Oportunistas

Foto: El Debate

Cuando el Estado es necesario, entonces es recurrente; cuando estorba y perjudica a la propiedad privada y  a la denominada expresión liberal de “libertad de libre comercio”, entonces es innecesario, condenable. Como consecuencia de la pandemia mundial ese Estado se ha hecho presente en algunos naciones para tratar de salvar a… no, a los sectores desprotegidos, afectados económicamente; sí a empresas privadas de la élite económica y política, del también empresario, presidente Trump, lo que muestra -una vez más- la crisis del capitalismo ahora con el desmantelamiento y privatización de todo el sistema de salud. Voltean a ver lo que el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt, inspirado precisamente por el economista John Maynard Keynes, quien, entre otras cosas, desarrolló una economía basada en la intervención directa del Estado para aminorar la crisis económica derivada del crac de 1929, para que les de un salvoconducto estatal.

En México, algunos empresarios no se hacen de la vista gorda y, también, piden “apoyo” del Estado, cuyos anteriores gobiernos sí lo hicieron. Beneficiados y acostumbrados a una política sexenal donde gozaron de privilegios como no pagar impuestos. Resultado de esto algunos empresarios deben al fisco ¡50 mil millones de impuestos no pagados!, los cuales, si cumplieran con esta responsabilidad social, ayudarían al Estado a cubrir faltantes frente a la actual emergencia sanitaria, como comprar más equipo médico. Por el contrario, algunos empresarios piden se les condone de esta obligación fiscal que desde prácticamente 40 años había sido una práctica “normal” para ellos. No pagar impuestos también es una forma de corrupción. Al respecto, el gobierno actual cumple con una promesa de campaña no prometida desde que Miguel De la Madrid incluyó en su discurso “la renovación moral de la sociedad”. En la era del mal llamado “neoliberalismo”,  el sistema de salud fue duramente golpeado y despreciado por los gobiernos de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña. Hoy las consecuencias y las carencias las estamos viendo.

La otra cara del oportunismo político se relaciona con el Estado pero en su modalidad de maquinaria de guerra. La decisión unilateral realizada por el gobierno de Donald Trump para movilizar la fuerza naval para acciones de intercepción antinarcóticos contra Venezuela –nación con reservas petroleras-, es un actitud geoestratégicamente para desviar la atención de su futuro electoral ya antes activado contra Irán. Asimismo, la Organización del Tratado del Atlántico Norte en Eurasia, con los ojos hacia Rusia –poseedora de gas y petróleo-, establece un precedente no visto desde la Segunda Guerra Mundial o la crisis de los misiles. Más oportunismo no se puede pedir. Sin ser alarmistas, la orden dada al Comando Sur  -un componente militar hemisférico del Pentágono cuyo eje se articula en torno a la defensa de las “amenazas” comercial, informática, empresarial y militar a la geopolítica norteamericana, usando para ello los principios de la doctrina Monroe-, para buscar narcotraficantes, es pretexto para cercar a la nación caribeña. La recompensa ofrecida por la cabeza del presidente venezolano es un viejo guion de una película del Oeste mal editada: el sheriff de la región. Parte de esta estrategia impediría cualquier ayuda naval hacia Venezuela, cuya sociedad se encuentra desde hace tiempo privada económicamente por las sanciones comerciales impuestas por el gobierno de Estados Unidos.

Mientras el mundo lucha por reinventarse en el “gran encierro”, los políticos, se comportan como si la actual crisis sanitaria y económica fuera otra oportunidad para mostrar músculo. Mientras la pandemia avanza inexorable su camino de angustia, miedo y muerte hacia México algunos políticos y empresarios chiapanecos, pensando sólo y únicamente en la  ganancia, exigen, amenazan, presionan, a la autoridades para que permitan que sus hoteles y restaurantes los queme más… de sol.

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