es docente e investigador de tiempo completo. Su trabajo doctoral mereció la mención honorífica del concurso a la Mejor Tesis en Ciencias Sociales 2022.

            Hace unos meses, como producto de su tesis doctoral, Diego Noel publicó En defensa de la libertad de expresión(2022, Cátedra Jorge Alonso), un libro en donde reflexiona sobre los colectivos de periodistas en México.

            Estos colectivos, lo deja claro desde el principio, han surgido en un contexto de debilidades institucionales y de inseguridad, acoso y ataque a periodistas, además de pauperización de la profesión, que se refleja en sueldos bajos y pocas prestaciones laborales.

Este siglo ha estado marcado por el asesinato a periodistas, con una cifra –157 informadores caídos en su labor cotidiana– lo cual nos coloca como el segundo país más peligroso para ejercer el periodismo. Y eso que no estamos en guerra.

            En el catálogo de agresores están funcionarios de todos los niveles, legisladores, empresarios, políticos y grupos criminales. La geografía del crimen en contra de informadores se centra en Veracruz, Tamaulipas, Guerrero, Chihuahua, Oaxaca y Coahuila. Pero estados como el nuestro, tampoco quedan exentos, al sumar dos periodistas chiapanecos asesinados.

            Por otro lado, este siglo ha vivido una mayor desprotección laboral de los periodistas. Están abandonados de las instituciones, que los estigmatiza, y de las empresas periodísticas, que les paga bajos sueldos y no les ofrece condiciones óptimas para su desempeño profesional.

            Desde el lado oficial, hay una política de estigmatización y difamación en contra de periodistas incómodos, que ha sido patentada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Intimida a los periodistas cuando considera que las preguntas son inadecuadas, con el cuestionamiento: “¿Y tú de qué medio eres?”

            Diego Noel Ramos se centra en analizar los colectivos de periodistas que surgieron entre 2006 y 2018. Lo novedoso de estos colectivos es que buscaban, sobre todo, la superación académica y no aspectos gremialistas, como había sucedido con organizaciones predecesoras de periodistas. El mejor ejemplo de esa nuevo accionar es el colectivo Periodistas de a Pie, formado mayormente por mujeres, que buscó autocapacitarse. Sin embargo, ante la ola de asesinatos de informadores, mutó su agenda. Se convirtió en una central de denuncias y protección a comunicadores.

            Aparecieron otros colectivos como Red de Periodistas de Juárez, Red Libre de Periodismo, Colectivo Voz Alterna, Red Periodistas Jalisco, Grupo Prensa Oaxaca, Fotorreporteros MX, Reporteros Defendiendo Reporteros, Consejo de Periodistas de la Cuenca Papaloapan, Ojos de Perro Versus Impunidad, Red Veracruzana de Periodistas, Derecho a Informar, Red Puebla de Periodistas, Red de Periodistas Colimenses…

            En el periodo de análisis, de 2006 a 2018, Diego Noel Ramos analiza las tácticas y estrategias de 21 colectivos de periodistas, los cuales tienen como agenda principal la defensa de la libertad de expresión. Por supuesto, que cada colectivo tiene sus particularidades, pero todos están preocupados por ejercer una actividad informativa en mejores condiciones laborales y profesionales para lo cual han construido redes solidarias y estratégicas.

            Después de leer este magnífico libro, excelentemente documentado y argumentado, se tiene la certeza de que estos colectivos han sido fundamentales para hacer posible el ejercicio de la libertad de expresión en un país hostil para los comunicadores profesionales.

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