Aspirantes rumbo a la gubernatura de Chiapas

Faltan pocos días para el inicio del proceso formal por la designación del candidato de Morena al gobierno de Chiapas. Por esa razón, los diferentes personajes políticos que se sienten merecedores de representar a ese partido están en campaña.

            Hoy lunes, Carlos Morales Vázquez solicitará licencia de su cargo como presidente municipal de Tuxtla Gutiérrez. Regresará para presentar su informe de actividades y después se lanzará de nueva cuenta a la búsqueda de la gubernatura, con otra licencia, que será definitiva.

            Su campaña arranca desfasada. Se planteó gobernar Tuxtla, cargo en donde lo ha hecho de manera destacada y decorosa, pero no recorrió el estado, no se promovió para ocupar el cargo de gobernador.

            Se dedicó a apoyar, con la estructura que ha construido en la capital, a Zoé Robledo. Se mantuvo en un segundo plano; sin embargo, las circunstancias lo han obligado lanzarse al ruedo estatal.

            Carlos Morales Vázquez es el más obradorista de los aspirantes a la gubernatura; fue candidato a diputado cuando Andrés Manuel López Obrador era presidente del PRD, y desde entonces han unido sus pretensiones, que ha culminado con el cargo más importante para cada uno: la presidencia municipal de Tuxtla Gutiérrez y la presidencia de la República.

            Sin embargo, el bastón de mando ha cambiado de puños. Ahora Claudia Sheimbaum está más preocupada en ganar las elecciones que en poner a sus consentidos en los estados en disputa.

            En este tenor, todo parece indicar que el candidato de Morena a la gubernatura en Chiapas saldrá de una encuesta en donde no se priorice la equidad de género.

            El destape de Manuela Obrador, pese a contar con la aprobación del presidente López Obrador, fue un desastre, con un discurso que atacó a la cuarta transformación, al gobernador Rutilio Escandón y al clan López Hernández, al que acusó de corrupto.

            No había una peor forma de cerrar el debut y la despedida de la prima del presidente. Con enjundia dejó caer su candidatura en su primer acto de campaña.

            Zoé Robledo, que veía en Manuelita la prolongación de su influencia política, tuvo que reconocer el error y tratar de enmendarlo con la propuesta de Carlos Morales, quien ha sido un aliado leal.

            Sin embargo, el todavía munícipe tuxtleco llega a las carreras y sin posibilidad de subir el marcador a su favor. Las preferencias electorales están bastantes definidas.

            En primer lugar aparece Eduardo Ramírez Aguilar; en un distante segundo lugar está Sassil de León Villard, y después merodean, en este orden, José Antonio Aguilar Castillejos, José Manuel Cruz Castellanos, Rosy Urbina y Patricia Armendáriz.

            Las fuerzas de Carlos Morales están en la zona centro de Chiapas. Y aunque es cierto que Zoé Robledo había subido en las encuestas, esa popularidad no se transferirá al alcalde tuxtleco. Heredará, por supuesto, un equipo de trabajo muy eficiente, diseñado por el director del IMSS, pero nada más.

            Este escenario favorece a Ramírez Aguilar, quien además ha cultivado su relación con Claudia Sheimbaum y ha sumado a su equipo a amigos de la exjefa de gobierno, como el exgobernador de Chiapas, Pablo Salazar, quien lo ha apoyado públicamente en sus aspiraciones de llegar a Palacio de Gobierno.

            Por cierto, le pregunté a Pablo Salazar si era el padrino político de ERA, sonriente me contestó que en esta relación política no hay padrinazgo, sino compromiso, coincidencias y franqueza.

No es sorpresa tampoco que ayer en la ceremonia de entrega de constancia de coordinación de la defensa de la Cuarta T, Claudia Sheimbaum y Eduardo Ramírez Aguilar hayan aparecido sonrientes y tomados de la mano; ella, de guinda morenista, y él de negro jaguar, como le dicen. Ningún otro aspirante pudo lucir una fotografía dominical así.