Actores

Andrés Manuel López Obrador, en la conferencia matutina realizada en Campeche. Cortesía: Gobierno de México.

En un momento político particularmente en México, una de las agencias norteamericanas -USAID en inglés- fue mostrada como en realidad es: un brazo del departamento de Estado, y, por lo tanto, de su política exterior en su labor intervencionista vía la “ayuda”, en este caso, a organizaciones civiles como “mexicanos contra la corrupción y la impunidad” (“una banda, una organización delictiva de cuello blanco” dijera el presidente), receptora de 50 millones de pesos. Esta relación obligó al gobierno mexicano a enviar una nota diplomática al vecino, colmó la paciencia del presidente Obrador, y no le quedó más que exhibirlos públicamente, cayendo, una vez más, otra de las máscaras usadas por una derecha “mexicana”, al parecer desesperada y aceptando una “ayuda” de esta Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (en español), con una larga historia que se remonta desde el inicio de la guerra fría, cuyo propósitos es asegurar que los intereses del imperio no sean alterados por gobiernos “nacionalistas”, “populistas”, “socialistas. En el proceso, los opositores son beneficiados con dinero para combatir por todos los medios a su alcance, todo lo que oiga, propague, impulse y fortalezca, por ejemplo, la soberanía nacional, un Estado rector de la economía, o propietario de recursos energéticos como el litio en Bolivia, el petróleo en Venezuela y México

Mostrada y expulsada por el expresidente boliviano Morales por intervenir en los asuntos internos, la agencia corroboró, también, su lamentable papel en nuestro país. Su trabajo es  parte de un vasto proyecto donde convergen los financiamientos para los programas de asistencia militar, o campañas camoflajeadas como “Comida para paz”. Muestra de esto es que de acuerdo con analistas, ya desde 1954 habían más de 1.3 billones de dólares canalizados para presupuestos militares en muchos países, sirviendo en esos años como parte importante del proceso de adoctrinamiento ideológico anticomunista. Muchos oficiales fueron entrenados -5,300 indirectamente por la USAID en 1971, además del Departamento de Defensa. De la misma forma la agencia trabaja paralelamente con financiamiento en un buen número de instituciones, como las universidades. (El analista militar Miles Wolpin lo analizó amplia y profundamente en su libro Military aid and Counterrevolution in the third world, Massachusets, Lexington Books, 1972)

En un momento donde la vieja derecha se disfraza de demócrata, donde los partidarios del orden junto con la vieja “izquierda” vestida de rojo y azul, el miedo preelectoral -el que creíamos había desaparecido de la historia política mexicana-, aparece desde y en la oscuridad ondeando su bandera violenta más contra ciertos partidos políticos (MC, PT, RSP, MORENA, PVEM) aliados del gobierno o en ventaja sobre los viejos y otrora enemigos (PRI, PAN, PRD). Estos -antiguos enemigos ideológicos-, se rasgan las vestiduras, apostando al olvido social, protagonistas principales de un pasado que muy pocos desean vuelva, (usurpación, entreguismo y corrupción), usan la indignación como “virtud”, la ofensa como enojo. Muchos, los viejos y los nuevos, intelectuales privilegiados, disque con pasado de “izquierda”, medios de control masivo dizque plurales, empresarios dizque mexicanos, preparan los actos; parecen querer levantar antes de tiempo el brazo derecho para empuñar una mano manchada por la historia -entre ellas el halconazo del 10 de junio de 1971-; intentan repetir la historia pero se ven como malos actores, como dijera un clásico.

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