Dani Alves
Por supuesto, la llegada de Dani Alves al futbol mexicano es digno de mención honorífica. No es para menos la presencia en nuestro país de uno de los jugadores más ganadores de toda la historia del futbol. Nadie debe dudar de eso. Pero creo se exagera en las primeras planas de los diarios especializados cuando hacen demasiada fiesta de alguien que llega a una liga millonaria, pero ya no en su plenitud, sino en su pre-retiro, como todas las grandes estrellas que han aterrizado en este México futbolero que prioriza el varo antes que la calidad deportiva.
No soy quien para poner siquiera una pizca de duda de lo que se conoce de Alves como futbolista. De hecho, unos de los mejores laterales de la historia del balompié y dentro una pléyade selecta, casi sagrada, de astros brasileros en esa posición (Junior, Kafú, Marcelo, Roberto Carlos, etc.) que para competir en ese nivel se necesita tener, nada más, ni nada menos, 42 títulos en la coraza deportiva del que fuera parte del club Barcelona. Ese es el Dani Alves que viene a México, de eso se alimenta su pedigrí sin igual en el ámbito internacional, casi sin comparación con cualquier jugador hoy activo.
Es un lujo tenerlo, por supuesto, pero ¿Cuál es el significado de su presencia en la Federación Mexicana de Futbol (FMF)? La lectura obligada raya en lo más primitivo: ¿Por qué, siendo una liga con mucho dinero, no se contrata a alguien antes de su retiro? Y sigue: ¿por qué no interesa pagar lo que cuestan los jugadores en su plenitud deportiva? Obviamente, todo el mundo sabe con certeza las respuestas. En primer lugar, porque nadie de esa calidad quiere jugar en una liga que no da “nivel” para cualificar su desempeño, traducido en la convocatoria a sus selecciones nacionales respectivas y los potenciales contratos millonarios a nivel clubes.
En segundo lugar, es mejor contratar a alguien que pueda reunir rating y mercadotecnia, y así generar la mayor de las ganancias por publicidad y todo que trae consigo. Y ya, se acabó la historia. ¿Dani Alves puede jugar bien? A nadie de los directivos le importa, más bien el interés está en los derechos de la presentación del jugador, de los de transmisión y la gran audiencia desarrollada de ahora en adelante en torno al ex-jugador del Barcelona, todo lo cuantificable que redunde en los jugosos dividendos volcados a las arcas de la administración de la FMF.
Habla mucho y mal de la FMF, como siempre. Y ahora en una nueva crisis futbolera por la poca eficiencia de los clubes “populares” (América, Chivas, Cruz Azul, UNAM), pero también por el desastre de todas las selecciones nacionales en competencia este año (la femenina, la Sub 20), incluida “la mayor”.
No se necesita ser un genio del futbol para observar, cada vez más, con mucha más frecuencia, la escasa calidad del deporte más popular del país en su nivel profesional. No hay interés “masivo” por parte de los aficionados, y cuando se genera, aparece una “fatalidad” hundiendo aún más las expectativas con respecto a nuestro representativo nacional.
La última fue la actuación del Pumas de la UNAM en Barcelona, en el Trofeo Joan Gamber. La goliza de 6-0 sobre el equipo universitario no dio pie a duda alguna del nivel del juego en nuestro futbol. Con todo y Alves, la arrolladora demostración del equipo catalán ante un equipo mexicano de tradición y de alcurnia, no nada más invita a pensar en lo peor que puede pasar en la ya inminente Copa del Mundo, en Qatar, sino en la parsimonia, en la alta y corrupta burocracia de quienes gestionan nuestro futbol, solamente al servicio de ellos y sus particulares intereses.
Por cierto, no ha sido la única goleada que el equipo culé le ha propinado a un equipo en ese trofeo (9-1 al Boca Juniors, en 1984, y 8-0 al Santos, en 2013), pero si duele y llega en una coyuntura de desventura en el futbol de México cuando se advierte que, muy pronto, tendremos que comprar todas las vacunas posibles contra la frustración futura y depresiva resignación (otra vez, como siempre, desde siempre) cuando toque el Mundial de Futbol.
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