Nada es lo que parece en la prehistoria

Paranthropus boisei
Quienes estudiaron hace muchos años, como ocurre en mi caso, constatan en la actualidad los múltiples cambios producidos sobre el conocimiento de la prehistoria. Las certezas otorgadas desde las aulas con base a teorías evolutivas sobre la humanidad, dividida en periodos y con distintas denominaciones para los homínidos que los habitaron, han sufrido drásticas transformaciones tras los constantes descubrimientos efectuados desde la arqueología y por otras disciplinas científicas que participan en la investigación del pasado.
Sorpresa y fascinación causó conocer que el neandertal no era el paso previo del homo sapiens en la supuesta cadena evolutiva. Por el contrario, saber que en algún momento vivieron en el mismo periodo histórico y que, incluso, pudieron aparearse entre ellos ha conducido a un sinnúmero de hipótesis, lanzadas por biólogos y genetistas. Estudios que continúan para intentar especificar los hábitats en los que vivieron, sus formas de subsistencia y socialización, así como las relaciones entre estos dos grupos de homínidos.
En tal sentido, la convivencia de homo sapiens y neandertal no parece ser un caso único, como lo ejemplifica, en el oriente africano, el denominado Paranthropus boisei, que habría compartido existencia con otros homínidos. Es decir, de nuevo aquellas rígidas teorías evolutivas que nos enseñaron en el Bachillerato y en las Facultades de Historia han quedado sobrepasadas por los continuos hallazgos en distintos continentes.
De esos últimos hallazgos se encuentra el efectuado por una investigación liderada en Tanzania por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas español. Ese oriente de África que continúa aportando sorpresas y nuevos interrogantes sobre nuestro pasado. En este caso, el descubrimiento se centra en herramientas realizadas a partir de huesos y que se han datado con una antigüedad de alrededor de 1,5 millones de años. Un millón de años antes de lo que se había afirmado sobre el uso de ese tipo de instrumental usado por los homínidos. En definitiva, además de la temporalidad, lo destacable es que tenían la capacidad de elegir los animales más propicios y los mejores huesos de su cuerpo para efectuar dichas herramientas. Una capacidad cognitiva hasta ahora puesta en duda en estudios previos.[1]
El ejemplo de este último estudio, al que se le pueden añadir otros muchos en los últimos años, demuestra las pocas certezas existentes sobre quiénes eran y cómo se organizaban nuestros antepasados, así como las posibilidades de convivencia entre distintos grupos de homínidos. Una realidad que confirma lo dudosas que son ciertas máximas y seguridades científicas en muchos campos del conocimiento, como en este caso se demuestra sobre la prehistoria de la humanidad. Por ello la humildad a la hora de exponer conocimientos científicos es un paso necesario, sino obligatorio, a la hora de realizar afirmaciones contundentes sobre el pasado y el presente de la humanidad. Y lo mismo podría decirse sobre otros aspectos de nuestra cotidianidad sobre los que se dictan sentencias, legitimadas por su carácter científico, pero que pueden cambiar, y cambian, cuando se adquieren mayores conocimientos.
[1] de la Torre, I., Doyon, L., Benito-Calvo, A. et al. Systematic bone tool production at 1.5 million years ago. Nature (2025). https://doi.org/10.1038/s41586-025-08652-5demuestra las pocas certezas existentes sobre quiénes eran y cómo se organizaban nuestros antepasados, así como las posibilidades de convivencia entre distintos grupos de homínidos.

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