Grinberg, 1

Casa de citas/ 656

Grinberg

(Primera de dos partes)

Héctor Cortés Mandujano

 

Tal vez el libro más famoso de Jacobo Grinberg-Zylberbaum, porque contiene su teoría central, sea La teoría sintérgica (UNAM, 1991), a la que dedicó –lo dice en su introducción– “15 años”. Grinberg usa mayúsculas en muchas palabras que yo decidí copiar tal cual.

Dice (p. 11): “El origen de la Teoría Sintérgica fue la pregunta acerca de cómo se realiza la transformación de la actividad cerebral en experiencia sensible”, y con la que utilizó herramientas disímbolas que van (p. 12) “desde la investigación Neurofisiológica pura hasta los estudios Chamánicos y Místicos”.

Aunque el espacio, dice Grinberg, aparece para muchos (p. 13) “como vacío y carente de una estructura fundamental”, no es así. A la estructura del espacio (p. 14) “la Mecánica Cuántica ha bautizado con el término ‘Laticce’ ”, que (p. 15) “consiste en una matriz de capacidad vibracional colosal y de múltiples dimensiones en la cual la información de su totalidad converge en cada uno de sus puntos”; incluso, si modificamos una porción de esta estructura (p. 15), “esta modificación afecta a cada uno y a la totalidad de los puntos”.

No hay espacios vacíos en el universo (p. 16): “La Lattice ocupa todo el Espacio sin zonas de ausencia de la misma”. Las zonas de Lattice de menor coherencia las percibimos como materia sólida y las de mayor, no pueden observarse a simple vista. Las primeras son de baja sintergia y las segundas, de alta (p. 18: “El término Sintergia es un neologismo derivado de las palabras Síntesis y Energía”).

Pero todo está unido (p. 19): “Una partícula es simultáneamente un ‘objeto independiente’ y separado del resto de los objetos y una porción modificada de la misma estructura fundamental”, y las fuerzas gravitacional, de interacción débil, de interacción fuerte y electromagnética, como las llama la física (p. 20), “son particulares familias de distorsiones fundamentales de la Lattice”.

Nuestra vida está ligada al todo que nos rodea (pp. 20-21): “Consideramos, por ejemplo, que existe un mundo exterior a nosotros con objetos desligados de nuestro procesamiento cuando en realidad intervenimos activamente en la creación de la realidad perceptual y no estamos desligados ni de los objetos que percibimos ni de los seres vivos con los cuales interactuamos. La Realidad es Una pero, como bien lo dice Ken Wilber, la dividimos con fronteras de separación que dependen del nivel de Conciencia en el cual funcionamos y no de la Realidad en sí”.

Aún más (p. 21): “Nuestro sistema neuronal interactúa con una porción limitada de la Laticce a través de sus órganos receptivos. Esta porción de la Laticce es transformada en un lenguaje neuronal y después de varias transformaciones […] se creará una imagen perceptual que siempre es una representación y no la Realidad en sí”; es decir, “consideramos que la realidad está constituida por objetos externos a nosotros y con existencia absoluta cuando en verdad ni los objetos son autónomos e independientes ni el Espacio es inexistente”.

Ilustración: Juan Ángel Esteban Cruz

Todo existe en la Laticce (lo visible y lo que consideramos invisible) y de allí, con nuestra percepción, lo decodificamos y lo volvemos (p. 22) “luz, sonido, textura, etcétera”. Sólo cuando nos convirtamos en la Laticce misma, “estaremos en posibilidad de percibir la Realidad tal como existe y tal como es”, lo que no debería ser tan complicado, porque (p. 25) “el cerebro mismo surgió de la misma Laticce” (meditar, dice Jacobo, es buscar ponernos en contacto con la estructura básica de la Laticce).

Así como en el universo nada está estático (p. 32), “en todo momento existe actividad neuronal en un cerebro vivo, aún durante el sueño profundo o en el silencio de los estados meditativos”.

Hay otra coincidencia total entre la Laticce y el cerebro (p. 32): “La Laticce muestra una plasticidad colosal en el sentido de que a partir de su estructura básica se activan distorsiones en número infinito. El Cerebro muestra una capacidad similar de modificación y plasticidad. Basta recordar la cantidad de detalles de las imágenes oníricas o la posibilidad creativa en el arte”. Agrega (p. 35): “Para visualizar la complejidad del Campo Neuronal basta considerar que cada neurona es una estructura tridimensional capaz de recibir cientos de conexiones”.

Es imposible percibir todo el universo (p. 39): “Solamente se percibe aquello que no sobrepasa la capacidad cerebral de Neuroalgoritmización y la Sintergia de un Campo Neuronal”.

Dice Jacobo (p. 41): “La conciencia es un atributo propio de la Laticce y por tanto de todas sus distorsiones incluyendo el Campo Neuronal y ambos Hipercampos” (“el hipercampo es la Laticce que incluye en su seno a todos los Campos Neuronales junto con sus patrones de interferencia”); y más adelante escribe (pp. 43-44): “Se antoja pensar que el hombre decidió voluntariamente perder el ‘Paraíso’ de la unidad inconsciente con la Laticce para ganar el Paraíso de la Unidad Consciente con la misma Laticce”.

Da un paso adelante (p. 47): “Ni la Laticce, ni el Campo Neuronal como tampoco su interacción forman el último nivel de la Realidad o representan una cárcel inescapable y todo abarcante. Existe algo fuera de la existencia de la Laticce y aún de los dos Hipercampos y este algo es el Observador”; y (p.50) “la capacidad del Observador de percibir todos los niveles de la Laticce incluyendo a ésta en su estado básico, implica que el Observador no pertenece al Universo de la Laticce sino a otro independiente de ella”.

Orbitales de la conciencia llama Grimberg a (p. 49) “los diferentes niveles de la Conciencia” y estos son mencionados en distintos modelos de pensamiento, que analiza. En el modelo Kabbalístico (p. 50), “lo que localiza abajo se encuentra arriba y lo que está en el interior se sitúa en el exterior”. También se dice que (p. 51) “cualquier acto o pensamiento tiene un efecto sobre la totalidad”.

En el modelo Teosófico se propone que tenemos siete cuerpos (el séptimo es el Nirvánico) y Jacobo propone (p. 56): “La existencia de siete cuerpos implicaría la también existencia de siete dimensiones”. El cuerpo Nirvánico (p. 59) “no puede describirse pues en él ya no existe el lenguaje. Equivale a la Conciencia de Unidad y a una completa identidad entre el Campo Neuronal y la estructura básica de la Laticce”.

El modelo Chamánico (p. 59) “es bifactorial, es decir considera la existencia de dos niveles generales de Conciencia. Algunos chamanes denominan a estos dos reinos: el mundo visible y el mundo invisible. […] Algunos Chamanes Mexicanos son capaces de penetrar a estados de trance mediumnístico cambiando no solamente su personalidad habitual sino manifestando un conocimiento que no pertenece al nivel de la Conciencia de la vigilia cotidiana”.

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

 

 

 

 

 

 

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