Cuando la ciudad duerme

Foto: Moysés Zúñiga

El sonido de la alarma se escuchó, era un tono con un trinar de pájaros muy sutil, Lorena eligió ese tono justo para que su despertar cada mañana no fuera tan abrupto. Tomó el celular, eran las 6:30 de la mañana. Apagó la alarma y se acomodó nuevamente en su cama. Había acordado con Tina y Eliseo, sus amistades, que la última semana del año comenzarían a correr para iniciar el nuevo año de manera saludable.

—No me quiero levantar, solo a mí se me ocurre proponer esa idea estando de vacaciones, ni modo que me eche para atrás —comenzó a decir para sí Lorena, al tiempo que se levantaba de la cama y se vestía. Se colocó el cabello en una cola, se puso una gorra y buscó el celular, envió un par de mensajes a sus amistades, avisándoles que pasaría a tocar a sus domicilios, si al segundo toquido nadie salía ella iría sola a correr.

Antes de salir de su casa se percató que el cielo estaba nublado y corría airecillo, se puso una sudadera y luego se dirigió al domicilio de Eliseo, quien no respondió al llamado. Soñolienta aún fue a casa de Tina, al segundo toquido su amiga se asomó a la ventana para decirle que no iría, que la disculpara mucho pero que no se sentía bien. El mensaje desanimó un poco a Lorena, sin embargo, le dijo que comprendía y emprendió su camino.

Se detuvo unos minutos para comenzar a hacer algo de calentamiento y terminar de despertar. Luego comenzó a trotar lentamente y avanzó sobre la avenida principal de la ciudad. El paisaje era muy agradable, los cerros se alcanzaban a observar con ligera neblina, eso le daba una linda vista y acentuaba la temporada invernal. El tráfico era muy leve, incluso pocas personas caminaban en la calle, estaba despejado. Lorena se hizo el propósito de trotar alrededor de dos kilómetros.

De regreso decidió caminar, eso le permitió observar su recorrido. Enfocó su atención en las viviendas, los detalles en la arquitectura, los negocios que lucían distintos al estar cerrados, las banquetas amplias sin tanta gente abarrotándolas, hasta pudo deleitarse con una parvada de cotorros que pasó por el rumbo donde ella estaba. Por un momento su mente viajó para imaginar cómo sería la ciudad varias décadas atrás, recordó algunas fotografías que solían poner en los museos y también los comentarios que hacían sus familiares cuando hablaban de la arquitectura.

Lorena estaba tan atenta a lo que contemplaba que se olvidó del incidente con Tina y Eliseo, aún seguía asombrada de cómo todo podía cambiar cuando la ciudad duerme. Sin duda, la ciudad se transformaba. Al pasar por una cafetería le apeteció tomar un chocolate con pan regional, pero ni pista había que fueran a abrir. Siguió su trayecto, ya le faltaba poco para llegar a casa. Respiró profundo, el clima estaba a su favor, no sentía calor ni frío. Sonrió para sí, se agradeció por haberse animado a levantarse, era la cuenta regresiva para culminar bien el  viejo año e iniciar con alegría y ánimo el nuevo año.

  1. Mis mejores deseos para el público de las Voces ensortijadas y al equipo de Letras, idea y voz en este año 2024. ¡Que disfruten el gran regalo de la vida!
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