Perfiles emocionales, 2

Casa de citas/ 661

Perfiles emocionales

(Segunda de dos partes)

Héctor Cortés Mandujano

 

Si bien la sociedad etiqueta al contable de “obsesivo”

y al tecnogenio de “fóbico social”,

el mundo sería un lugar más triste y pobre sin ellos.

Necesitamos todos los tipos de perfil emocional.

Davison y Begley

 

Valores atípicos

 

Dice Davidson que descubrió las seis perfiles emocionales por azar (serendipia lo llaman en ciencias), mientras investigaba otra cosa. No hay aplicaciones generales. La medicina tenderá a los medicamentos individualizados. “Las diferencias individuales son la característica más sobresaliente de la emoción. El hecho de estudiar la variación de la respuesta emocional nos permitiría predecir qué personas podían ser vulnerables a la enfermedad mental o incluso a un nivel de ansiedad y tristeza que poco dista de la enfermedad clínica, y qué otras serían resistentes ante la adversidad”.

 

La mente vista desde el cerebro

 

Cada dimensión del perfil emocional se fundamenta en un patrón particular de actividad cerebral. Las personas que no perciben las emociones de los demás presentan una actividad muy baja en la circunvolución fusiforme. Se ha logrado descubrir para qué sirve y qué se puede hacer para cambiar lo que entra en el cerebro y aumentar la actividad en la circunvolución fusiforme.

Ilustración: Juan Ángel Esteban Cruz

El cerebro se caracteriza por tener una propiedad conocida como neuroplasticidad, que es la capacidad del encéfalo para cambiar su estructura y función de maneras significativas. El cambio puede producirse como respuesta a las experiencias que tenemos, así como a los pensamientos que pensamos. (Los taxistas londinenses, por ejemplo, presentan un crecimiento significativo del hipocampo, un área asociada con el contexto y la memoria espacial.)

Un mero pensamiento cambia el cerebro. Un grupo de voluntarios tocarían el piano. Aplicaron las técnicas de neuroimagen para determinar qué proporción de la corteza motora era responsable de mover esos dedos y descubrieron que la práctica intensa había expandido la región relevante. A unos voluntarios se les pidió que imaginaran tocar el piano y con ellos pasó lo mismo que con los pianistas “reales”.

Lo realmente fascinante, dicen los autores, es que a través de la sola actividad de nuestra mente podemos cambiar intencionalmente nuestro propio cerebro.  A través del entrenamiento de la mente podemos modificar nuestros patrones de actividad cerebral y la estructura misma de nuestro cerebro, de tal modo que cambiará nuestro perfil emocional y mejorará nuestra vida.

 

Eres perfecto: ahora tienes que cambiar

 

No hay un perfil emocional ideal. Sólo si tu perfil emocional interfiere con la vida cotidiana y te impide ser feliz, debes hacer un esfuerzo para cambiarlo.

 

Valorar el propio perfil emocional

 

La dimensión de la resistencia: La rapidez o la lentitud con la que nos recuperamos de los reveses que la vida nos depara son, en parte, automáticas.

Cuando más rápida es la recuperación, más resistente es la persona cuando se enfrenta a la adversidad. La resistencia a las cosas pequeñas (un problema de tránsito) es un buen indicador de la resistencia ante las grandes.

La dimensión de la actitud: Como en el caso de la resistencia, la actitud hacia acontecimientos triviales (positiva o negativa) es un correlato de la actitud que mantenemos hacia los que son cruciales.

La dimensión de la intuición social: Las personas difieren de manera extraordinaria en la forma en que son sensibles a las indicaciones sociales de carácter no verbal (tengo prisa y alguien me detiene para pedirme consejo sobre su ruptura amorosa). La gente que no sabe interpretar las expresiones faciales y otras indicaciones sociales, tiene consecuencias devastadoras en sus relaciones personales y profesionales. A la inversa, una sensibilidad aguda hacia el estado emocional de los demás es un rasgo fundamental tanto de la empatía como de la compasión.

Alguien que mira la región ocular de la cara tiende a tener una intuición social más intensa que alguien que mira la boca, y alguien que mira hacia otro lado tiende a tener una mala intuición social.

La dimensión de la autoconciencia: Una sensibilidad extrema es un factor de riesgo en el síndrome de desgaste profesional, que, originado como respuesta a una situación de estrés emocional crónico, se da sobre todo entre enfermeras, consejeros, terapeutas y trabajadores sociales.

La dimensión de la sensibilidad al contexto: El hipocampo parece desempeñar un papel especialmente importante en la aprehensión del contexto: no contar un chiste en un hospital, que la invitada a una boda no cuente sus amoríos con el novio.

La dimensión de la atención: Algunas personas saben desconectar pese a encontrarse en pleno torbellino emocional. La atención y la emoción se hallan estrechamente emparejadas.

Otra forma de atención es la conciencia abierta que juzga la experiencia del momento. Se trata de la capacidad de permanecer receptivos a cualquier cosa que pase en nuestros pensamientos, la vista el oído o el tacto, y hacerlo de un modo acrítico (sentir un dolor en la espalda, pero no dejar que el dolor nos invada; estar llegando tarde, pero no caer en pánico). Alguien que es muy hábil en la práctica de esta forma de conciencia a menudo actúa como si tuviera una especie de imán interior que le mantiene concentrado allí donde vaya y no deja que los acontecimientos lo lleven para otro lado. Esta es la clase conciencia que cultivan muchas formas de la meditación.

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

 

 

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