Sinead contra el mundo
¿Por qué causó tanta conmoción en el mundo musical la muerte de Sinead O´Connor? Independientemente de la celebridad que siempre fue, Sinead provocó una ola de sentimientos en torno a su fallecimiento, mucho debido a la anuencia destructiva del mainstream hacia una figura que enfrentó su poder, de todas las formas posibles, pero con las sabidas consecuencias de quien osa persuadir los poderes que están más allá de la música.
Escribía hace tiempo, a propósito de la ruptura de la foto del Papa Juan Pablo II en un programa televisivo en 1992, y la aparición de la irlandesa en un homenaje a Bob Dylan, dos semanas después, donde fue abucheada por el público asistente. En ese momento expresé que en el rock había cambiado algo -o mucho- de su espíritu contestatario, porque no podía creerse que en el tributo a uno de los más grandes símbolos de la contracultura el público pudiese encabronarse mucho con O´Connor por no estar de acuerdo (recordar que destruye la foto porque la Iglesia Católica estaba siendo impugnada por abusos sexuales a niños de parte de sacerdotes) con unos de los grandes poderes ideológicos que imperan en el mundo.
Si se trata de la contracultura, una de sus características fundamentales fue y es la crítica a todo orden establecido. De eso abrevó durante décadas y Dylan fue uno de sus profetas y promotores discursivos de la protesta. Muchos roqueros se han declarado abiertamente anticatólicos y antireligiosos y, por supuesto, antipolíticos, entendido como el sistema institucionalizado de los poderes públicos. ¿Entonces, porqué se ensañaron con Sinead? Precisamente en un evento donde se ensalzaba a la figura emblemática de esta supuesta rebeldía que acuñó el rock durante décadas. Decadente y conservador en el lenguaje roquero.
Desde luego, la rabia de la foto rota no fue un acto reivindicativo de tolerancia religiosa, por decir lo menos. Hubiese quedado en una acción ajustada a la preferencia política y espiritual de una artista, cualquiera que sea. Pero el impacto fue brutal para la carrera de Sinead O´Connor, del cual fue un punto de quiebre de donde no pudo obtener más que escarnios y ninguneo de prácticamente toda la industria musical. Todo ello es independientemente de sus agobios emocionales que siempre la persiguieron, nadie duda de ello, pero no fue “la loca” que no supo manejar la situación, etc. Algo característico de ella fue su extremada inteligencia y sensibilidad para apreciar en su dimensión critica todo el entorno de la industria musical.
Una pista de esta especie de persecución mediática lo es por su discurso que comenzaba a formar parte de un “feminismo” frontal en contra del poder. En la década de los ochenta, ninguna mujer cantante se había atrevido a expresar libremente su visión al respecto. El simbolismo es ejemplar: una mujer se rebela, porque quiere y puede, ante algo que no le parece bien, algo imperdonable en esos tiempos. Otra clave es la que más se conoce, el permanente rechazo de Sinead, la roquera, a ser moldeada en los estrechos márgenes que dictan las reglas de las industrias culturales. Y tampoco nunca se lo perdonaron.
Situemos también la trascendencia como cantante de rock de Sinead O´Connor a finales de los ochenta y principios de los noventa, tal y como me lo explica con gran contundencia mi amigo Yadur González. Su influencia fue lo que actualmente representan las artistas pop del momento, como Dua Lipa, Rosalía, Taylor Swift, Shakira…Grandes artistas femeninas que hoy día están en el gusto estético y auditivo de las audiencias a niveles globales. Estas cantantes son el escalafón de lo que se escucha cotidianamente, ya sea en una reunión, en un trayecto en el coche, en el transporte público. Pero hubo un tiempo donde estas artistas eran roqueras y dominaban la escena musical pop de aquella época como Chrissie Hynde, de Pretenders; Debbie Harry, de Blondie; Terry Nunn, de Berlín; Pat Benatar, la vigorosa Susan Kay, alias Suzi Quatro, entre muchas otras.
La diferencia es que ellas eran roqueras, tenían su patrimonio musical en esa órbita, cuando el rock era la referencia para todas las músicas que sonaban en todos los medios y estilos. Entre ellas Sinead.
Cuando muere ella, Yadur propone un luto internacional, como el genuino sentimiento compartido de alguien que se llevó una parte integral de lo que la generación de los ochenta escuchábamos y promovíamos. Ese “pop radical” tan elocuente de Sinead O´Connor, con ese timbre de voz tan característico. Fue también parte importante del sonido de nuestra cotidianidad. Una roquera y no exactamente una popera. Suponemos tod@s que nos ayudó a hacer la diferencia en la forma de afrontar nuestra realidad, con la estridencia de un sentido, un camino a seguir.
La vi en vivo en un concierto de Peter Gabriel, en la Ciudad de México, 1993. Una agradable sorpresa, en clave conmoción minutos después de su aparición. Cantaba Gabriel y de la nada dijo: “traigo a una invitada”. Y salió Sinead, con vestido blanco, descalza, armónica, bellísima por dentro y por fuera. Dijera otro gran amigo, Salvador Carrillo, fue la aparición de un hada, con todo el peso energético de quien desciende de Elfos. Gran razón tiene Salvador, porque se supone que un hada tiene la misión de propiciar los equilibrios de los elementos que nos rodean para estar bien. Eso hizo Sinead O´Connor. Frente a su personal ajuste de cuentas ante el mundo, nos regaló una de las máximas poéticas del rock: la rebeldía a costa de toda esa fortuna que puedas ganar con tu talento. Kris Kristoferson le dijo, “no dejes que los bastardos puedan contigo”. No pudieron, estamos hablando de ti, Sinead, de tu legado, el que los heraldos contraculturales narrarán siempre, sin cesar. Gracias por todo.
Sin comentarios aún.